Mostrar la corrupción: cuando los periodistas confiesan su pesimismo
Como la inseguridad, la impunidad no es una sensación. Es medible en cifras, tan precisas como los indicadores de la crisis económica. También es perceptible en signos sobre lo profundo de las decepciones argentinas. La pérdida de credibilidad en las instituciones, las dudas que rodean a la justicia.
Mostrar la corrupción: cuando los periodistas confiesan su pesimismo
Un panel de periodistas, convocado bajo el título "La prensa como garante de la lucha contra la corrupción" giró sobre ese trabajo que, en parte, consiste en mostrar hechos de corrupción a la opinión pública. Como dijo Pablo Mendelevich, simplemente porque se considera que "es noticia" dar a conocer esos hechos: que hay quienes "metieron la mano en la lata".
Su mirada, rica por su recorrido en redacciones prestigiosas, fue más bien crítica sobre la calidad de la actividad periodística de los últimos años. La avalaron sus colegas con gestos de asentimiento y con algunas expresiones micrófono en mano, tanto desde el estrado como de entre el público.
Rogelio Alaniz fue el presentador y moderador y, además del periodista de La Nación, hablaron la periodista de radio y TV Andrea Scándolo y Jorge Sansó de la Madrid, que se está retirando del diario La Capital. Los cuatro fueron -con sus matices- pesimistas, sobre la situación en general de la lucha contra la corrupción y respecto de lo que realmente pueden aportar los periodistas, pero el último lo dijo con todas las letras: es cuanto menos "rimbombante" pensar a la prensa como un "garante" de esa pelea. Todos dejaron en claro que debería serlo
Como en un manual de estilo
Scándolo fue clara, precisa y concisa, como las reglas que rigen la redacción de textos informativos. Sintetizó el desánimo ante la actualidad de causas emblemáticas de corrupción, con pocos adjetivos, como mandan los manuales de estilo. "Apenas 12%" de aquellos casos han llegado a juicio oral. Su cruda matemática dice que prácticamente "aquí no ha pasado nada", comentó.
Recordó que "la mayoría de esas causas paradas" nacieron por investigaciones periodísticas y que, por ejemplo, las imágenes del ex secretario de Obras Públicas de los gobiernos kirchneristas con bolsos cargados de dinero en un convento, donde se veían monjas y una ametralladora, tienen un alto impacto, "un boom" y el tema "se mantuvo por bastante tiempo", hasta que los interminables procesos penales "de décadas" convierten esos hechos en unos recuerdos lejanos, "se esfuman de la agenda informativa", reflexionó. Pidió que los temas no se abandonen.
Notable asistencia y participación del público no directamente vinculado al tema, para una jornada anticorrupción llevada a cabo en un día laborable (mientras volaban las variables inflacionarias) con empresarios, periodistas, dirigentes políticos y expertos de entidades vinculadas a la transparencia en el Club del Orden. Crédito: Guillermo Di Salvatore
Tras mencionar que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner acumula una condena por corrupción y que son 47 las causas en su contra, de inmediato supuso: "si salimos a preguntar a la calle si cree que sufrirá algún castigo, la mayoría nos dirá que no".
El panorama, opinó, es "poco alentador". Informó que suelen llevar 10 años los procesos judiciales previos, entre chicanas de abogados expertos en dilatarlos y la comodidad del poder judicial frente a lo que antes Alaniz describiera: el poder que está en los extremos, por ejemplo de la coima de la obra pública.
Opinó que requiere "un fuerte compromiso de todos los sectores políticos" y de "los ciudadanos" comenzar a cambiar. "No sé si alguna vez lo veremos", comentó.
El poder
El presentador, columnista de El Litoral y de LT10, habló en términos docentes de la cuestión del poder, de cómo es la corrupción un asunto de quienes lo y la ejercen. Observó que pocos hablan del robo de funcionarios como de un ataque a lo público. Se refirió a las tensiones habituales que, al interior del trabajo periodístico, repercuten las influencias de los poderosos.
