Cómo Argentina (y el sur global) pueden insertarse en la nueva globalización
"Hay una oportunidad para quienes sepan leer correctamente esa transformación y reconfiguración", dicen los autores de una investigación sobre el tema. La clave está en incorporar la dimensión productiva a las de política exterior.
Los presidentes sudamericanos y la comisaria europea de Comercio durante el anuncio del acuerdo en Uruguay.
La política internacional argentina ha sido objeto de cambios radicales por parte del actual gobierno nacional, a diferencia de la de la mayoría de los países que tienen intereses permanentes más allá de quien gobierne. Y mutó de alianzas regionales como el Mercosur, la adhesión a tratados internacionales y una defensa de los intereses comerciales, a otra donde solo interesan un alineamiento sin objeciones con EEUU e Israel, el paso a segundo o tercer plano de los aliados regionales y una apertura comercial casi sin límites, a contramano de lo que ocurre en la mayoría de los países.
¿Cómo debe insertarse Argentina en el mundo en tiempos donde el mundo se está reconfigurando a partir del surgimiento de China? Esta es una de las preguntas que busca responder un trabajo difundido en la semana por Fundar, elaborado por Julieta Zelicovich, Martina Zanetto y Martín Schapiro, que lleva por título "La reconfiguración de la globalización. Estrategias en países del Sur Global para insertarse en el nuevo tablero internacional", donde describen como los casos de Sudáfrica, Brasil, Indonesia y México son un buen ejemplo de "como los cambios en el sistema internacional pueden ser una oportunidad para aquellos países del sur global que sepan leer los espacios de permisividad".
"La globalización como la conocimos ya no existe. Esto quiere decir que la dinámica de crecimiento y expansión del comercio y la inversión por sobre el PBI internacional que se dio entre los 90 y 2008-2015 cambió profundamente. El quiebre empezó con la crisis financiera internacional y se profundizó con la elección de Trump en 2016, la pandemia en 2020 y la guerra de Rusia con Ucrania a partir de 2022. La dinámica global es otra y tenemos que cambiar los lentes con los que miramos el panorama internacional, la clave es incorporar la dimensión externa a las políticas productivas y trabajar el nexo entre políticas productivas y la política exterior", dice Julieta Zelicovich, doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario.
Julieta Zelicovich, autora junto Martina Zanetto y Martín Schapiro del trabajo titulado "La reconfiguración de la globalización. Estrategias en países del Sur Global para insertarse en el nuevo tablero internacional".
"Se está reconfigurando la globalización porque la posición hegemónica de EEUU comenzó a deshacerse cuando tuvo que enfrentar a un competidor como China que se convirtió en el principal exportador mundial (2008) y que cuando lanzó el programa Made in China 2025 activó todas las alertas en Washington. En 2017 EEUU incluyó la competencia con China como una amenaza a su seguridad comercial internacional", explica Zelicovich.
Multilateralismo y competencia
Este nuevo escenario – describe- tiene dos características: un multilateralismo competitivo que hace referencia a un escenario donde hay más actores y distintos polos de poder, ya no solo una manera de manifestar el desarrollo y la inserción internacional; y una competencia geoeconómica donde los países compiten más que cooperan y en esa competencia se disputa el poder internacional, vinculando los instrumentos de política económica a metas geopolíticas y estratégicas.
Los anuncios que Trump hace estos días, aseguran, no los sorprenden. "Venimos identificando un cambio en los instrumentos de política comercial y de inversiones. Por ejemplo, el volumen de comercio internacional sujeto a barreras para las importaciones fue creciendo hasta llegar a 2023 donde uno de cada 10 contenedores tienen trabas para ingresar, que además se articulan con otras reglas como aumento de aranceles pero también subsidios, controles y licencias que son crecientemente proteccionistas en el norte global. Desde la pandemia hay un ímpetu a ganar espacio por parte del Estado Nacional y apelar a instrumentos para torcer los flujos económicos o condicionar las políticas de otros Estados, orientarlos en función de proximidad geográfica o de actividad geopolítica".
También relevaron cambios en la lógica de las inversiones extranjeras: "Se siguen haciendo acuerdos comerciales y de cooperación, pero ahora se utilizan para generar mecanismos de control sobre las cadenas de valor y condicionar los agregados de valor en los sectores más sensibles; ya no son solo aranceles e inversiones sino que hay un paquete regulatorio importante. Estados Unidos no firma un acuerdo de libre comercio como tal desde 2012 (con México y Canadá). En el mismo sentido es tratada la inversión extranjera directa que aparece como mecanismo de promoción de inversiones o de infraestructura, como la Ruta de la Seda, pero que son instrumentos de búsqueda de influencia global".
