Un proyecto de ley en el Senado santafesino plantea declarar plaga rural a las palomas
La norma propuesta por el oficialismo entiende que debe existir un programa provincial de control poblacional de la especie, con fines económicos y también sanitarios. Sostiene que es hora de pedir asesoramiento a las universidades y de actuar.
Las palomas pueden poner huevos hasta cuatro veces en el año cuando tienen comida abundante. Más allá de su imagen simpática, pulan en las ciudades, causan enfermedades y daños edilicios. En los campos provocan pérdidas económicas.
Un proyecto de ley que declara "plaga" la superpoblación de palomas en el ámbito rural ingresó a la Comisión de Economía, Agricultura, Ganadería, Industria, Comercio, Turismo y Transporte del Senado de la Provincia de Santa Fe. El texto tiene previsto su pase posterior a la Comisión de Presupuesto y Hacienda, porque dispone gastos del Estado santafesino y como toda iniciativa normativa deberá pasar finalmente el filtro de Asuntos Constitucionales y Legislación General para llegar al Orden del Día y recibir su aprobación.
La idea es que los productores agropecuarios y la población que vive en los campos no sufra los efectos de una especie que se ha multiplicado y pone en riesgo la producción y también la salud de los trabajadores rurales y sus familias.
El texto no avanza sobre lo que sucede en las ciudades con la invasión de palomas que se han adueñado de cuanta cornisa, balcón, pliegue arquitectónico o lugar adecuado para anidar haya disponible en, por ejemplo, la capital provincial pero seguramente el debate sobre lo que habría que hacer en los campos bien puede desatar otro sobre ese creciente problema urbano.
El problema de las palomas llegó a la Legislatura santafesina.
En detalle
La norma que la Cámara alta tiene en su poder desde la sesión del 5 de septiembre lleva la firma del presidente del bloque de la Unión Cívica Radical, Rodrigo Borla (San Justo). Esa bancada tiene una cómoda mayoría y muy probablemente haya coincidencias con senadores del justicialismo respecto de que alguna medida debe tomarse frente al tema.
Su primer artículo dice textualmente: "Declarase plaga la superpoblación de Zenaida auriculata (paloma torcaza) y otras especies similares en el ámbito de todo el territorio provincial". En tanto que el segundo crea el Programa Provincial de Control Poblacional de Palomas "en el ámbito rural del territorio provincial a los fines de reducir y controlar la cantidad de ejemplares, con el objeto de preservar la actividad agrícola ganadera y el ecosistema, asegurando la sustentabilidad económica, ecológica y la salud de las personas".
Como es lógico, dispone que el Ministerio de la Producción sea la autoridad de aplicación y que tenga a su cargo la implementación de lo que se busca llevar adelante, en una primera etapa, mediante "convenios específicos" con el gobierno nacional los municipios y especialmente las "universidades nacionales, universidades privadas, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), los institutos de investigación públicos y privados, organismos públicos y privados, entidades agropecuarias, organismos no gubernamentales (ONG), personas de existencia ideal cuyo objeto social se relacione con las actividades vinculadas a los objetivos de la presente ley y personas físicas que demuestren conocimientos relacionados con la actividad".
La actividad colombófila queda a salvo del programa de control los ejemplares, así como las palomas criadas y/o mantenidas en cautiverio o semicautiverio por criadores. Los siguientes artículos autorizan los gastos del caso y dispone que la reglamentación a cargo del Poder Ejecutivo se complete en 30 días tras su sanción.
La Cámara deberá discutir el proyecto que busca controlar la población de estas aves.
Reflexiones sobre cómo proceder
Los considerandos son interesantes. Muestran optimismo respecto de "buenas perspectivas de siembra" por el clima y recuerda que "muchos productores se han decidido por implantar girasol en sus campos" por lo que "se tiene que delinear una serie de acciones con la finalidad de minimizar los daños provocados por la presencia de palomas".
Recuerda que el problema de su voracidad "se repite todos los años" y que "no se resolverá de un día para el otro, ya que es necesario que se coordinen acciones entre las provincias vecinas, para así mitigar los efectos de esta plaga", sostiene Borla.
