El "operativo reconciliación" entre Milei y Villarruel es clave para la unidad de LLA
Una fuerte escalada pública y mediática marcó diferencias en el seno de la dupla libertaria, luego de que la Cámara alta vetara el DNU la semana pasada. Este martes, se produjo un cónclave privado dedicado a limar asperezas.
El lunes los dos participaron del acto homenaje a las víctimas del atentado a la embajada de Israel, al cumplirse 32 años del ataque. Foto: Agencia
En Casa Rosada hay un viejo dicho que se acuña desde presidencias inmemoriales y que los más antiguos empleados de la sede del Poder Ejecutivo Nacional sacan a relucir cada vez que surgen intrigas palaciegas. La misma sentencia: “Cuando pisan la alfombra roja se transforman”.
Abrazados, de espaldas al fotógrafo, y caminando amistosamente por la galería de los vitrales rebosantes de sonrisas, fue otra de las postales oficiales de esta semana. Foto: Agencia
Resulta difícil saber si a todos los jefes de Estado, sus vicepresidentes y ministros les tocó atravesar el mismo proceso. Lo que sí se puede hacer es observar cómo fue el mecanismo de mutación de cada uno de ellos antes y después de llegar al poder.
La relación entre los binomios que alcanzaron triunfos electorales y consiguieron administrar el timón político de la Argentina ha sido compleja. Sobran ejemplos: Menem-Duhalde; De La Rúa-Álvarez; CFK-Cobos, y ella misma con Alberto Fernández, en roles institucionalmente inversos, claro.
En el caso de Javier Milei y Victoria Villarruel, quienes se conjugaron en una fórmula arrastrados por la casualidad mediática de cruzarse en un estudio de TV -y no por estructuras de armado político- se intenta diferenciar de los prototipos citados, pese a la permanente inestabilidad en el vínculo (post triunfo electoral) con una frase que se replica tanto en Balcarce 50 como en el Senado de la Nación: “No son ellos, son los entornos”.
Promesas de campaña
Está claro que todos escucharon al actual mandatario asegurar en campaña que su compañera estaría a cargo de nombrar a los titulares del ministerio de Defensa y Seguridad, así como de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Promesa que además Milei justificaba subrayando que además de abogada, “Victoria es especialista en lucha contra el terrorismo”, formada en el Centro de Estudios de Defensa Hemisférica William J. Perry, una institución dependiente de la Universidad de Defensa Nacional, establecida en Washington.
Los resultados en los comicios y la necesidad de tejer una alianza informal con los popes del PRO bajo la finalidad de garantizar ganar a un Sergio Massa que parecía empoderado después de la segunda vuelta, hizo que los pactos preexistentes fueran alterados. Sin venia directa de Mauricio Macri, pero sí respaldo, esas carteras quedaron a cargo de Patricia Bullrich y Luis Petri, respectivamente, y la AFI en manos de un interventor que trabajó con el ex presidente del gobierno de Cambiemos, nos referimos a Silvestre Sívori, quien también colaboró con el jefe de Gabinete de La Libertad Avanza, Nicolás Posse.
De todos modos, según fuentes cercanas a ambos dignatarios, ese acuerdo fue avalado por ambos, aunque de un lado sugieren que “quedaron resquemores” y “cierta desconfianza”.
Espíritu de cuerpo
Lo que vino en el propio bloque libertario sumó desconcierto a los observadores de la tropa oficialista. Fueron notorias, pero poco visibles, las diferencias entre legisladoras como Marcela Pagano con varios de sus pares de bancada. En particular con la diputada Juliana Santillán. Un conflicto que casi deriva en una prematura división de los 38 representantes de LLA en la Cámara baja.
Tras un par de encuentros separados entre las tribus legislativas propias y Milei, se les pidió bajar el tono a las divergencias y mantener el espíritu de cuerpo. Especialmente en el contexto del nuevo intento de negociación que tiene por objetivo que prospere en el Congreso la nueva versión de la Ley Bases simplificada que está siendo negociada con los opositores dialoguistas.
