El Litoral
El historiador francés habló de su último libro “el Siglo de Perón: ensayo sobre las democracias hegemónicas”.
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Gabriel Rossini - [email protected]
El historiador francés Alain Rouquié cuenta que en su último libro, “el Siglo de Perón: ensayo sobre las democracias hegemónicas”, ha tratado de encontrar “la fórmula para explicar el nacimiento en el siglo XXI de regímenes que no son ni autoritarios ni totalitarios ni realmente democráticos, pero que surgen de elecciones libres y transparentes conforme a las leyes y que paulatinamente derivan hacia gobiernos autoritarios”.
“Son regímenes en los que hay pluralismo con competencia electoral pero donde poco a poco crece un intento, que no siempre logra su objetivo, de cercenar la independencia de los otros poderes y los medios de comunicación para concentrar totalmente el poder con el argumento de que el Ejecutivo tiene la confianza total del pueblo”, explicó durante una entrevista con este diario, en el despacho del rector de la Universidad Nacional del Litoral.
“Para tratar de entender esa aparición pensé -porque lo conocía y lo había estudiado- que el peronismo por su permanencia -70 años de historia, 7 presidentes- daba la longevidad y la posibilidad documentaria de construir un modelo para entender regímenes que en circunstancias, países y culturas diferentes tenían los mismos mecanismos y la misma estructura de poder que el peronismo”, explicó.
-¿Que cosas ha legado el peronismo a los movimientos hegemónicos de este siglo?
-Lo que tienen en común es que los sistemas de este tipo necesitan de un líder carismático, que tenga gracia, dotes personales únicos, y que a partir de su elección, dado que tiene el apoyo popular, considere que representa al pueblo. Y son eminentemente plebiscitario: no va a hacer como los autoritarismo que llegaban al gobierno con una elección y después las prohibían como Hitler o Mussolini. Perón, como Chávez, hicieron consultas electorales para mostrar que el pueblo los apoyaban. En el caso de Perón la reforma constitucional de 1949 donde introdujo su reelección, que estaba totalmente prohibida en la tradición latinoamericana, y el de Chávez es aún más vistoso: en los 13 años que estuvo en el poder organizó 13 consultas electorales.
-¿En qué otros países hay regímenes políticos como el que usted describe?
-El Ecuador de Rafael Correa pero con muchas diferencias porque Correa no era un militar sino un intelectual. Y también- aunque con un itinerario bastante curioso y complicado- la Nicaragua de Daniel Ortega, donde hizo lo de Chávez pero mejor: no llamó a consulta popular sino que manipuló la Corte Suprema hasta que le dio luz verde para que pueda ser reelecto indefinidamente.
-¿Es un fenómeno sólo de América Latina?
No. En Rusia y Turquía hay sistemas políticos parecidos. En ambos casos gobiernan líderes carismáticos que tratan de durar. En Turquía, Erdogan quiere llegar hasta 2023 porque ese año se cumplen 100 años de la creación de la república turca laica y aspira a ser el Mustafá Kemal de los musulmanes. En el caso de Putin, lo hizo mediante un subterfugio muy hábil: no cambió la Constitución para imponer su reelección indefinida sino que al final de sus dos primeros mandatos se hizo sustituir por su principal colaborar para volver al final del mandato de Medvedev. Y va a seguir, al punto que va a ser el dirigente ruso de más larga duración en la presidencia fuera de Stalin.
-¿Que cosas tiene el peronismo que le ha permitido perdurar tanto tiempo?
-Es la pregunta esencial que trato de responder en el libro. Hay por lo menos tres razones de peso y otras coyunturales, como la segunda guerra mundial que le dio una extraordinaria oportunidad a la economía argentina.
-La imagen de los pasillos del Banco Central abarrotados de lingotes de oro.
-Lo que le aporta Perón al país, quizás en contra de sus compañeros militares en 1943, es la creación del Estado de Bienestar. Al mismo tiempo que trata de controlar a la clase obrera con los sindicatos únicos y estatizados, desde la secretaría de Trabajo promulga leyes provocadoramente progresistas como el Estatuto del Peón, que fue considerado una violación de los derechos de propiedad por los latifundistas y grandes propietarios. Y lo crea en una dictadura militar, a punto tal que la Unión Democrática lo acusaba de dar esas dádivas para ganar las elecciones. No era para eso sino para que el país estuviera en paz y no hubiera ni una revolución ni un estallido social ni la llegada al poder de un Frente Popular. Estas medida fueron muy fuerte en un país con una grieta enorme entre los ricos y los pobres, con una clase obrera muy maltratada, abandona y marginalizada, que no había participado nunca en la renta nacional. Estas transformaciones descubren otra Argentina, que no era blanca ni europea ni culta. Una Argentina verdadera y no de mitología como fue la del Centenario.
-El aluvión zoológico.
