Fernando Ruiz: "El periodismo tiene que poder llegar a las audiencias que son opuestas"
Rescata el concepto de "periodismo profesional de interés público" y resalta su rol democrático. Considera que los embates presidenciales pueden conducir a la autocensura. Y propone un VAR como formato de evaluación para las prácticas en los medios.
"Las instituciones democráticas tienen que ser juzgadas por la calidad de la democracia. No sólo por el funcionamiento formal interno, sino por lo que ponen afuera. La institución vale por la diferencia que hace al existir". Flavio Raina
El disparador de la conversación con El Litoral resulta tan desconcertante como el título de la disertación que Fernando Ruiz vino a dar en Santa Fe, en el Curso de Periodismo Judicial de la Corte Suprema. Y cifrado en un astuto juego de siglas, se vale de metáforas futbolísticas para hablar de la evaluación del desempeño de los periodistas, pero visto "desde afuera" de la cancha. Y también para advertir sobre los riesgos de las embestidas verbales presidenciales y la necesidad de que el periodismo profesional de interés público (claramente diferenciado de otras vertientes de la actividad) pueda llegar también a las audiencias "de los líderes autocráticos populistas", para preservar las bases indispensables del diálogo democrático.
- De entrada, ya tenemos que asumir que la herramienta del VAR tiene tanto defensores como detractores, y resulta en sí misma bastante polémica...
- El VAR es muy interesante, porque es un intento de aumentar el nivel de justicia en el fútbol. Y hay ya un estudio que ha medido que la efectividad de las decisiones arbitrales con la aplicación del VAR ha pasado del 82% al 96%. Pero muchos dicen, y de hecho la liga inglesa quizás por esa razón va a dejar de usarlo, que el VAR ha arruinado el espíritu del deporte. Ya ni siquiera los goles se festejan de la misma forma, porque hay que estar a la expectativa de qué pasa. Para muchos hinchas ha potenciado las teorías conspirativas. O sea, se piensa que no hay mayor precisión, sino robo mayor. Casi como en cualquier otra cosa en la sociedad, es muy difícil que todos estén conformes.
- ¿Y cómo es que se puede extrapolar esto al periodismo?
- La idea sobre la que estoy trabajando y que está en el libro que estoy terminando es que el VAR es un proceso de evaluación de acciones humanas. Muy detallado, y que se hace desde afuera. Entonces la idea es ver qué mecanismos podemos encontrar dentro del periodismo para hacer una evaluación de nuestras acciones más riguroso. Y que nos permita seguir el proceso de lo que estamos realizando para poder mejorarlo, y ver cuando estamos en una mala praxis, o en una buena praxis.
"Yo diría que la palabra presidencial es intimidante, y tiene por supuesto como cualquier ciudadano el derecho a responder las críticas, pero cuando además de criticar agravia, genera una ola de acoso a periodistas". Flavio Raina
Para eso se divide el proceso periodístico en tres, que tiene que ver con lo que son las demandas democráticas. Es decir, los reclamos que tienen los distintos sectores sociales, que ponen en el juicio público para ser evaluados. Un proceso que tiene tres etapas, en cada una de las cuales interviene el periodismo.
Primero en la etapa de la voz pública, cuando se conforma esa voz pública por primera vez. Viene al medio un grupo de madres a hacer un reclamo por inseguridad, ese reclamo se conoce y se sostiene en la deliberación pública. Y entonces los partidos políticos opinan, las instituciones opinan, la sociedad opina. Esa es la primera etapa, de la conformación de la voz.
La segunda etapa en el proceso periodístico define si esa voz tiene apoyo o no de la sociedad. Es la etapa del apoyo. Que hace que la voz de esas madres pueda lograr la reparación de sus derechos, de esos perjuicios que sienten y llevan a la sociedad.
Y la tercera etapa es la respuesta que dan instituciones dan a esa voz pública, que tuvo o no tuvo apoyo social.
Ese es el modelo, voz-apoyo- respuesta. Eso da VAR.
- La propuesta es que los periodistas puedan tomar estos parámetros para catalogar su propio desempeño...
- Claro. Nos permite evaluar el periodismo, no por lo que internamente nos parece en una redacción que funciona o no funciona, sino por lo que efectivamente pasa afuera, en la sociedad. A mí me impresiona mucho el trabajo de Amartya Sen, un gran economista indio, un filósofo, un pensador de la Justicia que ganó Premio Nobel de Economía y ha trabajado mucho el estudio del periodismo. Y él dice que las instituciones democráticas tienen que ser juzgadas por la calidad de la democracia. No sólo por el funcionamiento formal interno, sino por lo que ponen afuera. La institución vale por la diferencia que hace al existir. Nosotros, como periodistas, en América Latina hemos estado defendiendo muchísimo a los Congresos, las instituciones parlamentarias. Porque las consideramos parte sagrada de nuestra democracia. Sin embargo, no hemos sabido al mismo momento defenderlas de los procesos de corrupción interna. Y entonces finalmente se termina promoviendo la deslegitimación de esa institución. Hasta que viene alguien y la limpia, y esa institución no tiene apoyo popular.
- Eso se está viendo bastante ahora, donde lo que hay es ya no solamente críticas, sino directamente ataques al Congreso desde la institución presidencial. ¿Cómo debe pararse el periodismo frente a eso?