Una vez que el DNU fuera vetado en la Cámara alta y se diera una fuerte escalada pública y mediática en el seno de la dupla libertaria –con comunicado oficial incluido- y una contundente confluencia en redes sociales, que trajo aparejada una respuesta velada (pero institucional) de la propia Villarruel al presidente, la comandancia gubernamental comenzó a digitar un operativo de acercamiento entre ambos.
Acto y reencuentro
El primero en salir a operar en esa dirección fue el vocero Manuel Adorni, quien optó por responsabilizar a la prensa por los rumores, aduciendo que hubo una mala lectura del mensaje de la Oficina del Presidente luego de la derrota en el Parlamento. Dicho sea de paso, un texto cuya redacción terminó resultando anónima, pese a la insistencia de los periodistas acreditados por saber quién fue el autor intelectual de la sugestiva misiva con destinatarios inciertos.
El vocero presidencial Manuel Adorni, optó por responsabilizar a la prensa por los rumores, aduciendo que hubo una mala lectura del mensaje de la Oficina del Presidente. Foto: Agencia
El lunes pasado los dos fueron invitados al acto homenaje a las víctimas del atentado a la embajada de Israel, al cumplirse 32 años del ataque. Mientras estaban uno al lado del otro en el palco, fue la presidenta del Senado la encargada de romper el hielo hablándole al oído a un Milei que se mantenía con la mirada lejana y de cara a los asistentes sin articular palabra alguna.
Allí comenzó un diálogo acompañado de gesticulaciones que fueron distendiendo el momento. Del otro lado, el alcalde porteño Jorge Macri se desentendía de lo que ocurría en sus narices, pero cada tanto, quien echaba una ojeada a la situación era la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei. Una de las encargadas, junto al asesor Santiago Caputo, de aflojar las tensiones, pero desde afuera.
Cónclave privado
Esa fue la previa a la reunión de Gabinete que se llevó a cabo el martes en el Salón Eva Perón de Casa Rosada, y que al concluir dejó paso a un cónclave privado, donde solo ellos estuvieron dedicados a limar asperezas y aclarar puntos de vista. Gargantas profundas del oficialismo hablaron de una suerte de “pacto de no agresión” que fue sellado con una selfie de la Vicepresidenta junto a su compañero en la clásica postura de los pulgares arriba.
La secretaria General de la Presidencia, Karina Milei (foto), fue una de las encargadas de aflojar las tensiones. Foto: Reuters
Al rato, otra postal oficial los mostró mucho más distendidos con Milei y Villarruel abrazados, de espaldas al fotógrafo, y caminando amistosamente por la galería de los vitrales rebosantes de sonrisas.
No faltó quien planteara desde la biosfera liberal libertaria, que la imagen era un poco “forzada”, sin embargo, otros apostaron a que con esa estrategia se lograría sacar de la agenda el tema de lo que en la intimidad denominan “la internita”.
Reuniones con el “círculo rojo”
Nadie sabe cómo va a seguir la historia. Hay colaboradores que infieren que este era el momento preciso para calmar las aguas.
El decreto de desregulación de la economía duerme el sueño de los justos en la Cámara de Diputados comandada por un alfil de mayor confianza para la Rosada, Martín Menem. “Habrá que ver qué pasa con el tratamiento de otras leyes que resulten imprescindibles para gobernar”, manifiesta un mileísta de pura cepa que mira con recelo las reuniones que Villarruel mantiene con actores del “círculo rojo”, que van desde Macri, gobernadores, empresarios, amplios sectores de las FFAA y representantes de la oposición, entre otros.
En rigor de verdad, la sociedad que desembarcó en el poder central el 10 de diciembre de 2023 ya no es lo que fue, empero, es fiel a los finales abiertos del mundo de la política.
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