Sectores clave
La reconfiguración de los sectores estratégicos es una de las características de los tiempos y el documento enumera cuales son los sectores claves de la reconstrucción global, entre los que nombra los vinculados con la transición energéticas como minerales críticos, semiconductores, servicios avanzados en datos, inteligencia artificial y también los bienes que hacen a la seguridad económica como aquellos relacionados con un uso militar y los insumos médicos o farmacéuticos, en los cuales el Estado busca tener mayor control porque quedarse proveedores genera una amenaza a la seguridad nacional y genera un daño mayor que el daño económico.
Esto no significa que haya un proceso de desglobalización, porque la interdependencia económica sigue muy alta, sino que lo que hay "es una disputa por quién controla esa globalización, especialmente las cadenas de valor en los sectores estratégicos" dicen los autores del trabajo. Y continúan: "Las reglas las pone el norte global, pero encontramos que esto no significa que el sur global tenga que tener una interacción acrítica, abrirse y dejar que los países que hoy controlan la capacidad de establecer las reglas marquen completamente la cancha, sino que encontramos que hay países del sur global que leyendo adecuadamente los juegos de contrapesos de este escenario internacional están elaborando estrategias diferenciadas para disputar el modo en que se insertan en la globalización. Es un momento de cambio y en ese momento de cambio surgen oportunidades".
Libre comercio con EEUU y acuerdo Mercosur - UE
En este contexto, Zelicovich se refirió al anunció del presidente Milei de firmar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. País que, explica, "no firma acuerdos de libre comercio, sino que promueve otras herramientas. Plantear un acuerdo de libre comercio en la actualidad tiene poco sentido, es mucho más interesante ver cuáles son los instrumentos que efectivamente pueden tener una aprobación en Washington y cuáles las herramientas adecuadas que países del sur global pueden disputar en esta relación de poder. Y eso parte de un buen diagnóstico de los cambios globales. Vemos que para esto lo que tienen en común los países es que fortalecieron sus capacidades burocráticas. Las capacidades del Estado importan y las capacidades del Estado en relación con el entramado productivo nos muestran la importancia del entretejido que se da en la toma de decisiones para construir consensos que se tienen que sostener incluso entre los cambios de gobierno".
Respecto del acuerdo Mercosur – UE recordó que éste se viene negociando desde los 2000 y que tiene un modelo que refleja esa etapa de hiperglobalización, de allí el proceso de renegociación iniciado en 2019. "En 2022 la UE promovió un nuevo modelo de acuerdos internacionales donde busca incorporar algunas consideraciones sobre cómo ajustarse a ese nuevo tablero global y en eso se inscribe esta nueva renegociación. Los borradores del nuevo acuerdo se publicaron el miércoles y recién los estamos analizando".
"El acuerdo que se renegocia, todavía no firmado, lo primero que hace es responder al incremento del proteccionismo limitando el espacio entre los dos bloques en el uso de estos instrumentos, lo que congela una relación de poder. Además dispone de mecanismos de diálogo y compensaciones para reaccionar en el caso de que nuevos instrumentos generen desvíos y asimetrías en las relaciones económicas internacionales, incorpora como obligatorias para el comercio de Argentina el cumplimiento de las metas ambientales del Acuerdo de París y modifica algunas herramientas como el de las compras gubernamentales, aunque tiene una cosa rara porque se le dan más beneficios a Brasil que al resto de los países del Mercosur", enumera.
También incorpora algunas cuestiones vinculadas con los minerales críticos, ya presentes en los acuerdos con Chile y Nueva Zelandia, que empiezan a limitar el espacio de política de los países firmantes respecto de cómo agregar valor. Solo Brasil podrá ponerle retenciones a las exportaciones sobre los minerales, pero tendrá que darle una preferencia a la UE. Y, finalmente, establece limitaciones respecto a la existencia de monopolios nacionales, "por ejemplo no se podría hacer una empresa minera sin infringir el tratado, además de incluir una limitación respecto a la posibilidad de incluir precios mínimos sobre los minerales".
"Como todo acuerdo tiene ganadores y perdedores. Lo que encontramos en éste refleja las dinámicas de poder internacional. Entendemos que en las relaciones internacionales hacen falta instrumentos de cooperación, vemos que en la clave que se mueve e l mundo son importantes para traccionar comercio e inversiones; pero a titulo personal, creo hay algunos elementos que congelan estructuras de poder: no hay mejoras para sectores vinculados a la agricultura, como si consiguió Paraguay, por ejemplo que tiene un aumento de la cuota para cerdos y biodiesel".
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