Lunes 9.5.2022
/Última actualización 12:29
¿Ya hace un año? ¿Cómo puede ser? Un año, sí. Y aún así, tan vigente, tan presente, tan actual y tan necesario. ¿Cómo hizo Miguel Lifschitz, un ser humano que, a primera vista, aparentaba ser bastante “común”, para convertirse en ese líder político que despertó el respeto de todo el arco político, social, cultural y intelectual de Santa Fe y de la Argentina? Y no sólo eso, ¿cómo hizo Miguel para ser admirado y querido por toda la ciudadanía, transversalmente, tanto de aquellos más pudientes hasta quienes menos recursos tenían?
Que Miguel Lifschitz se haya constituido en este Miguel no fue casualidad. Miguel fue fruto de su valía. Miguel fue fruto de su propio trabajo, un hombre que no se detuvo jamás, un obsesivo de sus tareas. Miguel fue siempre el que primero llegó al trabajo y el último que se iba a su casa. Miguel apagaba las luces de la Casa de Gobierno y volvía al día siguiente tempranísimo, porque no había tiempo para perder. Demasiadas ocupaciones, demasiados objetivos y había que darlo todo. Y así lo hizo, no se guardó nada para con los santafesinos. Parece una exageración, pero no lo es: Miguel recorrió, como un ejemplo y en lo que debe ser sin duda un record, cada una de los 362 municipios y comunas de la Provincia de Santa Fe, durante los 4 años que duró su gobernación.
Miguel no paraba, pero no sólo eso: Miguel no dejaba que nadie se detuviera, y por eso sus equipos de trabajo tenían que estar a la altura. Miguel hacía escuela con el ejemplo, sabiendo que esa es la mejor manera de motivar a las personas, era liderando los procesos, estando al tanto de todo y estando atento a todos. Y vaya si lo logró… Por eso el legado que nos deja es inmenso, pero también es inmenso el vacío que deja su partida.
Miguel Lifschitz, infatigable, tenaz, persistente, siempre abierto al dialogo y a construir consensos. Miguel Lifschitz se fue dando el ejemplo una vez más, porque lo que correspondía para estar a la altura de las circunstancias durante la crisis sanitaria que atravesamos todos los argentinos, era no saltarse la fila. Y siempre repito esto ante esas voces descalificantes que repiten: “son todos iguales”. No, no es así. Miguel Lifschitz, el incansable, falleció víctima del coronavirus cuando estaba completamente vigente y cuando aún tenía mucho por hacer.
Miguel pensaba siempre en el futuro, era otra de sus características. Ese futuro que ahora nos tocará construir a otros, pero que seguramente contendrá su legado político, sus valores y sus enseñanzas de vida. Te saludo Miguel y te digo de corazón: gracias, nunca te olvidaremos.