Más de treinta mil personas desafiaron ayer al mal tiempo en Rosario para participar de los actos oficiales por el Día Nacional de la Bandera, encabezados por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien recibió saludos, fotografías y obsequios entregados durante el desfile cívico militar que concluyó con el paso de la bandera más larga del mundo.
Desde temprano, apenas pasadas las 9 de la mañana, comenzaron a llegar al escenario de los festejos, el Monumento Nacional a la Bandera, las primeras columnas de militantes en busca de un lugar privilegiado ante el vallado que contenía al público, dispuesto frente al palco oficial.
También cientos de rosarinos, en familia o en grupo de amigos, así como turistas que visitan el fin de semana esta ciudad, se ubicaron al límite de la nave del Monumento a la Bandera, frente al lugar que más tarde ocuparía la presidenta junto al gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, el intendente local, Miguel Lifshitz, y autoridades nacionales y provinciales.
A pesar del mal tiempo, miles de personas poblaron el Monumento y la avenida Belgrano con banderas argentinas y objetos celestes y blancos y unos minutos antes de las 13, una ovación recibió a la presidenta de los argentinos.
Cristina agradeció las demostraciones de afecto mientras el gabinete nacional en pleno -con la excepción de Alicia Kirchner, a cargo del operativo de ayuda a las regiones afectadas por la catástrofe del volcán chileno Puyehue- se ubicaba en el palco oficial.
El acto se inició formalmente con el Himno Nacional, para luego dar lugar a una suelta de globos celestes y blancos, mientras un acróbata bajaba desde lo más alto del Monumento desplegando una gran bandera argentina que cubrió la torre del mismo.
La presidenta fue declarada huésped de honor de la ciudad y de la provincia de Santa Fe, a través de sendos decretos, y el arzobispo de Rosario, José Luis Mollaghan, encabezó una invocación religiosa en la que recordó a Manuel Belgrano y el primer izamiento de la bandera nacional, el 27 de febrero de 1812, en la barranca del río Paraná.
Tras el discurso de la presidenta, en el que manifestó su “orgullo” por la cantidad de jóvenes que participaron del festejo y que en los últimos años se incorporaron a la militancia política, se inició el desfile cívico militar.
Luego del paso de las Fuerzas Armadas, el desfile continuó con los ex combatientes de la guerra de Malvinas, quienes entregaron una bandera a la presidenta y le agradecieron “por la forma en que se opuso al imperio (británico)”, dijo a Télam Rubén Rada, titular del Centro de Ex Soldados Combatientes de Rosario.
“Juraron, cumplieron, con gloria morir”, decía una gran bandera argentina con la que desfilaron, después, hijos de ex combatientes, que saludaron calurosamente a la presidenta y fueron correspondidos con gestos desde el palco.
Finalmente hizo su paso “la bandera más larga del mundo”, construida por el proyecto Alta en el Cielo, que ya llegó a los 18 kilómetros de tela celeste y blanca y que culminará el año próximo, para el Bicentenario de la creación de la enseña patria y su izamiento por Manuel Belgrano en las barrancas del Paraná.
Quienes llevaban la bandera saludaron con efusividad a la presidenta, se tomaron fotografías con ella, le pidieron “fuerza”, le dieron obsequios de los más variados, desde remeras a una pelota de fútbol, pasando por unas manos plásticas con los dedos en V.
Cristina se emocionó hasta el llanto cuando una persona le acercó una pancarta con la fotografía del ex presidente Néstor Kirchner, mientras desde la calle se le pedía con cánticos “la reelección”.
Alrededor de las 15, cuando la persistente llovizna que caía sobre Rosario no conseguía menguar el intento de los rosarinos por acercarse al palco principal y saludar a la mandataria, la locutora oficial anunció el regreso de Cristina a Buenos Aires, quien se despidió de la multitud poniendo una mano sobre su pecho y la otra en alto.
Telam