Presidir la Región Centro, rearmar la Región Litoral incluyendo a Formosa y Misiones, acordar agenda productiva con Rogelio Frigerio, visitar Resistencia y Corrientes. “No quiere saltar a la escena nacional”, comentó casi a la defensiva un alto funcionario de la gestión provincial sobre las pretensiones del mandatario santafesino; las evidencias sugieren lo contrario y encontraron en el discurso de Javier Milei una plataforma que pone al titular de la Casa Gris en el dilema de apurar sus estrategias.
La invitación del Jefe de Estado a los gobernadores para firmar un pacto el 25 de mayo en Córdoba tiene a los mandatarios provinciales por interlocutores, con escala previa en la Casa Rosada. La solitaria expresión opositora por izquierda en la plaza de Mayo y el silencio relativo de un peronismo sin líder ni caja, le confirió a Milei la oportunidad de elegir interlocutor a quien proponerle sus pretensiones.
Massa, Moyano, Grabois y Máximo Kirchner son jinetes del apocalipsis embanderados por Cristina; Baradel representa a sindicatos que impiden educar y producir. En la lógica libertaria, son memes de la batalla cultural que cambia el relato del poder. Mientras no tenga presión popular -si logra ganarle a la inflación- el mandatario nacional podrá sortear el modo en el que caen los fallidos presidentes latinoamericanos contemporáneos: por decisión parlamentaria.
¿Qué sentido tienen las leyes anticasta? Eliminar jubilaciones de privilegio al presidente y el vice es simbólico; reformar la ley sindical , impedir que los condenados sean candidatos, descontar del salario los días de paro, eliminar el financiamiento público de partidos o prohibir la emisión para financiar el Tesoro son objetivos deseables o polémicos, pero improbables en el actual Congreso y reversibles si no cambia la cultura social y política del país.
Pullaro es, como Milei, un protagonista del poder; pero es al mismo tiempo el antagonista en su modo de construirlo. Crédito: Mauricio Garín
Aún con las invocaciones a los cielos, Milei bajó este viernes por la noche a los barros de la política para plantear la defensa de la propiedad privada, el equilibrio fiscal, la baja del gasto a 25 % del PBI, la reforma tributaria, un nuevo sistema de coparticipación, la explotación de los recursos naturales, la promoción del trabajo formal con una reforma laboral, un sistema jubilatorio acorde a los que aportan que pueda ser complementado por el sistema privado, una reforma política y la apertura al comercio internacional.
Es una agenda ambiciosa pero posible, que propone volver a repartir plata (bajo la forma de inversiones privadas) y poder (dejando atrás el populismo) con reglas republicanas y con nuevos arquitectos: los mandatarios provinciales, que surgen como actores institucionales decisivos a la par de un parlamento que pierde protagonismo si Luis Caputo logra postergar la principal demanda de la sociedad: la inflación.
La Corte Suprema estuvo en la noche del viernes en pleno, escuchando con prudente silencio al presidente. Milei no reclamó por el DNU que podrían revisar los magistrados y eligió dejar atrás el fracaso de la ley de Bases. El principio por defecto de los cortesanos es no judicializar la política, mientras ésta tenga alternativas viables.
Pullaro es, como Milei, un protagonista del poder; pero es al mismo tiempo el antagonista en su modo de construirlo. El santafesino eligió la convergencia partidaria y operó un paciente reparto componedor de roles y funciones entre sus pares radicales, los socialistas y el PRO entre otros. Una sinfonía casi imposible que le procura una consistencia legislativa funcional y un desafío en el ejercicio del poder a medida que avance el tiempo y se evidencien ambiciones hoy postergadas en el manejo táctico del tiempo.
La invitación del Jefe de Estado a los gobernadores para firmar un pacto el 25 de mayo en Córdoba tiene a los mandatarios provinciales por interlocutores, con escala previa en la Casa Rosada. Crédito: Reuters/Agustin Marcarian
El presidente se reconoció ante la Asamblea Legislativa como un advenedizo en lides que hasta ayer nomás descalificaba y ahora reclama como necesarias. Milei necesita de la política, de lo que Pullaro tiene y ejerce. ¿Puede el Jefe de Estado conciliar con los mandatarios provinciales? Deberá protocolizar sus modos y poner la plata sobre la mesa: hay negocios por venir en la Argentina que en 60 días sabrá si tiene petróleo convencional frente a Mar del Plata, que tiene en el Cobre un complemento para la promesa de litio, que puede exportar gas, que posee un campo que le aportó US$ 200 mil millones por retenciones en 20 años.
Acaso la apertura económica dinamice el consumo más de lo que afecte a las pymes industriales. El balance social ya no está cautivo de unos pocos emisores del relato.
La inflación marcó 25,5 % en diciembre, 20,6 % en enero y rondará el 15 % en febrero. Si se libera el cepo a mediados de año, si un dígito es el ritmo de la evolución a la baja de los precios, si las paritarias comienzan a recomponer ingresos, si la promesa de jubilaciones acompañando la inflación se hace ley... son muchos condicionantes, pero no imposibles, los que fortalecen al presidente. Eso y la necesidad de los gobernadores, que tienen como en los pactos fiscales de los ‘90 -con Carlos Menem y Domingo Cavallo como impulsores- la posibilidad de cumplir un rol en una nueva Argentina.
¿Pueden los gobernadores rechazar la oferta? Ningún político se sustrae a la posibilidad de negociar su subsistencia y menos aún la posibilidad de su éxito. En todo caso no hay mandatario provincial con capacidad de darse vuelta y cortarse en soledad; no hay a sus espaldas ni partido, ni caja que lo sustente. No los unirá el amor con Milei, pero saben que sin el presidente -este nuevo presidente que se acomodó la peluca para sentarse a dialogar- sólo queda el espanto.
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