Vulnerabilidad social: "En Santa Fe la situación es cada vez más dramática"
El sacerdote destaca dos claves de un reciente documento firmado por obispos de todo el país: que el ajuste no lo paguen los más pobres y que no se destruyan las redes de contención. Y señala: "No tenemos que dejar de organizarnos para ayudar".
Vulnerabilidad social: "En Santa Fe la situación es cada vez más dramática"
A comienzos de semana y luego de conocerse las demoras en el envío de alimentos a comedores comunitarios por parte del gobierno nacional, en medio de una escalada de precios, en particular de los alimentos, la Comisión Episcopal Argentina emitió un documento en el que advirtió que "la comida no puede ser la variable de ajuste".
El organismo, que pertenece a la Iglesia Católica, está integrado por obispos de todo el país y en el texto, dirigido a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, advertía que "la comida no puede ser una variable de ajuste".
El Litoral dialogó con Matías Vecino, presbítero de la Pastoral Social de Santa Fe para analizar cuál es la situación en nuestro territorio.
- ¿El documento de la CEA alcanza a reflejar la gravedad de la situación?
- La CEA, cada vez que emite un documento, es muy medida y trata de sopesar bien las palabras. Dentro de la propia Comisión, que integran obispos de todo el país, está representada el AMBA que tal vez sea la zona más candente, hasta Humahuaca, Tierra del Fuego y de todo el territorio; y hay posiciones diferentes. Por eso los documentos son muy medidos Pero hay allí dos puntos para resaltar: uno es que el ajuste no debe declararse en el plato de comida. Que había que hacer ajuste creo que lo sabíamos todos, más allá del color político; pero ajustar por los más pobres ni siquiera era el eslogan de la campaña (del actual Presidente). Al contrario, entendíamos que el ajuste era para los de arriba de la pirámide.
Por otro lado, en este tira y afloje entre el gobierno y las organizaciones sociales que funcionan de intermediarias en los barrios, con cuestiones alimentarias, de salud y laborales, la que sale perjudicada es la gente. Y eso tampoco estaba en la campaña ni en la intención de los ciudadanos que sabíamos que a los pobres no se les puede quitar lo mínimo e indispensable para vivir que es la comida.
El documento dice otra cosa también y es que no hay que destruir las redes. Sobre todo durante la pandemia pero en realidad siempre, en cualquier comunidad, las personas nos asociamos y nos organizamos para luchar por un objetivo.
Esto ocurre con cualquier tipo de asociaciones, desde las profesionales hasta las de trabajadores que son los sindicatos; también lo pobres se han asociado, por ejemplo los cartoneros para que lo que cirujean pueda tener más valor y obtener mejores precios y calidad en el reciclado.
Es verdad que hay organizaciones que indebidamente presionan sobre la gente. Pero eliminar la red de solidaridad para hablar con cada uno me parece, primero, imposible y segundo sería algo que ellos mismos decían que no iban a hacer: ¿cómo se entiende un Estado que dialogue directamente con cada una de las personas? Eso es más Estado, no menos Estado. Ahí hay contradicciones que no me cierran.
En las organizaciones sociales están, además de los movimientos, las escuelas, los clubes, las iglesias que ojalá de acá a un tiempo no tengamos que existir para este tipo de ayuda y que la gente pueda llevar un plato de comida a su casa. Pero hoy esa posibilidad no está dada y no se puede suprimir a las organizaciones intermedias en esta tarea.
- ¿Cuál es la situación en Santa Fe?
- La situación es cada vez más dramática. Es cuestión de recorrer las calles en la ciudad para ver más gente viviendo de la calle, en la calle. No hay una esquina con semáforo sin un chico limpiando vidrios. Esto viene de antes, no es producto de estos dos últimos meses, pero hay cada vez más gente en la calle.
También observo que los movimientos sociales y los sindicatos en Santa Fe se están reuniendo, se han unido sectores que estaban desunidos y están trabajando muy pacíficamente.
- ¿Desde diciembre hasta ahora observan un aumento muy abrupto de las necesidades que tuvieron que salir a atender?
- Si, enero es un mes complicado de medir. Con la Mesa de Dialogo de la que la Iglesia forma parte, hicimos una campaña en diciembre que resolvimos en poco tiempo y el objetivo para este año es iniciarla antes. Más allá de eso, pudimos reunir alimentos que distribuimos en algunos movimientos sociales a través de Cáritas. Porque la idea era que no cierren comedores; y aun así cerraron comedores en la ciudad.
- Por falta de insumos.
- Claro y otros tenían una reserva hasta febrero y no saben cómo van a seguir. Hay una realidad compleja ahí.
- ¿Tienen previsto analizar este tema en alguna reunión dentro de la diócesis o en el marco de la Mesa de Diálogo?
- Con el equipo de Pastoral Social de la Arquidiócesis siempre pensamos estos temas y este año vamos a continuar. Tenemos vínculos y contacto con un montón de organismos. Mi voz no es estrictamente mía sino de un equipo que viene analizando esta situación desde hace bastante tiempo: somos un equipo.
También tenemos previsto organizarnos con los sacerdotes del cordón oeste de Santo Tomé y de Santo Tomé que atienden situaciones de vulnerabilidad muy grande, para saber cómo responder, unir fuerzas en esos barrios y organizarnos un poco mejor.
- ¿Cuál es el mensaje de la Iglesia santafesina frente a este momento tan complejo?
- Lo primero es no dejar de dar una mano al que esté al lado. Sabemos que eso no soluciona un problema, va a paliar el dolor de una persona en una circunstancia determinada. Y lo segundo es no dejar de organizarnos para ayudar, para que esa ayuda se transforme en algo más sólido a largo plazo, pueda ser sostenida en el tiempo y estar más "craneada".