-El tercer punto es lo que usted acaba de decir: el antiperonismo visceral, con sus excesos de lenguaje y de acción, fortaleció al peronismo. Perón apareció como el portavoz de la oposición a una sociedad y a un sistema que no dejaba lugar a los pobres y a los trabajadores. Además, aunque pueda parecer no estructural sino anecdótica, es sumamente importante su capacidad táctica, que tiene una expresión muy importante: “siempre hay que cabalgar sobre la ola”. Es decir adaptarse al momento argentino y mundial: ser laborista en 1945, castro guevarista en los 60 y después volver a la Argentina como restaurador de la paz y la democracia y como el único político en el país que podía parar la amenaza que él había desencadenado. el peronismo es todo y al mismo tiempo contra todo. Cubre el abanico desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda y al mismo tiempo tiene esa plasticidad que le permite enfrentarse. Perón es el mejor lector de Maquiavelo que existe. los consejos que da el Príncipe se refieren a como conservar el poder y él lo conservo inclusive más allá de la muerte. Es genial.
-¿Que cosas hace que hoy el peronismo siga vigente después de todas estas mutaciones?
-Perón hizo una ruptura con la cultura nacional anterior y le dio al país una nueva, de mayorías contra minorías, pero fundamentalmente antiliberal, que aparece en la etapa militar pero también en nombre de un marxismo más o menos bien entendido cuando la juventud maravillosa y las formaciones especiales utilizaron la violencia para que pueda volver al poder. el antiliberalismo de Perón es permanente, no significa que todos los gobiernos peronistas hayan sido antiliberales pero siempre tiene un componente antiliberal. Y esa nueva cultura nacional es un punto de identidad. ¿Se acuerda del personaje de Osvaldo Soriano al que le preguntaban si militaba en política y respondía que el nunca lo había hecho porque era peronista? Eso significa que para muchos sectores ser argentino y ser peronista es lo mismo, que es el colmo de la argentinidad. Muchas veces se habla de política y no se tiene en cuenta lo que es la cultura nacional que Perón transformó y que es verdadera. Y sin tocar nunca la estructura económica.
-Esa es una de las cosas que usted refleja en su libro. Siempre el peronismo estuvo emparentado con la industrialización por sustitución de importaciones, el mercado interno. Y usted dice que al status quo nunca lo cambió.
-No. Lo que quería era que los proletarios participaran del consumo de la clase media. Eso es el peronismo y por eso fue tan querido y hubo tanta lealtad. Pero eso no significa cambiar la estructura económica ni mucho menos. Nunca trató de hacerlo.
-En sus libros destaca mucho el papel que tuvo el sindicalismo como sostén del peronismo., sobre todo cuando Perón vivía en el exilio. ¿Que papel cumple hoy?
-El sindicalismo fue el Partido Peronista cuando el peronismo estaba prohibido. los militares nunca se atrevieron a tocar a los sindicatos porque los empresarios los querían como habían sido creados porque se podían entender. Ni Onganía ni Videla tocaron a los sindicatos. Al contrario. Ahora los sindicatos que cuentan son los relacionados con el transporte. Si usted le habla a un joven de la patria metalúrgica le preguntará que es eso. Y eso fue extraordinario en los años 60 y 70. Pero cambió. Y también el sindicalismo a lo Perón ya no existe más. Está fragmentado, el Estado no logra controlarlos. Eso significa que hay una recomposición de la sociedad y de los factores que permitieron al peronismo cubrir el centro del escenario político y el peronismo de mañana será diferente pero con estilos comunes.
-¿Que piensa de la versión kirchnerista del peronista?
-Hubo varios momentos. Primero Néstor Kirchner era un político experimentado pero fue electo con un porcentaje de votos ridículo, menor que la tasa de inflación de aquel entonces. No podía hacer gran cosa sino fortalecer su legitimidad. Gobernó en base a varias cosas como el superciclo de materias primas, pero también con un discurso fundacional y generacional. Ese ejercicio de memoria, de reivindicación de los desaparecidos, es una interpretación interesante del peronismo. Eligió de la caja de herramientas que es el peronismo los 70, una generación y la ideología, sin las armas por supuesto, y reivindicó ese romanticismo revolucionario que le permitió conciliarse con la clase media, que fue la que puso las víctimas. Y luego, porque no lo controlaba, impuso la idea que iba a transformar el sistema de partidos con la transversalidad, que dejó de existir el día que lo eligieron presidente del PJ.
-Además se apoyó en los piqueteros y los movimientos sociales.
-Fue muy hábil porque frente a los piqueteros había mucha insatisfacción de la clase media, los empresarios, y él en ves de reprimirlos los integró a su dispositivo de poder junto a la generación del 70. Esa es una recomposición del peronismo con un estilo muy peronista.
-¿Y de Cristina?
