Por Patricio Dobal
Durante el 2021 se formalizó la creación de un inédito fondo público y privado para gestar 500 startups de impacto mundial en una década en territorio provincial. Un repaso por algunas de las nuevas ideas revolucionarias.
Por Patricio Dobal
El 2021 será recordado como el año en que se plasmó una experiencia inédita de potenciación de proyectos basados en ciencia y tecnología a partir del financiamiento de empresas privadas y el Estado provincial. En agosto fue el lanzamiento oficial de SF500, un fondo que tiene aporte mayoritario de los grupos Bioceres y Terragene, pero que compromete también dinero del gobierno santafesino y que pauta como máxima la creación de 500 startups en una década.
La idea permite exponer el interés que existe entre el capital privado y el Estado para estimular ideas de base tecnológica que permitan dar soluciones a la vida diaria de la población mundial, ideas que a criterio de los analistas, serán las que permitirán mayor desarrollo económico y generarán más empleo en la región, frente a las actividades tradicionales.
"Las primeras inversiones estarán en el primer trimestre de 2022, es una convocatoria abierta, se necesitan conocer cientos y cientos de proyectos para determinar cuáles son los mejores para invertir en un esquema en donde también las mismas empresas que se presentan se van fortaleciendo, en todos los casos son firmas en estado embrionarios y participar de una programa como SF500 significa también profesionalizar esa idea inicial que puede ser disruptiva", precisó Marina Baima, secretaria de Estado de CIencia y Tecnología de la Santa Fe, quien pilotea desde la pata provincial la marcha de SF500.
El plan establece que por cada peso o dólar que coloque la Provincia, el capital privado que se incorpora al fondo ponga 9 pesos o dólares. El fondo establece un espacio para la inversión del Estado nacional y para la participación de los gobiernos mundiales.
Hay u$ s 250.000 por empresa con la chance de participar de una segunda ronda. Además, el fondo no solo opera financiando a empresas en su etapa germinal, también inyectará dinero en aceleradores, incubadoras, otros fideicomisos que tiene como función la organización de startups para llegar al objetivo de las 500 startups.
Precisamente durante el 2021 el trabajo de las aceleradoras, incubadoras e institutos públicos ha sido clave para llevar a la práctica proyectos muy innovadores que lograron cosechar capital fundamental para llegar al mercado, a los que se sumaron iniciativas que avanzaron en el camino del escalado para salir del boceto en papel pata iniciar procesos en laboratorio. Se trata de ideas que avanzan sobre rubros muy disímiles, la agricultura, la salud y la industria están al tope de la lista.
La provincia de Santa Fe se encamina a ser productora de un elemento clave en los tratamientos de belleza, Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos de Rosario (Iprobyq) es el que logró un mecanismo biotecnológico para tener ácido hialurónico sin impacto ambiental. "Los métodos tradicionales se valen de ojos de peces, crestas de gallo y otros microorganismos que son patógenos para la producción industrial. En nuestro caso, creamos un proceso súper limpio: modificamos la bacteria gras que se usa para alimentación animal y humana y logramos que genere enormes cantidades de ácido hialurónico", explicó el bioquímico Hugo Menzella, director del instituto.
Lo cierto es que tras concretar la producción en escala laboratorio en fermentadores de 15 litros, el instituto ahora está a punto de dar un paso clave en asociación con la firma biotecnológica Diagramma con sede en Santa Fe. "El plan es desarrollar y validar a una planta piloto de 500 litros que nos permita levantar una inversión más voluminosa para hacer la planta de producción industrial que estimamos estará liderada por una sociedad constituida por los investigadores del Iprobyq a cargo del proyecto y los accionistas de Diagramma que pusieron gran parte del fondeo para concretar el escalado", indicó Menzella.
La lista sigue. Mientras se conocen cada vez más casos de enterramiento de los plásticos, se sabe que sólo alrededor del 25% de los residuos plásticos que se generan en el campo -silobolsas y envases de fitosanitario- son reciclados en la región. Para intentar contrarrestar este fenómeno un equipo de investigación Laboratorio de Materiales de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) se fijó el objetivo de desarrollar un material en base a polímeros reutilizados que pueda dar lugar a paneles similares a las chapas para revestir techos de comederos para aves y ganado porcino y no descartan incluso la chance de que dichos paneles puedan servir para el uso residencial.
