Para Arancedo, Argentina tiene todavía una juventud sana que no hay que dejar caer en manos de los mercaderes de la muerte. Foto: Flavio Raina
El arzobispo de Santa Fe hizo un llamado a todos para luchar contra el flagelo de la droga.
Para Arancedo, Argentina tiene todavía una juventud sana que no hay que dejar caer en manos de los mercaderes de la muerte. Foto: Flavio Raina
Gabriel Rossini
redaccion@ellitoral.com
El documento de la Iglesia Católica argentina hecho público el viernes último sobre el avance del narcotráfico en el país sacudió a la política nacional. De un día para otro, el tema volvió a estar en el centro del debate, con actores interpretándolo cada uno de acuerdo a sus conveniencias.
Más allá del agua para su molino que cada uno de quienes opinaron sobre el documento pudieron llevarse, el arzobispo de Santa Fe y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo, mostró su preocupación porque la sociedad no le daba al problema toda la importancia que éste tiene.
“Cuando los obispos empezamos las asambleas episcopales, conversamos sobre diversos temas, desde la vida interna de la Iglesia hasta lo que pasa en el país. En ésta, el lunes pasado, el tema del narcotráfico era manifestado por todos como una preocupación. Y de los obispos de todo el país, no de un lugar determinado. Se veía como algo que avanzaba y que no había por parte de la sociedad una toma de conciencia de las consecuencias que ello conlleva. Uno, acostumbrado a hablar con obispos de otros lugares, advierte que Argentina no es México o Colombia. Pero cuando hablo con ellos me advierten que tengamos cuidado porque el narcotráfico entra, va como echando raíces que van envolviendo a la sociedad y todos sin darse cuenta terminan siendo cómplices”, le dijo a El Litoral esta mañana.
“Hay una especie de complicidad en no darle a tema el relieve y la importancia de lo que es: un delito. Y que en torno a él crece comercialmente mucha gente. La sociedad se va desequilibrando. Y va dejando un tendal de muertos. Todo eso nos preocupa. La Iglesia tiene desde cada capilla, parroquia, instituciones como Cáritas, escuelas, un termómetro permanente de este tema. Por eso es que nos parecía que había que hacer un documento focalizado para llamar la atención. No hablar sobre otros temas. Para hacérselo ver a la sociedad. Por eso hablamos de que “la complejidad es tal que sólo será abordado eficazmente por medio de amplios consensos sociales que deriven en políticas de corto, mediano y largo plazo”. Por eso es que buscamos un consenso de parte de toda la sociedad en orden a ir creando una conciencia en todos respecto de este todo que sostenga incluso las políticas del Estado.
—Lo duro del documento es la palabra complicidad, donde se involucra a todos los poderes del Estado.
—Hay también una complicidad de la sociedad con el silencio, la tolerancia, aceptar que las cosas son así. No puede avanzar la droga sino hay complicidad de los poderes que tienen que contrarrestarlos. Si la droga está prohibida no puede entrar al país. Cuando hay controles hasta para hacerse de unos pocos dólares para viajar, como puede entrar esa cantidad de droga. ¿No hay controles? ¿Hay controles pero pasan igual? Se va creando como una falta de confianza, de credibilidad que va debilitando las expectativas de la gente. “Contra esto no se puede monseñor” son palabras que me dicen mucho. ¿Será así? ¿No será que estamos adormeciendo la conciencia? Y en esto todos hasta los medios son partícipes.
Responsabilidades
—Uno tiene la sensación de que el tema del combate a las drogas se ha politizado más de lo conveniente. Se echan la culpa entre todos y nadie se pone al frente de la lucha.
—Es un delito federal, pero creo que la droga avanza por una falsa tolerancia o progresismo. Hay que ser conscientes de lo que es el narcotráfico y que están jugando con la vida de las personas, que están debilitando y destruyendo incluso una cultura. Para el chico el mañana no existe, vive el hoy. Esa cultura es un campo abierto y para contrarrestarla hay que provocar en la gente proyectos de vida, entusiasmo en el futuro, capacidad de renunciar a algo para alcanzar otra cosa. Somos consumidores de los que nos venden hoy, y mañana que se encargue el que pueda. Los adultos viven siendo cómplices inconscientes de una cultura que lleva a mucha gente a vivir el presente de una manera en la que no existe el futuro; entonces la cultura del trabajo, los proyectos, disciplina para trabajar, para estudiar, no existe.
—Por algo el principal grupo de la sociedad sobre la cual avanza el narcotráfico son los chicos de entre 17 y 25 años que no trabajan ni estudian.
—Y los va debilitando, tal como lo decimos en el documento. Chicos que dejan la escuela y que no trabajan. Uno rastrea un poco y allí la droga aparece enseguida. La finalidad de la Iglesia fue advertir y poner sobre la mesa este tema, que necesita de amplios consensos sociales que sostengan y deriven en políticas de corto y mediano plazo.
—A esto me refería cuando le decía que vamos a terminar echándonos la culpa unos a otros y nadie va a hacer nada.
—Por eso este documento es positivo y termina diciendo “no dejemos que nos roben la esperanza”. A veces nos entretenemos en problemas que podrían ser coyunturalmente, con una gran resonancia en los medios, pero que en una semana se terminan arreglando. Pero este tema no y me parece que es el que deberíamos asumir con mayor compromiso y detención desde la formación, desde la escuela, desde los medios, para sostener incluso aquellos que tienen que ejercer el poder del Estado. Evidentemente hay un poder del narcotráfico que no tiene códigos.
