"En ese momento no se entendía lo que era el Pacto de Olivos"
El referente alfonsinista relató los momentos de desconcierto y polémica que se produjeron en el partido, y el rol que le tocó ocupar. Los temas que pusieron en jaque a la Convención.
"En ese momento no se entendía lo que era el Pacto de Olivos"
Luis "Changüi" Cáceres reivindica el poder unificador de la reforma del '94 sobre la sociedad, luego de la divisiva historia de las experiencias anteriores. Y sobre todo, por la amplia representación política y social que hubo en este caso que, tras todas las discusiones, culminó en un reconocimiento pleno. Pero que en su gestación atravesó no pocas convulsiones.
"A mí eso me consta, porque en el caso particular mío y de Santa Fe fue bastante esotérico el tema. Durante el gobierno de Alfonsín hubo equipos trabajando durante meses sobre la reforma de la Constitución, pero no teníamos número en el Congreso para poder llevar adelante la reforma. Cuando vino el planteo de Carlos Menem, era público y obvio que el único objetivo era modificar un solo artículo y posibilitar la reelección indefinida. Pero a la vez, estaba todo ese trabajo previo. Entonces yo viajo a Buenos Aires para hablar con Alfonsín y ver qué hacíamos. Y el me dice: 'Pero no, querido. Una cosa es la reforma constitucional, y ésto que nos están planteando de reforma constitucional no tiene nada. Hay que oponerse'. Al día siguiente teníamos un plenario del Comité Provincial, y estaba todo inclinado por la reforma. Entonces yo caigo ahí y logro que se apruebe la posición en contra. Me voy a dormir tranquilo, porque había logrado el objetivo de sentar posición en contra de la reforma. Y a la mañana, cuando me levanto, resulta que estábamos a favor: se había dado el Pacto de Olivos.
- Me voy otra vez a Buenos Aires a hablar con Raúl, y preguntarle cómo era la película. Porque en las últimas 24 horas yo había hecho cambiar la postura del radicalismo en Santa Fe para que esté en contra de la reforma. Hablé con Sergio Montiel en Paraná para organizar el comando contra la reforma. Y ahora estábamos a favor. "Sí, lo que pasa es que una hora después de que vos te fuiste cambiaron las cosas, porque el peronismo encontró en el archivo un viejo proyecto para aprobar la reforma con mayoría de los presentes", me dijo Alfonsín. Y que eso cambiaba todo, porque ya no necesitaban los votos del radicalismo. Entonces, nos quedaban dos alternativas: aceptar que terminemos con un bofe, que solamente establezca la reelección indefinida, o meternos para hacer una reforma en serio, que realmente le sirva a la gente. Bueno, volví con eso. Con Montiel la relación quedó cortada, y en el partido no me llevaron el apunte. Hasta ahí, el radicalismo santafesino no participaba en la reforma constitucional.
- Pero al final sí participó.
- En este punto Raúl me llama y me dice: "No puede ser que una provincia de la gravitación de Santa Fe el radicalismo no vaya a tener convencionales nacionales constituyentes. Tenés que armar lista". Yo le dije: "Me van a expulsar del partido del que soy presidente". Pero era muy difícil decirle que no a Raúl. Y termino armando lista por mi cuenta, sin el partido, solamente con una gestión de Alfonsín para que no nos expulsaran por desobediencia a los que estuviésemos en la lista. Y así terminé yendo al combate sin recursos económicos, con algunos pasacalles que pudimos financiar y algunos afiches que después me enteré que no los colocaron nunca.
- En ese momento la figura de Alfonsín dividía aguas en el radicalismo. ¿Le parece que con el tiempo hubo una reivindicación?
- No me cabe duda. Pero en ese momento no se entendía lo que era el Pacto de Olivos. Y en el radicalismo de Santa Fe no se entendió hasta que llegó el momento de la discusión de la reforma constitucional provincial. En un plenario alguien planteó que empezó a discutir el partido en la provincia y yo estaba en el plenario y recuerdo que uno planteó el problema de que si aprobábamos habilitar la reforma, después la Convención podía hacer cualquier cosa. Y eso me permitió recordar que la única manera de evitar eso es hacer un pacto, acordar previamente los puntos. Recién ahí se entendió por qué Alfonsín había firmado el Pacto de Olivos.
- ¿Pero en el momento, cómo se resolvió?
- Y bueno, hicimos lo que pudimos, pero pusimos algunos convencionales nacionales radicales por Santa Fe. Yo creo que, producto del esfuerzo que hubo que hacer, Alfonsín sin consultarme me puso como vicepresidente segundo del bloque; cargo que no pretendía, ni ejercí.
- Y empezó la Convención.
- Sí. Con todo el mundo presente. Y tengo que admitir que el peronismo respetó los acuerdos, se movieron como caballeros. Yo hice otra picardía y que me generó algunas puteadas de de algunos convencionales. Junto con Carlos Spina, que también era de la ciudad, rechazamos cobrar. Y eso dejaba en off side a mucha gente que venía de otros lados, y terminó renunciando también a su dieta. Eso permitió un ahorro importante en el presupuesto, aunque no se sabe mucho ni se lo dice.
- También hubo una logística importante para el alojamiento.
- Sí. A eso también me lo encomendó Alfonsín. Me pidió "un hotel que no sea muy muy ni tan tan, para que todos los nuestros estén juntos". Yo me acordaba que mi viejo me había presentado en su momento a Ricardo Balbín en el Castelar, que era donde paraban tradicionalmente los radicales cuando venían. Así que fui a hablar ahí, pero me aclararon que el hotel en ese momento necesitaba arreglos, y no estaban en condiciones económicas de hacerlo. Entonces les propuse que me pasen un presupuesto, yo les cobraba a los convencionales por anticipado, y con esa plata hacían los arreglos. Y así se hizo.
- ¿Y del trabajo en la Convención, qué es lo que más recuerda?
- Bueno, uno de los 17 proyectos que presenté era el de información veraz y derecho a réplica. Porque yo venía muy envenenado por todo lo que se había dicho y publicado de mí en las campañas del '85 y el '87. Así que me cayeron encima las organizaciones de medios períodisticos. Pero al final quedamos amigos, y hasta me empezaron a invitar a las cenas anuales. Fue parte de una confraternidad que se extendió a todos los planos de la asamblea.
- ¿En algún momento sintió que esa armonía se podía romper y todo fracasara?
- Uno tenía la sensación de que eso podía pasar en cualquier momento. Y por eso en algunas cosas se pateó la pelota para adelante, como con el tema de la coparticipación. Al final, eso nunca se resolvió.
El segundo punto donde se trabó y estaba o se pateaba la pelota al córner o reventaba todo fue con el momento de la concepción. Eso generó con una cosa muy ríspida, posiciones muy firmes de un lado y del otro, y se terminó sacando una cosa híbrida que cada uno podía interpretar como quisiera.
Y el bebé de probeta mío, el de información veraz, que era lo que más me interesaba, se trataba el día después del atentado a la Amia. Yo me sentí moralmente presionado a estar en la manifestación, pero quería estar para defender mi proyecto. Así que los demás convencionales me tranquilizaron y me aseguraron que no se iba a tratar mientras yo no estuviese. Pero cuando volví ya estaba liquidado: se aprobó, pero no salió como yo pensaba que tenía que salir. Eso me dejó una espina clavada.