- Yo creo que cada vez más hay que entender que el periodismo es una profesión democrática; es decir, que sólo se puede desarrollar en una democracia. Por lo tanto, su primera responsabilidad es la defensa de la democracia, porque es el sistema que permite su desarrollo. Eso incluye la defensa de las instituciones democráticas. Pero entendiendo que esa defensa es también la crítica a su funcionamiento cuando no funciona bien y cuando se convierte en un nido de corrupción. Yo creo que ahí hemos sido por exceso cuidadosos. Y la legitimidad democrática termina siendo un argumento para amparar la corrupción.
- Este modelo que proponés es para examinar esas conductas del periodismo sin que quede cifrada en lo interno, pero que tampoco haya un órgano externo que venga a atribuirse ese rol…
- Es un aporte al mundo profesional, para que cuando estemos trabajando en nuestras rutinas, en nuestras decisiones editoriales, tengamos en cuenta el proceso democrático en general. Y cómo vamos colaborando o no con la construcción de la voz pública, del apoyo o no que recibe esa voz pública y de la respuesta que dan las instituciones.
- De todos modos, poner en tela de juicio el accionar periodístico desde afuera es algo corriente, y que incluso se ve bastante exacerbado en la actual gestión de gobierno, en muchos casos directamente bajo la forma de insultos.
- (el presidente, Javier) Milei es un anarquista de la palabra, así que claramente tiene una vocación por el insulto. Que es propio también de los extremos en política que expresan un enojo, y el insulto forma parte de la identificación de ese enojo. Quizá sienten que si no fuese a través del insulto, no pueden reflejar el enojo que tienen. Y lo que quieren hacer es una profunda transformación. Y en la visión de ellos insulto, enojo y transformación van unidos. Pero me da impresión de que en acá en Argentina y en América Latina el periodismo profesional de interés público está muy acosado. Porque dentro del periodismo hay otros sectores, hay un periodismo populista (que hoy hace oficialismo y luego se pasa fácilmente a la oposición cuando la opinión pública va para ese lado), hay un periodismo mercenario, hay un periodismo militante (cuya agenda definida por una vocación político partidaria, que es legítima, pero que no forma parte del periodismo profesional de interés público).
- Es importante esta categorización, porque desde hace tiempo no se la toma en cuenta, y se concibe al periodismo como parte de un bando u otro…
- Hay que empezar a discernir más. Y establecer que existe un periodismo profesional de interés público, compuesto por periodistas profesionales que, por supuesto, tienen ideas políticas, tienen visiones de la sociedad. Pero tienen un método de recolectar la información, de verificar, que aspira a intentar contar las verdades de la mejor forma. Por supuesto que también se quieren ganar batallas: en cualquier comunidad hay una agenda editorial, hay batallas políticas. Pero cuando el ganar batallas es superior al contar verdades, ahí estás denigrando el ejercicio profesional.
- También se hace necesario tasar la libertad de expresión. Porque frente a los embates presidenciales, muchos no lo ven como amenaza, sino como un ejercicio de la propia opinión. ¿Cuál es tu idea al respecto?
- Yo diría que la palabra presidencial es intimidante, y tiene por supuesto como cualquier ciudadano el derecho a responder las críticas, pero cuando además de criticar agravia, genera una ola de acoso a periodistas que pueden ser intimidante, puede generar autocensura. Pero es algo que evidentemente también le genera mucha popularidad. Porque el periodismo está en un bajo nivel de prestigio, y por lo tanto cuestionar, e incluso insultar a personas que tienen bajo nivel de prestigio, puede ser provechoso.
- Mientras tanto, el periodismo se ve ante el imperativo de adaptarse a las nuevas demandas, a los nuevos lenguajes, a las nuevas herramientas. Pero el mejor resguardo parece seguir cifrado en las bases esenciales de la actividad…
- Sin duda, pero con un criterio principal, que es poder elaborar la información con un método y un proceso, de tal forma que aquellas audiencias que son opuestas a nuestra visión editorial, también nos crean. Es decir, tener que poder procesar la información de una forma que no perdamos contacto, como periodismo profesional de interés público, con las audiencias de los líderes autocráticos populistas. De lo contrario puede producirse un daño enorme a la democracia. Porque esas audiencias cautivas, que no tienen contacto con el periodismo profesional de interés público, pueden empezar a vivir en otro mundo, en una burbuja. Si no se puede llegar ahí con el periodismo profesional de interés público, se rompe algo decisivo para las sociedades, que es la base informativa. La sociedades democráticas también viven de información compartida, con opiniones distintas, pero una coincidencia básica sobre los hechos. Cuando las personas no coinciden ni siquiera en los hechos, no hay posibilidad de diálogo. Entonces, el periodismo profesional de interés público tiene que construir el saber informativo.
Perfil
Fernando Ruiz es Doctor en Comunicación por la Universidad de Navarra, licenciado en Ciencias Políticas (experto en la relación entre Periodismo y Democracias en América Latina), docente de grado y posgrado en la Universidad Austral, miembro de la Academia Nacional de Periodismo, ex presidente de Fopea y autor de numerosos libros sobre la materia. Disertó en la apertura del Curso de Periodismo Judicial que organiza la Corte Suprema de Justicia de la Provincia.
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