Domingo 19.6.2022
/Última actualización 11:05
La “lof Wiritray” está sobre el cerro Mascardi y en la costa del lago que lleva el mismo nombre. Un lugar paradisíaco. Allí viven y administran un centro recreativo los integrantes del tronco familiar Treuque, Raunque y Nalek. Todas las decisiones, explica una de sus voceras, son tomadas por un consejo de ancianos que “bajan” todas las ideas para el funcionamiento y organización. Un sistema que bambalea dado que varios murieron durante la pandemia y ahora deben replantearse los mecanismos.
La comunidad está integrada por más de 150 personas de 60 ramas del tronco familiar, de acuerdo a lo que contó Patricia Montenegro, una de las “werkenes” de esas familias. El grupo reclama 6.000 hectáreas alrededor.
Llegaron a la región sobre 1890 y “todavía no hemos podido comprobar si hemos sido corridos de Argentina hacia Chile y luego vuelto aquí o al revés” explicó la werken. Señaló que en esos tiempos era “complicado” decir públicamente que uno era mapuche y que por protección a las futuras generaciones no se les transmitía siquiera la lengua. Eso hace más difícil identificar fácilmente “rasgos mapuches” pero Montenegro indicó que “hay papeles que lo demuestran y eso nos permite tener la carpeta técnica de estas tierras, que hemos ocupado desde siempre” aunque todavía no tienen los títulos comunitarios que necesitan para estar tranquilos”.
Sobre el comportamiento de algunos mapuches en la zona, dijo que “nuestra enseñanza y esencia es que el mapuche nunca fue violento” y que “nuestros abuelos nunca nos enseñaron a andar con la cara tapada, somos gente de paz y diálogo”. Y denunció que han “violentado los derechos de otra comunidad, porque esos terrenos que ocupan (ndr: en Villa Mascardi) ya habían sido relevados a favor nuestro como comunidad mapuche”. Sobre el origen de esos grupos, señaló que “los conocemos, pero no puedo hablar de gente que no tienen ni raíz ni historia en este lugar” y que detrás de todo el accionar “hay algo de fondo: no puede ser que con la violencia que llegan y se mueven el Estado no haga nada”. Patricia Montenegro comparó la actuación estatal respectivamente y ejemplificó que si ellos tocan “un palo o cortamos leña, nos labran un acta si no estamos autorizados”. También denunció vivir tiempos difíciles, donde reciben amenazas y se sienten “avasallados”.
Consultada por la explotación que hacen de la tierra que ocupan, contó que tuvieron que “hacer la reconversión hacia el turismo cultural, porque al estar cerca de una ruta no podemos dedicarnos a la cría de animales, por ejemplo”, una de las actividades que realizaban sus antepasados. Aclaró que, de cara al futuro, “no queremos comercio, no es la intención poner un hotel 5 estrellas” porque “cada uno tiene su trabajo, algunos en forma particular y otros en el Estado” y van y vienen a la ciudad de Bariloche para desarrollarse en esa línea. “Nosotros nos hemos criado en estos lugares y jamás tuvimos el pensamiento de una actividad inmobiliaria” recalcó y aseguró para finalizar: “Somos todos partes de la naturaleza y nos dedicamos a cuidarla”.