Expresa que "actualmente existe un producto químico que se utiliza para alejar a las palomas de los cultivos y que ha sido autorizado por el Senasa para realizar estas prácticas. Estamos hablando de un producto similar a un repelente que tiene efecto directo sobre las palomas, ya que las ahuyenta y no las deja alimentarse, pero no provocan daños ni perjuicios a los cultivos, ni a las personas y mucho menos al medio ambiente".
Y sigue: "en la provincia está prohibida la venta de agroquímicos sin receta agronómica, que es algo así como la receta médica, que tiene que levar indefectiblemente la firma de un ingeniero agrónomo, quien de esta manera se hace responsable de administrar un producto determinado".
Dato mata relato
Los fundamentos indican algunos "datos preocupantes" que muestran que con lo hecho hasta acá para controlar la población de palomas no es suficiente: las torcazas "pueden tener hasta cuatro posturas en el año, siempre y cuando cuenten con una buena dosis de alimentación. Este dato aumenta la preocupación entre los productores, sobre todo porque estas aves pueden volar entre 50 y 100 kilómetros por día en búsqueda de alimento".
"Estadísticamente, en los años 70 y 80, las palomas causaron estragos en el sorgo, pero actualmente esos perjuicios se extendieron al girasol, maíz, mijo y la cebada, entre otros tipos de oleaginosas y cereales. También hubo casos donde las palomas se alimentaron de rastrojos de la soja".
"Este animal de apariencia inofensiva es la pesadilla de los productores, enemigo del patrimonio arquitectónico urbano y además una amenaza para la salud pública por el tipo de enfermedades que puede transmitir. La población de palomas crece 3,6 veces por año y genera perjuicios para el campo y para los habitantes de las ciudades: es una grave plaga. El incremento desmedido de las palomas ocasiona graves pérdidas en cultivos de cosecha como el girasol, sorgo y soja y se ha convertido en un problema más preocupante para el productor. Hay muchos productores girasoleros, que debido a esto están pensando dos veces antes de sembrar".
Más adelante, reflexiona sobre lo que sucede en la ciudad, donde "los efectos se multiplican". Advierte que "su materia fecal produce un hongo corrosivo que daña la superficie de monumentos y edificios. Un casa conocido es el de Venecia, en Italia, donde las autoridades llegaron a aplicar multas a quienes les dieran de comer a las palomas porque ya no sabían de qué modo preservar las reliquias de la ciudad", comenta.
La especie "transmite enfermedades bacterianas como la psitacosis, que si no se trata puede derivar en una neumonía atípica que puede llegar a matar. También Escherichia Coli, a través de la materia fecal. Ocurre que, cuando los tanques de agua no están tapados, defecan adentro y eso provoque fundamentalmente diarreas. Además, un ácaro en su pluma da sarna y cuando hay mucho contacto con ellas pueden contagiar piojos".
"El combate y reducción de la población de las palomas en todas sus variantes ha dejado de ser una temática reservada a la acción de los particulares y de aplicación de remedios locales: el Estado provincial habrá de participar activamente en la erradicación de los males que acarrea la superpoblación de esta especie (y sus cruzas) que afecta a la salud de las personas, a la producción agropecuaria y al ecosistema. Esta Ley viene a otorgarle el marco jurídico e institucional para que el Ministerio de Producción, proceda a ejercer las funciones administrativas y en su caso normativas que le competen para la ejecución", indica a partir de la declaración de plaga.
Se busca en el proyecto dotar al Ejecutivo de herramientas jurídicas y "habilitantes para ejecutar activamente las competencias asignadas, impulsando la participación de entidades públicas y privadas", dice.
Y subraya que "resulta claro que el combate de esta plaga debe efectuarse con instrumentos variados y que deben complementarse. A su vez deben ser sustentables en el tiempo. Justamente, la sustentabilidad ambiental está en juego toda vez que esta superpoblación afecta al ecosistema y también la salud pública".
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