-En el libro planteas una serie de ideas que consideras debería tomar el peronismo para aggionarse ¿Cuáles son alguna de ellas?
El ex ministro de Desarrollo Productivo publicó "Un peronismo para el siglo XXI" en el que desarrolla una serie de propuestas que considera debería incorporar el justicialismo para aggiornarse a los nuevos modos de producción, de las formas de trabajo y los comportamientos sociales.
-En el libro planteas una serie de ideas que consideras debería tomar el peronismo para aggionarse ¿Cuáles son alguna de ellas?
-La primera es la de un plan productivo para el siglo XXI. El peronismo es una fuerza que encarna la cuestión productiva, pero en muchos casos sigue teniendo una mentalidad muy del siglo XX. Hay que incorporar a los nuevos sectores como la economía verde, la electromovilidad, el desarrollo energético convencional y no convencional, las nuevas energías como el hidrógeno, la minería, desarrollos que están en curso y que van a permitir un salto exportador. El segundo es el tema de la estabilización. Algunos sectores del peronismo piensan que la inflación es un problema de la estructura oligopólica del mercado y que entonces lo que hay que hacer es ser más duro con los oligopolios. Es una visión equivocada. Existen los oligopolios y es un problema que hay que tratarlo, pero no es la causa de la inflación, porque si lo fuera la pregunta sería ¿por qué Brasil, España o Chile que tiene oligopolios no tienen el mismo problema? ¿Allá son buenos oligopolios y acá son malos?
- Un plan de estabilización tiene mala reputación, da la idea de ajuste.
-El peronismo tiene que discutir ahora un plan de estabilización, porque la inflación de 8 puntos por mes no se resuelve con gradualismo, y tiene experiencias exitosas, no es que hay que ir a buscarlo a otra parte. El plan de Perón de 1952 bajó el 50 la inflación, Kirchner fue un presidente exitoso. Después hay cuestiones que tienen que ver con los debates internos, por ejemplo, con entender que el peronismo necesita tener una estrategia coherente para distribuir mejor, que si en realidad quiere distribuir una torta que se achica, se va a achicar el peronismo. No va a ser exitoso. Y con esto no digo primero crecer y después distribuir. Son las dos cosas, pero esto tiene una secuencia que implica un plan productivo y en el peronismo, o en el Frente de Todos, hay sectores que tiene una visión que es más la del pobrismo, de que esta economía no puede generar empleo, cosa que no es así, entonces se pasan a los planes sociales, a los subsidios.
-En el libro explicas por qué consideras que son falsas dicotomías una serie de discusiones que vienen desde hace mucho tiempo en el peronismo como las del crecimiento versus distribución, mercado interno versus el mercado externo, y también planteas un tema del que pocos quieren hablar como el de una actualización de la cuestión laboral para adaptarla a las nuevas formas de empleo. ¿Por qué no se puede resolver virtuosamente estas cuestiones?
- Respecto de la cuestión laboral, creo que el peronismo quedó encorsetado entre el rechazo, que yo comparto, a la derecha que plantea la flexibilidad laboral como solución de los problemas porque creo que no va a solucionar nada y le va a quitar derechos a 10 millones de personas que están en el mercado laboral. Pero también rechazo la idea de que todo se resuelve con las leyes laborales de hace 50 años. A una microempresa o a una pequeña empresa, no se le puede exigir el mismo esquema laboral que a las empresas grandes. Hay que hacer un régimen sencillo de administrar. Y sobre todo creo que hay que destruir la industria del juicio, que existe. A las empresas grandes no les afecta porque tienen baja rotación y si tienen un problema laboral lo resuelven inmediatamente en su área legal. En cambio, a un pequeño empresario le lleva una carta documento donde le reclaman cualquier cosa y siente que su empresa puede ir a la quiebra y eso no está bien. Tampoco está bien que las multas laborales terminen siendo parte de un negocio financiero que termine perjudicando a la pyme y a los trabajadores en su conjunto. Hoy hay 4 millones de trabajadores en negro y el desafío es que se formalice con un esquema sencillo, ágil y que realmente sea favorable a la pyme.
- También hay nuevas realidades como las de quienes trabajan en las plataformas o en la Economía del Conocimiento.
- Las plataformas como PedidosYa, Uber, son realidades que existen y hay que pensar una regulación, pero hay que hacerlo desde adentro de esas realidades y sobre todo escuchando a la gente. Hace unos días hubo un intento de regular estas actividades en la provincia de Buenos Aires que generó mucha resistencia porque no habían consultado a los trabajadores del sector. Eso es un fracaso. Me parece bien pensar los mecanismos, pero sobre todo hay que entender esas realidades de gente que tiene otra forma de trabajar, que está llevándose un dinero que es bueno, que le da flexibilidad horaria. Son realidades distintas, lo mismo que las de los programadores que trabajan para el exterior. Hay un mundo laboral emergente al que el peronismo no le da importancia, al que creo que hay que darle relevancia y pensarlo con la cabeza del siglo XXI y no con la cabeza del siglo XX.
-Y queda la de mercado interno versus mercado externo.
