Ricardo Luis Alfonsín, hijo del ex Presidente de la Nación, Raúl Alfonsín, respira política desde que es pequeño. Estudió abogacía y se fue empapando de los valores históricos de la Unión Cívica Radical. Partido con el que no siempre coincide, pese a ser Convencional Nacional desde 1993. Seis años después, en 1999, fue electo diputado por la provincia de Buenos Aires, cargo que ocupó hasta el 2003. “A partir de ese momento empecé a adquirir responsabilidades dirigenciales”, dice él.
Con un pie sobre sus años de trayectoria, Alfonsín hijo —como muchos lo llaman para diferenciarlo de su padre, Raúl— expresa que es “una expresión de la renovación”. Con el otro, apoyado en el presente, comenta que sigue “trabajando, luchando y recorriendo; aunque no sea candidato”.
En tiempos de posmodernidad política y márketing electoral, el referente de la UCR considera que “hay una tendencia, salvo excepciones, a hacer política desde los medios y hacia adentro de los partidos”. A sus 67 años de edad, Alfonsín explica cómo él entiende al modo de obrar en el asunto de la democracia: “Recorro los pueblos y las ciudades. No voy solo al comité, me reúno con las sociedades de fomento, la dirigencia barrial, los centros de jubilados, las cámaras de comercio, sindicatos. No es para hacer actos, es para que me cuenten cómo viene la cosa”.
— Hay una gran preocupación en toda la sociedad. Los indicadores sociales y económicos del 2015, lejos de mejorar, se mantuvieron o empeoraron. Y por supuesto, empeoraron no porque solo podían empeorar, sino como consecuencia de las políticas económicas aplicadas que, más allá de las buenas intenciones del gobierno, no fueron las correctas.
— ¿Qué cambió entre la Convención de 2015, en Gualeguaychú, y la de 2019, en Parque Norte?
— Que se ratificó Cambiemos, pero también se propuso la creación de un nuevo frente en función de un nuevo programa. Ahora, habrá que ver cómo gestiona este mandato la comisión de acción política, encargada de su materialización. Si puede ampliarlo, reformularlo, mejorarlo, fortalecerlo.
De todas maneras, las cambios positivos los advierto en la sociedad. Creo que hay un reclamo de consensos, ya que se ha comprendido que los problemas nacionales no se resuelven -y espero no equivocarme- si no somos capaces de llegar a acuerdos fundamentales entre las principales fuerzas políticas, los actores económicos y los del trabajo.
— Su padre inauguró la democracia argentina moderna con un ideal similar al que usted advierte...
— Creo que los consensos, entendido como recursos para enfrentar los problemas severos de una sociedad, son buenos, y que es lo que nos ha faltado desde siempre. Espero que la política aprenda de la historia y advierta que los países que tuvieron que superar cuestiones como las nuestras lo hicieron por medio de los consensos, y no con ningún presidente o partido iluminado. Que fue el conjunto de la política la que, junto con los distintos actores, fueron capaces de acordar programas que con el tiempo fueron dando soluciones.
Intentarlo sería nuevo y bueno, porque no todo lo nuevo lo es. Pese a que últimamente se instaló la idea de que lo nuevo era, de por sí, bueno. Y eso es un disparate.
— ¿Y qué análisis hace de lo “nuevo” que se conformó hace ya cuatro años?
— En realidad, lo “nuevo” que se está aplicando es muy viejo. A nivel global, las concepciones económicas que ahora estamos viviendo, y que aparecen como novedad, son casi del siglo 19. Lo que pasa es que, como se dejaron de aplicar, creemos que son novedosas.
— ¿Por qué se reconfiguran como nuevas, si son concepciones viejas?
— Porque a finales de la década del 70, como consecuencia de la crisis del Estado de Bienestar -inflación, problemas fiscales, crisis del petróleo-, empezaron a imponerse las ideas neoliberales expresadas en los triunfos de Reagan y Tatcher.
En realidad, este consenso tampoco era nuevo aquí, porque reproducía lo que incluso existía desde antes de la creación del Estado de Bienestar. Pero eso es otra historia
— Respecto de la historia, Ernesto Sanz sostuvo que el PRO pretendió sustituir a la UCR en su clásica representación de la clase media. ¿Qué le llama la atención de esta descripción?
— En primer lugar que nosotros no tenemos una representación solo sobre la clase media. Nuestra representación es, o debe ser, sobre todos los sectores que pueden ser potenciales víctimas. Luchamos por la justicia y la igualdad, y estos dos valores pueden ser agredidos en distintas clases sociales. Por lo tanto, la clase trabajadora tiene que ser representada por la Unión Cívica Radical.
En segundo lugar, esa fue mi intervención en Gualeguaychú. Lo manifesté, lo anticipé y dije que iba a ocurrir. Esto no quiere decir que me parezca algo malo. Creo que fortalecerse está en la naturaleza de todo partido político, incluso a expensas de otro. Nadie se puede sorprender por algo así.
— ¿No lo supieron escuchar?
— Yo lo dije. No creo que no me supieran escuchar. Quizás, no coincidirían.
La visita de Ricardo Alfonsín a la redacción de El Litoral se dio en ocasión del día del Periodista. Aprovechando su visión política, se le preguntó por el rol que debería ocupar el periodismo en la actualidad.
“Diría que es un rol político, que no hay que confundir con partidario.
Es tarea de la política hablar sobre las ventajas y desventajas en los asuntos. Pero es tarea del periodismo enriquecer criterios, a partir de los cuales los ciudadanos tomarán las decisiones.
No creo que se pueda hacer ninguna transformación, en ningún país del mundo, si no hay una sociedad que acompañe. Ahora, para que eso se dé, tiene que recibir información adecuada.
Por lo tanto, la tarea de los periodistas es fundamental. No todos lo ejercen desde esta óptica, pero sí hay muchísimos que contribuyen a darle calidad a la democracia”.