Caso Granata: Perotti pidió evitar agravios, mientras Diputados evalúa qué hacer
El gobernador consideró que quienes ostentan una responsabilidad institucional no pueden apelar a "la agresión, la descalificación o el agravio" para obtener "respaldo" de algún sector de la sociedad. La cámara baja discute una salida institucional a la controversia
El gobernador se refirió a los dichos de Granata. Crédito: Mauricio Garín.
Tras las repercusiones que generó el atentado contra Cristina Fernández, Omar Perotti reclamó a dirigentes políticos e institucionales que hablen "sin descalificar ni agraviar". El mandatario se refirió así a las polémicas expresiones de Amalia Granata quien el jueves por la noche, opinó que el intento de homicidio contra la vice presidenta se trataba de "una puesta en escena". Cuestionó, luego, a la oposición por "tibia"; y remató el fin de semana en un programa radial advirtiéndole a sus pares de la Cámara que si la expulsaban del cuerpo, tal como lo había solicitado el Justicialismo, comenzaría a hablar de "sus chanchurrios y amantes"; de "sus hijos, madres y familias". En la tarde del lunes, la misma legisladora intentó suavizar, y posteó que todo había sido dicho en un tono jocoso y "de broma".
Antes de esa aclaración, Perotti aludió al tema tras ser consultado en la conferencia de prensa realizada a propósito de la conmemoración del Día de la Industria.
"Rechazo la violencia de cualquier tipo y naturaleza – dijo el gobernador-. Necesitamos tener los mayores niveles de diálogo y de responsabilidad en todos los sectores políticos e institucionales. El camino siempre es la búsqueda de la unidad de los argentinos y dejar de lado a quienes tienen expresiones en esa dirección", planteó. "Tenemos una responsabilidad importante a resguardar en estos momentos de tensión. La responsabilidad mayor de la dirigencia es unir y generar todas las cosas que nos permitan dirimir diferencias y discusiones, pero con un tono que no lleve a la agresión ni a la descalificación ni al agravio", continuó.
Perotti sostuvo que "no puede haber alguien que utilice alguna de estas herramientas para obtener de la sociedad un acompañamiento o un respaldo"; lo dijo en alusión a la presunta intencionalidad de Granata de capitalizar políticamente lo sucedido, y congraciarse con una porción del electorado que puede ser afín a su posición. "Estaríamos muy mal todos los argentinos si el que agravia y el que insulta es quien tiene un beneficio. La sociedad, claramente, está reclamando otra cosa y es nuestra responsabilidad la que tiene que estar por sobre cualquier otra instancia. En el cuidado de nuestras palabras está el cuidado de nuestra gente y la garantía de la convivencia", concluyó el mandatario.
Granata, tras escuchar la opinión de Perotti sobre sus dichos como legisladora, volvió a usar su cuenta de twitter para responder. "Omar Perotti: por qué no habla de su gestión, que deja bastante que desear", le contestó.
Al margen de las ideas y vueltas a través de las redes sociales, la situación en torno de Granata operó como disparador de una situación que debe resolver la Cámara de Diputados de Santa Fe en términos institucionales. Porque si bien se desvanecen las chances políticas – ya prácticamente son nulas porque no se logran reunir los dos tercios- de que se convoque a una sesión extraordinaria para tratar la expulsión de Granata como diputada, los dichos del fin de semana de la misma legisladora generaron un profundo malestar en el cuerpo, aun cuando más tarde haya intentado morigerarlos. "No me busquen porque miren que voy a empezar a hablar de todos sus chanchurrios; voy a empezar a hablar de sus amantes… Miren que conozco todo lo que pasa… Sé todo en lo que andan y voy a meterme no sólo con sus amantes; también con sus familias, madres, hijos, con todos... No se olviden que además de política soy periodista e investigo…", dijo Granata en Radio Mitre.
La legisladora provincial hizo polémicas declaraciones respecto al ataque contra Cristina Kirchner.
Las posturas más radicalizados encuentran varios presuntos delitos en los dichos de Granata; espionaje, si dice investigar a sus pares; amenazas, si sostiene que comenzará a hablar de sus respectivas familias; e incumplimiento de sus deberes de funcionaria pública, si siendo legisladora, no denuncia las supuestas irregularidades ("chanchurrios") que dice conocer.
Los más moderados prefieren interpretar las expresiones como las de una panelista televisiva en un programa de espectáculos; y eligen quedarse con la última aclaración de la legisladora cuando planteó que lo dicho había sido "en ánimo de broma y con intención jocosa". Pero aun estos últimos – los moderados-, admiten que por la responsabilidad que reviste su investidura, lo expresado no puede ser dicho ni siquiera como chanza.
Por eso, la cámara evaluaba la situación a fin de encontrar una salida que no implicase una respuesta pública de cada uno de los 49 diputados restantes – ello potenciaría aún más la figura de Granata -, ni el silencio de todo el cuerpo puesto que ello podría ser leído como "el que calla, otorga".
De las conversaciones que se den de aquí al jueves se verá cómo se llega a la reunión de Labor Parlamentaria de ese día; una de las alternativas que se evaluaba era exigirle a la controvertida legisladora, un pedido de disculpas público durante la próxima sesión.
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