-En algunos sectores del peronismo, no en todos, se piensa que o se crece con el mercado externo a costa del mercado interno o a la inversa. La realidad es que el último momento de gran expansión de la economía que tuvo Argentina, entre 2003 y 2011, que fue una expansión virtuosa porque hubo inclusión laboral, caída de la pobreza y una mejora distributiva, se hizo con un salto exportador. Cuando después de 2011, empieza a reducirse la dinámica exportadora, también se reduce la dinámica interna. Entonces, no es que una cosa a costa de la otra. Todo lo contrario. El salto exportador genera un ingreso adicional de dólares, con eso se pueden financiar más importaciones de productos que el país no produce, o que usamos para producir más en Argentina, se genera otra escala. Ese es un problema típico, por ejemplo, de la carne cuando proponen cerrar las exportaciones para destinarla al mercado interno. Y en realidad es al revés. Si pasamos de 3 a 5 millones de toneladas de producción, la escala que va a dar el mercado externo va a permitir tener mayor disponibilidad también en el mercado interno. El peronismo, que es una fuerza que históricamente tuvo un mensaje muy claro hacia los sectores productivos y del trabajo, no logra articular un mensaje claro hacia el campo. Se pelea de manera recurrente, cuando en realidad hay que tener una política para el sector y aglutinar a una parte importante, no a todos, en un proyecto político productivo porque el modelo de Juntos por el Cambio es un modelo financiero, que en general arranca bien y termina mal.
- Una de las cuestiones con la que más insistís es que sin una economía productiva el país no va a superar los problemas que tenemos.
-Por supuesto. Argentina va a cumplir una de estas de muy bajo crecimiento. En términos de mercado, estamos casi igual que hace 10 o 12 años. nos cuesta crecer sostenidamente. La realidad es que falló la política productiva, la política energética, de la que soy muy crítico. Recién ahora estamos saliendo porque empieza a desarrollarse Vaca Muerta, pero hay que acelerar todo esto. Lo principal es que se ordene la política, es clave que el peronismo construya un nuevo mensaje económico, productivo. Argentina está incubando un salto productivo exportador, que va a permitir a finales de esta década tener el doble exportaciones que a los inicios. No está garantizado este camino, pero uno ve los nuevos sectores, las industrias que se están recomponiendo y que gracias a la disputa geopolítica hay oportunidades de darles un salto productivo, la economía del conocimiento, alimentos, todo eso genera un escenario muy propicio. Yo quiero que el peronismo sea quien lidere el salto productivo exportador porque ahí tenemos la chance de tener un modelo justamente que distribuya mejor, que permita darle densidad a las cadenas productivas, que no sean recursos naturales solamente. Yo rechazo un poco la idea que en su momento enunció Duhalde de que estamos condenados al éxito. Creo que no lo estamos ni tampoco al fracaso, depende de nosotros, pero claramente tiene que haber un cambio en la forma de abordar la política.
-El peronismo siempre ha estado vinculado al trabajo ya la producción, de hecho, es el partido de los trabajadores. ¿Por qué llegamos al punto donde estamos?
- Lo planteo en el libro. Creo que hay sectores del cristianismo y de fuerzas afines a ellos que tienen un discurso plagado de prejuicios anti-empresas. Uno lo escucha a Cristina y tiene un discurso que está a favor del desarrollo capitalista, con inversión, pero enseguida empiezan los problemas, como cuanta plata ganan, por ejemplo. La discusión, en todo caso, es justamente cómo acompañar esa búsqueda de rentabilidad con inversiones que generen empleo y desarrollen las cadenas productivas. Lo vemos en la política energética. En el gobierno de Cristina hubo una caída sistemática de la producción de petróleo y gas que recién sobre el final comenzó a revertirse. El gobierno de Alberto cometió los mismos errores, la política energética quedó en manos de gente cercana a Cristina y otra vez el problema fue la expansión innecesaria de subsidios a sector ricos, de no haber no haber generado un buen régimen de inversión en Vaca Muerta y entonces creció menos de lo que tendría que haberlo hecho y al final el sector que tendría que haber generado muchísimos dólares para el país terminó sacándole 12 mil millones entre el pago de deudas y la importación de combustibles.
- ¿Cuánto ayuda a Argentina esta nueva ola industrializadora mundial y la revalorización del Estado como impulsor, con normas y plata, de este proceso de reindustrialización?
-El mundo cambió completamente. Estados Unidos es impresionante la cantidad de recursos que dispone para reforzar la industria de autos eléctricos y llegar a fines de esta década con la mitad de los autos fabricados en Estados Unidos, la política industrial en Europa, el tema de los chips, ni hablar China. Brasil la semana pasada empezó a discutir su plan industrial. Es más que evidente que este es un mundo desafiante y lleno oportunidades y creo que para Argentina a nivel industrial es clave establecer acuerdos con Brasil, con Chile, que fue muy prescindente en materia industrial pero el gobierno de Boric tiene otra visión. Me parece que hay otro escenario y es clave que los gobiernos y el sector privado busquen como reestablecer esos nichos que en su momento fueron barridos por la competencia asiática. Lo razonable es ver cómo aprovechar esa tensión geopolítica, no para alinearse con uno o con otro, sino ver dónde está el espacio de autonomía para el país y negociar con los diferentes núcleos de poder internacional, pero en beneficio propio no de los otros.
