El Litoral
El gobernador Lifschitz se reunió este miércoles a solas en la Casa de Gobierno con Antonio Bonfatti y después con José Corral. Organizó una comida con los más cercanos del Frente, pero enojados por la discusión sobre el futuro del gabinete, los radicales de NEO decidieron no concurrir.
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Ivana Fux - ifux@ellitoral.com
Estado de ebullición en el Frente Progresista. Los resultados electorales del domingo dieron algo de oxígeno al oficialismo en el análisis territorial de los guarismos, pero volvieron a ser un masazo en la ciudad de Rosario para la categoría de concejales; y en toda la provincia, para la elección de diputados nacionales.
Sobre esa base, el mismo día de la elección, Miguel Lifschitz habló de la necesidad de “relanzar” el Frente Progresista, y de abrir sus fronteras a otros actores. Pero antes de ir a la búsqueda de esos nuevos integrantes, la coalición necesita reconstruir lazos en sus fueros más íntimos. Y por ese sendero parece haber empezado a transitar Miguel Lifschitz.
El primer mandatario recibió el miércoles en su despacho durante media hora a Antonio Bonfatti. La relación entre ambos pareció llegar a su punto más álgido a sólo días de las elecciones, cuando se cruzaron por los dichos del ex gobernador, que fueron interpretados como un paralelismo entre Mauricio Macri y Adolf Hitler. Lifschitz lo tildó, entonces, de soberbio, y marcó distancia. Pero ayer volvieron a encontrarse. A solas, en la Casa Gris.
No fue el único cónclave de la tarde. También ayer, el gobernador recibió a José Corral. Ya se había reunido con el intendente antes de las elecciones.
Faltazo
A la par de las reuniones con Bonfatti y Corral, Lifschitz había organizado para el miércoles a la noche una comida con los referentes más cercanos del Frente Progresista para hacer los primeros análisis poselectorales. El propio vicegobernador Carlos Fascendini había sido uno de lo responsables de trasladar las invitaciones. Pero el ruido que se generó en las últimas horas respecto del futuro de los radicales no frentistas en el gabinete, tensó inesperadamente la situación y hubo varias sillas que en la cena quedaron vacías.
El martes, como informara El Litoral, Fascendini reiteraba su postura de que los ministros y funcionarios alineados con Cambiemos que eran aún parte del gabinete debían “retirarse” y dejar de ser parte de “este barco”, en alusión a la gestión provincial.
Pero un día después, en declaraciones a Radio Dos de Rosario, Lifschtiz dijo que no era momento de pedir renuncias; que no había “ningún cuestionamiento” hacia esos funcionarios -básicamente, los ministros de Obras Publicas, Julio Schneider; y de Ciencia y Tecnología, Eduardo Matozo-, y que los gabinetes “acá y en la China, los decide el gobernador”.
La reacción de Lifschitz resonó en los oídos de Fascendini como una desautorización. Y como conductor junto al ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro del espacio NEO -sector que rechazó migrar a Cambiemos y eligió permanecer en el Frente-, reunió a sus huestes antes del “asado”, y decidieron no asistir a la convocatoria del gobernador. No fueron, no participaron. Ni los legisladores invitados, ni Fascendini, ni Pullaro. Sólo llegó para el postre el senador Lisandro Enrico. También allí estuvo Bonfatti. La cena se celebró igual. Con los presentes, un repaso electoral sin abordajes profundos; una reunión políticamente correcta y de camaradería. Con los ausentes, una aspereza más que limar.