Políticas
—Tan importante como la lucha del narcotráfico es generar políticas de Estado, para que estos chicos puedan estudiar o conseguir trabajo. Reemplazar los planes de empleo y de asistencia social por el trabajo genuino.
—Todos tienen que estar comprometidos. La cultura del trabajo, los proyectos de vida que lleva un chico, a pensar en sus noviazgos, en su matrimonio, en construirse una casa, todo eso es un futuro que se hace presente. Cuando estuve en Río participando de las Jornadas Mundiales de la Juventud, vi cuatro millones de chicos jóvenes con una alegría. Entonces ¿cómo no se va a poder pensar en un mundo nuevo? Argentina tiene todavía una juventud sana. ¿Cómo la vamos a dejar en manos de estos mercaderes de la muerte? Todos tenemos que sentirnos muy unidos para evitarlo y preguntarnos que podemos hacer frente a esto.
—Falta que alguien siente a todos a la mesa para ponerlos de acuerdo.
—Este documento ha querido ser un poco eso. Por eso hemos querido tratar de decirle a la sociedad lo que está al final del documento. “Trabajemos por una cultura del encuentro y la solidaridad como base de una revolución moral que sostenga una vida más digna”. Acá no se trata de ser católico o no católico. El narcotráfico se está introduciendo y cuando avanza, desgraciadamente volver para atrás cuesta mucho, es muy difícil.
—¿Tuvo algún contacto con el gobernador?
—Lo saludé cuando pasó ese hecho (el ataque a balazos a su domicilio particular). Hablé con él por teléfono, quedó en venirme a ver algún día. Fue un hecho llamativo porque no fue un robo. Fue una amenaza y eso es triste. Es el gobernador.
—¿Le enviaron el documento al Papa Francisco?
—Llega inmediatamente... Le mandamos un saludo, como siempre. También a la presidenta, por quien pedimos una pronta recuperación.
Agenda
—Me dijo que el tema que más le preocupa a los obispos es el de las drogas. ¿Qué otros temas sociales le preocupan a la Iglesia?
—Uno es la falta de trabajo y la cultura del trabajo. La violencia, la inseguridad, la muerte. Asistimos casi impávidos a la muerte de personas, parece como que ya nos acostumbramos. El que muere es una persona, un hermano nuestro. También preocupan los temas referentes a la cultura, que esté al nivel del hombre y que vaya elevando la inteligencia, su sentido de la belleza, de la solidaridad. También preocupa la devaluación de la palabra, que está dejando de ser un instrumento de diálogo que nos da confianza.
—¿Temas económicos? Se lo pregunto porque leí a monseñor Lozano de la Pastoral Social, preocupado por el tema de la inflación.
—Preocupa el tema de la inflación porque siempre castiga al que menos tiene, al que vive de un sueldo fijo.
“El Papa Francisco ha superado las expectativas” —El mismo día que asumió, me dijo en una entrevista que Francisco iba a hablar mucho por sus gestos. ¿Esto fue así? —Creo que Francisco ha superado las expectativas. Los gestos son importantes. Él le da mucha importancia. Y tienen mucha importancia. La palabra da un contenido, dice algo. El gesto compromete a la palabra, es un testimonio. Él habla de humildad y se muestra humilde. Vive de esa manera, es un hombre sencillo. Entonces, no solamente es la palabra, los gestos son importantes. Pero también en el plano de las ideas ha hecho cosas muy importantes. Creo que Francisco no sólo se está mostrando, también está teniendo contenido. Muchas reflexiones acerca de la vida de la Iglesia son profundas. —Abrió la puerta a la discusión de algunos temas que eran difíciles para la Iglesia como el del IOR, armar un organismo colegiado de la curia. —Él ha puesto transparencia, coherencia, sencillez. Una Iglesia más semejante a Jesucristo, pobre, humilde, comprometida. Así que creo que todo eso es importante. —¿Qué repercusiones recibieron de los fieles argentinos? —Hay una gran cantidad de gente que se dice católica pero que no tiene militancia. Gente que ha crecido en hogares cristianos, que se ha formado en esa cultura, con los valores del Evangelio formando parte de su ideario. Esa gente se ha sentido como interpretada y con deseos de volver. Eso es lo que yo quisiera y que me genera expectativas. —Este año ha cumplido una década al frente del Arzobispado de Santa Fe. ¿Qué balance hace de todo este tiempo? —Vine en un momento complicado (reemplazó a monseñor Edgardo Gabriel Storni) y después la ciudad sufrió la inundación. Hoy, noto a la Iglesia comprometida, trabajando, más unida. Tendría que agradecer a Dios por los 10 años. Yo venía de Mar del Plata y me sentí bien recibido. Siempre tuve las puertas abiertas para todos, he recorrido toda la diócesis, voy siempre a las parroquias. —Tenemos la sensación de que la iglesia santafesina recuperó el protagonismo y la influencia que supo tener históricamente. —Yo tengo tengo buena relación con las autoridades de los gobiernos. Nunca he tratado de utilizar a nadie, de ejercer presiones sobre nadie, de hablar con libertad. La gente me ve caminando o manejando el coche. Ya formo parte del paisaje de la ciudad así que me siento cómodo, muy libre, me siento querido más allá de gente que no piensa como yo. Constituimos la Mesa del Diálogo con gente que no piensa como yo. Todos tenemos que crear una autoestima en Santa Fe y afrontar temas que nos tocan de cerca como la escuela la educación la seguridad hasta el tema del traslado del puerto.
Código Civil
“Hay que trabajar en la prevención”
“La mayor pobreza es no tener trabajo”