- ¿Por qué crees que la industria, los industriales tienen mala prensa en Argentina? Te pongo un ejemplo fácil: por el precio de la ropa, pero es más profundo.
-Porque hace 50 años hay campañas anti industriales. La empezó Martínez de Hoz, pero siguieron. Visité un montón de fábricas y lo que primero destaco es que los industriales que están de pie, que sobrevivieron a tantas crisis, tienen mérito, no están de pie por ninguna prebenda sino porque realmente tienen algo que los distingue. Segundo, el empresario industrial en general ama su fábrica, está orgulloso de lo que hace, de sus trabajadores, los cuida, muchas veces es una empresa familiar con tradición Obviamente tenemos un montón de problemas generados por el cortoplacismo. ¿La industria textil tiene condiciones para ser competitivo en Argentina? Sin dudas. Hay materia prima de calidad, fábricas de insumos textiles muy modernas. Ahora, hay que tener un plan porque viene un gobierno y les dice que va a abrir todo porque son malos empresarios, después viene otro que los protege no por vocación proteccionista sino porque no tiene dólares. Esa falta de coherencia en el tiempo hace que se generen estos problemas. Ahora, si tuviéramos un plan que pudiéramos sostener en el tiempo y pudiéramos darle competitividad a toda la cadena no hay dudas que Argentina puede producir mucha ropa de calidad para el mercado interno a buen precio e incluso exportar más de lo que lo hacemos ahora. Yo no soy un proteccionista y me parece que la discusión proteccionismo-librecambismo es una discusión que atrasa, que es vieja. Lo que hay que hacer es acompañar con política industrial creando capacidades, generando competitividad y donde hay capacidades reales y potenciales ayudar a que se desarrollen y cuidarlo porque eso vale mucho.
-Respecto de las políticas industriales, el economista coreano Ha-Joon Chang dijo en la charla que dio en Argentina que el gran éxito de la política industrial de Estados Unidos es haberle hecho creer a los demás países que no tiene política industrial.
-El consejo de Chang es no hagan lo que los países industrializados recomiendan sino hagan lo que hicieran ellos. Tener industria es una decisión política. En Argentina hay sectores como la producción agropecuaria que tiene condiciones agroecológicas particulares, buena calidad de los suelos y empresarios que saben cómo producir, que han incorporado tecnología. Ahora, la industria en todo el mundo crece por una decisión política. Lo que a Argentina le falta es la coherencia, la continuidad de la política industrial que sí tienen muchos países en el mundo. Dani Rodrik, un economista muy importante de la Universidad de Harvard, dice que el mundo debe tener un nuevo paradigma productivista que reemplace al neoliberalismo que ha sido un gran fracaso para la humanidad. Hay que ir a una visión productivista, centrada en la producción, en el trabajo y no tanto en las finanzas, y que sea menos globalista y más regionalistas. En ese marco me parece que es fundamental generar un consenso industrialista, que la discusión no sea si hay que desarrollar o no la industria, eso debería ser un acuerdo entre todos, sino los mejores instrumentos para hacerlo. No podemos estar cada cuatro años discutiendo si hay que desarrollar o no la industria, si hay que abrir todo o si hay que generar políticas industriales.
La estatización de Vicentín, una concesión al kirchnerismo
-La idea de estatizar Vicentín fue muy importante para la política de Santa Fe porque es decisiva para que, por ejemplo, Carolina Losada gane la interna de Juntos por el Cambio, se convierta en senadora y este año compita por la gobernación. En el libro contás que fue una decisión que el presidente tomó en un momento de alta imagen como una una concesión a Cristina y al kirchnerismo.
-El problema de Vicentín estalló con el comienzo del gobierno, a los pocos días de asumir tomó estado público el default de Vicentín y lo que se veía era un problema muy grave con los productores porque no estaban cobrando y amenazaban seriamente toda la cadena de pagos en Santa Fe y en parte de Córdoba. Creo que Alberto tuvo la mejor buena intención de encontrar una solución pero que actuó de una manera un poco apresurada probablemente con el esquema que le llegó. En un momento de alta popularidad quiso tener un gesto hacia el kirchnerismo que le estaba reclamando una respuesta contundente a esto y quiso al mismo tiempo dar una respuesta a los problemas de los pequeños productores que habían tenido un problema grave. Me parece que actuó con premura en el sentido de no tomar un tiempo más largo para analizar la respuesta, la solución que se planteó claramente no fue la indicada y fue correcto haber retrocedido no por la reacción negativa sino porque la solución no iba ser positiva. Claramente fue un error que generó un costo y no encontró una solución favorable a ese problema. Se siguió por la vía del concurso y el Banco Nación siguió reclamando lo que correspondía, digo esto porque también escucho gente que dijo que el gobierno convalidó la estafa y no creo que haya sido así, el gobierno siguió reclamando una solución.
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