-La traté dos veces en París. Es una mujer brillante, fue una senadora muy dura. Se esperaba de ella dos políticas que iban a contrastar con lo que había hecho Néstor: recolocar la Argentina en el mundo y fortalecer las instituciones políticas del país. Y una vez en el poder no hizo exactamente eso. a lo Perón trató de ir en contra de las instituciones, la prensa y la justicia, con un estilo más peronista que Néstor. Es evidente que en la segunda presidencia tuvo menos posibilidades de gobernar de forma apaciaguada y conciliatoria porque el precio de las materias se derrumbó. Y eso significa, como en otros lugares, que en vez de redistribuir hay que ser más defensivo. Cuando Chávez llega al poder en 1998 el barril de petróleo estaba en 8 dolares. ¿Que hubiera pasado si no hubiera subido hasta los 100 dolares? Probablemente hubiera durado tres años. Lo mismo pasó con Perón que en su primera presidencia fue mucho mas abierto y conciliador que en la segunda porque cambia la coyuntura económica.
-Como cada vez que pierde el peronismo hay una parte de la sociedad decreta la muerte del peronismo.
-Ha muerto varias veces.
-Y siempre ha resucitado.
-El peronismo es un poco el ave Fénix y esa figura utilizo en el libro. ¿Por que hubo tantos golpes de Estado? Porque aunque lo dijeran querían erradicar al peronismo y fracasaron. Y los gobiernos civiles tampoco tuvieron éxito.
-¿Y Macri?
-Ha sido hábil hasta ahora. No se ha presentado como un presidente antiperonista, tiene buenas relaciones con ciertos grupos de peronistas, trata de aislar a quienes reclaman una oposición total a él como Cristina y la gente que la rodea, que crea problemas cada vez que puede para desestabilizarlo. Pero en la campaña y desde que llego al poder se le puede decir que es liberal, conservador, pero no antiperonista. Peron fue un apellido prohibido en 1955 y después fue mala palabra. Ese antiperonismo fortaleció el peronismo.
-¿No es hacer antiperonismo azuzar a la justicia para que impulse investigaciones en este caso contra los principales funcionarios del gobierno anterior?
-El problema de la corrupción es explosivo y difícil de manejar. a veces lo manejan los poderes públicos, pero muy a menudo lo hacen los jueces porque les gusta. el Poder Judicial cuando ataca a la clase política se independiza y se promociona. Y eso puede ser bueno o malo. Mire lo que pasó en Italia con el Mani Pulite. Le cortaron la cabeza a todos los partidos y llegó Berlusconi. Es muy peligroso jugar con eso y dejarle la vía libre a los jueces, que aquí no se pero en Brasil son el poder, estrellas que hacen conferencias de prensa donde acusan de corrupción a muchas personas. ¿Y la presunción de inocencia que es la base de la justicia en los países occidentales? Cuidado con eso, lo que no quiere decir que la corrupción no exista.
-¿Cree que los partidos políticos no existen mas, que han sido reemplazados por las redes sociales, organizaciones intermedias, figuras carismáticas?
-Como decía el poeta, “los muertos que matáis gozan de buena salud”. La democracia es un sistema muy frágil, muy vulnerable, y esta siempre en crisis. No hay que exagerar el problema de los partidos. Estos nacen, crecen, mueren y se recomponen. No es normal, excepto en Gran Bretaña, que el mismo partido exista durante toda la historia de una democracia. En Francia el Partido Socialista desapareció en 1969 cuando sacó el 5 por ciento de los votos y en 1972 nació uno nuevo cuyo primer secretario fue Miterrand y en 1981 llego al poder. el partido que apoyo a de Gaulle en 1958 cambio 5 veces de nombre. los partidos tienen su vida propia y son indispensables para la democracia. Sin partidos solo hay personalidades, notables.
Honoris Causa de la UNL
En el marco de la realización del Congreso de Extensión Universitaria de la Asociación de Universidades del Grupo Montevideo, la Universidad Nacional del Litoral le entregó el título Doctor Honoris Causa al Dr. Alain Rouquié por entender que “es uno de los latinoamericanistas más destacado de occidente, cuya producción intelectual ha dejado marcas profundas en la ciencia política, la sociología y la historia de América Latina”.
Entre sus obras más destacadas cabe resaltar “Radicales y desarrollistas en Argentina”, cuya edición francesa es de 1967 y la argentina de 1975; “Poder militar y sociedad política en Argentina” de 1978; “Autoritarismo y democracia” de 1994, “¿Para qué sirven las elecciones?” editado en español en 1982, “América Latina. Introducción al Extremo Occidente” editado en español en 1989 y “el siglo de Perón. Ensayo sobre las democracias hegemónicas” que fue editado este mes.
Rouquié fue además embajador de Francia en el Salvador, Belice, México, Brasil, y Etiopía, como así también, desde el año 2003 y hasta la actualidad, Presidente de la Casa de América Latina en París.