Sansó de la Madrid en el mismo sentido, aportó a su turno, que siempre es saludable separar a los periodistas de los medios. Que si bien ambos son "la prensa", se debe entender que "no son lo mismo". Y se los dijo especialmente a los dirigentes políticos presentes, que no es lo mismo "acordar una pauta publicitaria con un medio que informar debidamente a la prensa, "hablar con los periodistas, responderles sus preguntas".
Se mostró más confiado en pensar a la libertad de expresión como esa garantía y a la libertad, sin más, como el valor que permite la presunción de inocencia y también de la culpabilidad así la justicia lo entiende.
Pablo Mendelevich y las novedades sobre qué es noticia. Crédito: Guillermo Di Salvatore
El columnista santafesino que por años influyó en la agenda política de Rosario dijo que los periodistas "tenemos la misión de mostrar la corrupción", y que los medios "pueden mostrarla".
Reclamó aferrarse "a la ecuanimidad", a respetar los hechos, frente a la ola del llamado "periodismo militante". Explicó que el público tiene derecho a saber desde qué lugar se le habla, bajo qué ideas, pero que los periodistas serios no pueden ser "facciosos" agentes del poder, ni prescindir del sentido de lo verdadero.
La persecución eficaz
Señaló en su exposición, con ejemplos, cómo para el país no es en el fondo relevante luchar contra corruptos en el Estado y corruptores en el ámbito privado.
Recordó que en Alemania pudo visitar las fundaciones de los partidos políticos principales, conservadores, demócratas cristianos, socialdemócratas, verdes y en todas ellas "se nos explicó que tienen tres objetivos: primero la financiación económica de los partidos; segundo, ser su contralor ético y; en tercer lugar, como algo que se subrayaba muy especialmente, garantizar para los ciudadanos una eficaz persecución judicial".
Se extendió sobre esta última expresión. "En la Argentina de los últimos años 'persecución judicial' no aparece como un valor", lamentó. "Aquí su connotación es casi inversa", disparó.
Lo horroroso
Cáustico por momentos, siempre profundo, Mendelevich cerró el panel con la palabra que sobrevoló las intervenciones anteriores: pesimismo. Se confesó sin esperanzas y aunque felicitó a los organizadores, a las instituciones que llamaron a un congreso anticorrupción y en especial a la gente que asistió en plena jornada laboral en muy buen número, dijo que no veía una salida ante "la cultura peronista que ha tenido éxito" para "invalidar la condena por corrupción a Cristina Fernández de Kirchner como si fuera un asunto sin importancia, de poca relevancia, que tenemos asimilado".
"La vicepresidenta es una delincuente, y eso es un hecho, se podrá decir que es en primera instancia, que falta que quede firme. Pero la condena tiene valor político y sobre todo tiene valor moral. A los argentinos sin embargo les parece en su mayoría normal", o al menos "lo es para la cultura del peronismo", insistió.
Indicó que "más allá de su reacción histérica de la auto proscripción, el problema está en que no fue solamente ella quien lo sostuvo: la acompañaron sus seguidores y también todo el peronismo. Todos se alinearon detrás de eso".
"El robo de los funcionarios públicos es horroroso para todos nosotros, pero solo para nosotros... para los que estamos acá. No para el conjunto de los argentinos", lamentó. Los interesados, que participaron con opiniones y preguntas, fueron más de los previstos y en el salón del Club del Orden debieron agregarse unas sillas plásticas, de patas traicioneras, que trajeron más disgustos.
Acaso porque sabía lo que diría luego, el conocido periodista comenzó por comentar que a Santa Fe "no venía desde la Convención", pero "no la del 94, la del 53", bromeó respecto del inicio de la organización nacional en el siglo XIX.
Acudió a los años, propios y de quienes mayoritariamente lo oían, para decir que "en un proceso lento", de una pendiente que fue difícil advertir, la mayoría de los argentinos "no piensa como nosotros (publico y expositor), bajo los valores y el molde con que se nos educaba por ejemplo en materias como Instrucción Cívica o Educación Democrática". Y sostuvo que el problema de la corrupción no fue parte de la campaña electoral en las Paso, porque no está en el centro de las preocupaciones "del argentino medio" que -por cierto- sufre otras urgencias incluso alimentarias, ante "el hartazgo" y el enrome "desasosiego" producto de la crisis.
