Martes 25.5.2021
/Última actualización 9:48
"Nadie se va a inmolar", es el confeso resumen de un senador que hace todo lo posible para que la Legislatura rechace los dos vetos del gobernador a leyes capaces de mejorar la calidad institucional de la provincia, pero que duda del resultado de sus gestiones y de quienes piensan lo mismo. Sabe que las dos leyes en juego son producto de un contexto que ha terminado (el desagrado generalizado que causaba Marcelo Sain con sus acusaciones) pero piensa que son dos buenas normas.
La expresión referida al sacrificio personal se lleva bien con aquella que, tras algunas deformaciones del original revolucionario, se limita a decir que "nadie está obligado a ser un héroe". Ser uno más protege al individuo de su conciencia y lo mantiene cómodo en un grupo mayor que, generalmente con su silencio, consiente alguna injusticia.
Con el veto del Ejecutivo en el sistema republicano es igual. El silencio de cualquiera de las dos cámaras, o que alguna no alcance una mayoría especial de dos tercios, daría valor de ley a los decretos que contienen los vetos del Ejecutivo.
A la Legislatura le queda solo algo más de una semana para tomar una decisión. El escenario para el Ejecutivo es bastante mejor que en 2020, cuando ambas iniciativas contaron con mayorías cómodas incluso por sobre el número ahora exigido para que sigan vigentes.
El vacío de contrapoder que ha causado la muerte Miguel Lifschitz ha cambiado la situación en Diputados, donde los números parecían más fuertes. En rigor su trágica y evitable desaparición –toda pérdida por falta de vacunas en el país lo es- ha movido todo el tablero del lado opositor en la provincia.
La casualidad ha hecho que el duro confinamiento sanitario hasta fin de mes coincida con el plazo que tienen los legisladores para opinar sobre los vetos de Perotti. Serán días de intensa negociación entre ambas cámaras y con el Ejecutivo.
La subsistencia de las leyes requiere de que funcione un juego de espejos entre una y otra Cámara. Que acuerden y reflejen la misma votación y que confíen en que así será, que no los engañen efectos propios de la refracción de la luz. Que se repitan los acuerdos y los consensos que permitieron sancionar las dos leyes el año pasado. Pero como nadie quiere dar un paso en falso se hace difícil dar el primero.
Las certezas no son fáciles de construir y menos cuando falta el líder de la oposición. El Ejecutivo sabe cómo quebrar a las mayorías, y que no haya dos tercios en Diputados. Esta vez ha tenido buenos reflejos.
Desde que comenzó mayo las Cámaras pudieron haber rechazado los vetos, pero entre la enfermedad y su triste desenlace, más la designación de autoridades de los diputados que encabezaba Lifschitz, llevaron todo a la sesión del pasado 20 en que no pasó nada en sendas sesiones y antes todo tipo de contactos. Ahora queda solo el casillero del día 27 para poner fichas.
¿Qué leyes discuten los partidos políticos con representación parlamentaria en Santa Fe y la Casa Gris? En un caso, se trata de regular, transparentar y obligar a una rendición de cuentas con cómodos plazos para los llamados gastos reservados, en los tres poderes. Implica nada menos que echar algún grado de luz sobre las cajas negras.
En el otro, se remedia un marco legal que no fue lo suficientemente riguroso cuando fueron creados los dos nuevos institutos del proceso penal santafesino. Las leyes que hicieron nacer al Ministerio Público de la Acusación y al Servicio Público Provincial de la Defensa Penal no previeron lo que ocurrió con Marcelo Sain entre diciembre de 2019 y marzo de 2020 cuando mantuvo al mismo tiempo un cargo como ministro del Poder Ejecutivo y otro como funcionario del Poder Judicial, en el MPA (bajo licencia sin goce de sueldo).
Y ese es solo uno de los filtros que esta ley se pretende colocar, también se piensa en fijar incompatibilidades para que cualquier ex funcionario no se convierta en fiscal o defensor, es decir, lo que ocurrió con cuadros políticos de los gobiernos del Frente Progresista, Cívico y Social, hoy en el MPA.
Es curioso que la corriente de opinión mayoritaria entre los fiscales, que pone todo su empeño para protestar por las leyes que los dejan bajo el control directo de los legisladores no se repita –al menos en parte- para pedir que haya incompatibilidades para el ejercicio de sus funciones, que en parte ponen en juego nada menos que la libertad de los ciudadanos y la persecución de los delitos.
El Senado es Cámara de origen del veto sobre esa norma, y está dispuesto a negociar cambios con el Ejecutivo o aún a dejar caer esa ley siempre que subsista la otra, cuyo veto está en Diputados y cuyo tratamiento parece condicionar todo.
Entre los senadores se admite que nunca hubo controles de gastos reservados y se conforman al pensar que con un ministro en Seguridad que les merece respeto la situación es otra. Pero les parece que no puede perderse la oportunidad de enmendar vacíos legales en las condiciones que tienen que reunir los integrantes de la acusación y la defensa pública en el fuero penal.
Caracterizadas injustamente por la prensa como "las leyes anti Sain", esa simplificación sigue en los discursos que ahora ensayan algunos legisladores que ya se han dado vuelta. "Ya no está Sain", dicen para disimular sus giros de 180 grados. ¿Cómo es que alguien votó por cara ahora dirá ceca?. El apellido que antes era un aliciente para unificar posiciones contra un cuerpo extraño en la política santafesina hoy es apenas una excusa para borrar con el codo lo que tan certeramente se había escrito y votado con todas las manos levantadas que hicieron falta.
Mayo al terminar dirá si había el año pasado en la Legislatura un espíritu normativo superior a los intereses coyunturales de los dirigentes, o si apenas votaban un par de chicanas contra un ministro.
La letra de ambas normas están a la altura de lo primero. Son perfectibles, pero para ello deben primero ser sancionadas: ¿qué otra oportunidad puede tener Santa Fe de que sus dirigentes políticos se pongan límites para disponer de gastos reservados, así como a los pases de la Casa Gris a la Justica sin rubores?