El periodista de El Litoral que hizo cuerpo a tierra en los enfrentamientos con la policía
Por su rol de cronista de la sección Policiales presenció el mayor enfrentamiento que se dio el 19 de diciembre de 2001 entre la policía y los vecinos que intentaron saquear un supermercado. Su compañero, el fotógrafo Luis Cetraro, resultó herido.
El Litoral. D.R
10:53
Un testigo directo de los enfrentamientos que el 19 de diciembre de 2001 se produjeron en la ciudad de Santa Fe entre manifestantes y policías fue el entonces periodista de El Litoral José Luis Pagés. Junto al chófer del móvil, Mario Hereñú, y al reportero gráfico, Luis Cetraro, estuvo en el epicentro del mayor conflicto que derivó en la única muerte que se produjo en la capital provincial, la del adolescente Marcelo Pacini. Allí, también, fue herido el fotógrafo de El Litoral.
Su relato, con detalles minuciosos, sirven para hacer una reconstrucción precisa de cómo se originaron los hechos que, según introduce, "eran previsibles, pero nos tomó por sorpresa a todos".
Pagés recuerda que los primeros incidentes fueron "pequeños desmanes, intentos de saqueos, algunas escaramuzas entre policías y manifestantes, en toda la franja oeste de la ciudad, de sur a norte". Pero finalmente, el epicentro del conflicto más grande se dio en la zona norte, "casi a las puertas de la ciudad". Y marca el sector exacto: fue "entre Millán Medina, la calle de ingreso al barrio las Flores I; pasando por J.R. Méndez y casi llegando a Teniente Loza, hasta Cabaña Leiva".
Desde la Redacción, se enteró que la policía estaba pidiendo el envío de refuerzos y la provisión de munición antimotines y agresivos químicos para contener a la gente que intentaba ingresar al supermercado ubicado en Blas Parera y JR Mendez. El móvil periodístico se dirigió ahí.
"Desembarcamos en medio de una batalla campal; la policía contenía a la gente que venía de dos direcciones, una del oeste por J.R. Mendez y otra del norte. Una gran cantidad de personas, quizás eran mil, venía con un gran entusiasmo guerrero, la mayoría estaba en cuero, saltaban, bailaban y la policía había desplegado a sus tiradores para contenerlos", contó.
En un momento, una línea de la guardia de infantería avanzó por la avenida Blas Parera. "Cetraro y yo caminábamos en línea con ellos, ni atrás ni adelante. Yo ya conocía algunas órdenes de mando, y de golpe empezamos a recibir piedras y cascotes, una lluvia totalmente inesperada que venía del lado del este, que estaba tranquilo hasta ese momento, pero estaba llegando una tercera columna, probablemente formada por gente que venía de Cabaña Leiva. Se empezaron a escuchar disparos".
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De repente, esta línea de la guardia de infantería pegó un salto: "Cuando pegan ese salto es para cambiar absolutamente de posición hacia la persona que está agrediendo, todos lo hacen a la vez y caen al mismo tiempo. En ese momento en que caen, yo -que tenía 20 años menos que hoy- ya había hecho cuerpo a tierra porque me imaginé que iban a tirar. Y Luis Cetraro quedó parado ahí, enfocando justo la línea que cambió de dirección de un modo tan sorprendente, tan rápido, imprevisto. Dispararon todos al mismo tiempo y él quedó en la línea de tiro".
El disparo le impactó en la cara: "Era de una escopeta itaka con munición de goma, de caucho", recuerda. "Y Gracias a Dios, la misma cámara le protegió los ojos, pero la perdigonada lo hirió en la frente, los pómulos, el mentón, el cuello y el pecho. Quedó tendido, lo cargamos y corrimos en medio de todo eso que era una confusión total, donde iban y venían las baldosas, los ladrillos, los tiros de los 4 puntos cardinales. Llegamos hasta el supermercado que estaba siendo amenazado, vi el móvil del diario estacionado ahí, cruzamos en diagonal y nos zambullimos dentro del móvil. Sacamos un pañuelo blanco, arrancamos y salimos". Fueron directo al hospital, donde ya esperaban directivos del diario y Cetraro fue atendido.
"Recién ahí nos enteramos que en el lugar donde habíamos estado expuestos a una situación de peligro que ni remotamente imaginamos que nos iba a comprometer hasta ese punto, se produjo la única muerte que se dio en Santa Fe, en ese mismo momento y lugar, a unos 50 metros del punto exacto que estábamos nosotros. Fue por esa columna de gente que llegó del norte, algunos atinaron a entrar a una pequeña despensa y el dueño atinó a defenderse usando la escopeta. Y uno de los disparos le dio a un chico muy jovencito".
Al día siguiente, Pagés visitó a la familia de la víctima. "Fue paradójico encontrarme un día después, en el mismo escenario, las colas de gente que iba con un bolsito a recibir una dádiva del gobierno, que era absolutamente escasa, como una especie de paliativo del momento para aflojar las tensiones. La gente se lo llevaba como con la sensación de decir 'bueno algo ganamos', una cosa muy extraña…", finaliza su relato, e invita a pensar si algo ha cambiado hoy.