"Estudié años atrás los discursos de Cristina por cadena nacional, que es un material suficiente para llenar dos biblias. Nunca nombró la palabra 'corrupción'. Y lo más grave, nunca 'anticorrupción'. No hubo ninguna política para combatirla, en todo el kirchnerismo, ningún mecanismo para enfrentarla. ¿Alguien se alarmó por eso?", inquirió. "Ella debe seguir pensando que lo que no nombra no existe, como la palabra inflación, o alternancia", afirmó.
De las palabras sin glamur
Pablo Mendelevich es el director de la Carrera de Periodismo de la Universidad de Palermo, y uno de los fundadores del Foro de Periodismo Argentino, Fopea.
"Allí están todos los héroes del periodismo de investigación de la Argentina, y allí se habla mucho sobre el rol de los periodistas ante la corrupción. Predomina cierta sensación de impotencia para poder cambiar las cosas", expresó.
"Soy de la época de la máquina de escribir, no tengo sangre en las venas, tengo tinta. Cuando empecé en el periodismo aprendí qué era y que no una noticia: nos lo decía el editor. Porque los editores tenían que haber ganado con los años el oficio para saber qué era lo importante, la agenda de lo público y encontrar esas noticias. Y por otra parte, había que vender el diario". Se trataba tanto de informar y opinar como de hacer un producto atractivo, "más popular", que el lector compre.
Explicó que las dosis de seriedad y golpes de efecto "dividían" a los diarios más prestigiosos de los de la "prensa amarilla", cuyos maestros a nivel mundial "fueron los tabloides ingleses, que aún hoy a diario tienen material suficiente con lo que les proporciona la vida de la realeza". Con esas tensiones "así funcionó la prensa durante más de dos siglos", hasta la irrupción de las nuevas tecnologías, que creó "una suerte de disociación" en el periodismo.
"Con las pantallas de los móviles comenzó a ser muy fácil medir (y así predecir) qué noticias tienen más interés", más clics.
"Hoy los medios de comunicación que siguen imprimiendo diarios en papel, además de contar con sus publicaciones digitales, tienen dos formas de trabajar disociadas: en el papel se sigue haciendo más o menos lo mismo, suponer qué quiere y que tienen que leer", quienes compran los ejemplares en cada edición; "en el digital, en cambio, todo es estadístico, se siguen criterios muy bien estudiados y de hecho con esos sistemas lo pueden hacer personas sin demasiada experiencia".
"En las redacciones de papel están periodistas con mucha sensibilidad para saber qué es noticia, generalmente los veteranos, no por casualidad, que trabajan aún como ha sido tradicionalmente. El mundo digital tiene en cambio todo muy pero muy estudiado y que por ejemplo, basta con poner la palabra 'sexo' en un título para tener más cliqueo". Y así hay "infinidad de trucos para contar con más interesados", hasta el tiempo de permanencia de cuántos lectores en un noticia se puede hoy saber y así incluso qué párrafo se ha alcanzado a leer o si la mayoría terminó, o no, un artículo extenso. Creo que estamos en una encerrona y que en gran medida todo comenzó cuando en las redacciones periodísticas (de cualquier soporte) desapareció la pared que las separaba del área comercial", expresó.
"Cuando se le señala al mundo digital que es importante que la sociedad sepa esto o aquello, que hay un deber cívico en informar tal o cual cosa, se te ríen en la cara. Ninguna de esas consideraciones son mencionadas desde hace años en una redacción digital, todo funciona en base a clics", con cifras.
"Ahora les pido que imaginen lo contrario a todo lo que les dije sobre el atractivo de la palabra 'sexo', para 'corrupción'. No tiene glamur, poco interesa".
Hoy "la mayoría de las noticias sobre corrupción se refieren a malas noticias sobre la lucha en su contra, causas que se demoran, juicios que no se inician, casos emblemáticos que no avanzan, que provocan impotencia, desánimo.
Sobre Milei
"Hemos vivido la más disruptiva elección presidencial de la historia argentina. No sabemos como sigue. Estamos ante un mesías que encantó a un 30% de los argentinos. El único que puede acertar qué ocurrirá es quien diga que no se sabe qué nos pasará", Pablo Mendelevich.