El equipo en cuestión recibió un fondeo clave para iniciar los trabajos de laboratorio de parte de la Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación (Asactei). El capital servirá puntualmente para la puesta en marcha del programa de escaldo. Se trata de poco más de $ 2 M a lo que se suma un monto similar de parte del mismo equipo para la experimentación.
Si de biomateriales se trata, en Rosario se cocina un plan que busca crear un sustituto al cuero ganadero a base de hongos y orujo vitivinícola. Detrás del objetivo está una sociedad conformada por emprendedores que hace tiempo vienen trabajando en ideas que permitan darle valor a materiales menos contaminantes y un instituto de Conicet.
El proyecto en cuestión se llama Wonder y se encuentra hoy en fase experimental. "Trabajamos con hongos y con el orujo, que es ni más ni menos que el residuo de la industria vitivinícola. Básicamente lo que estamos haciendo es hacer crecer el hongo empleando el orujo como sustrato, de ese proceso se rescatan fibras que son el componente básico de este biocuero", precisó Martín Vasquez, ingeniero industrial de 30 años, que viene de consolidar una marca que al momento de su irrupción generó fuerte impacto.
Las ideas alcanzan también creativos métodos que recuperan y protocolizan técnicas tradicionales para aumentar la producción. Si bien el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (AIL) alcanzó prestigio mundial por ser cuna de tecnologías como la HB4, que permite crear cultivos extensivos resistentes a la sequía a partir de la incorporación de transgenes en la soja o el trigo, esta vez la entidad que está bajo el paraguas del Conicet y la UNL desarrolló un mecanismo más simple, pero que apunta a revolucionar la productividad en las huertas y quintas de la región.
Si alguien lo cuenta la cosa parece poco verosímil y de hecho no les fue sencillo a los referentes del instituto comunicar el estudio. "Primero compartimos las conclusiones referentes de mi grupo de trabajo y no las tomaban en serio. Tuve que reforzar el planteo yo para que por lo menos voltearan la mirada y desde arriba decidieran interesarse en los resultados de un experimento que nos parece fantástico: detectamos que si le agregamos peso a algunas plantas en particular por determinado lapso de tiempo y en determinada fase de crecimiento de las mismas, logran un tallo más grueso y luego dan más frutos o más semillas", sintetiza Raquel Chan, al frente del AIL y creadora con su equipo de la tecnología HB4. "Experimentamos con tomates, chía, quínoa, cannabis y en todos esos cultivos intensivos la técnica funcionó de maravillas. Empleamos elementos con diferente peso, pero se destacan los broches para la ropa o los usados en la oficina para sostener papeles", compartió. El plan ahora es hacer divulgación en las quintas y huertas de la provincia.
Incubados en Bio.R, la aceleradora de proyectos biotecnológicos que el Conicet tiene montado en el Centro Científico y Tecnológico de Rosario, los impulsores de la firma DETx Mol abrieron un camino clave al hacer realidad un test para detectar el covid-19 por tecnología PCR en tiempo real que se fabricó en un laboratorio rosarino y ahora van por más. Con financiamiento provincial tienen en marcha un programa para experimentar entre otros dispositivos, en test rápidos para detección de dengue y tuberculosis.
El plan es replicar la tecnología que se empleó para la identificación de pacientes con coronavirus. "Desde nuestro origen tenemos un portfolio de productos a desarrollar que es muy amplio. Eso incluye replicar la misma tecnología que implementamos en los test covid para otras enfermedades y es así que hemos logrado un subsidio de $ 6 M por parte del programa Emprende EBT que entrega la Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación (Asactei) que nos permite desarrollar un kit para dengue y otro aporte de menor volumen de parte del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología para hacer lo propio con un test para tuberculosis", precisó Diego Chouhy, investigador del Instituto de Biología Celular y Molecular de Rosario (IBR) y uno de los titulares del DETx Mol.
Entre aportes propios y fondeo externo la compañía está invirtiendo $ 12,3 M con los que busca hacerse de equipamiento importado que es central para seguir experimentando con más herramientas de detección. "Nos apoyamos en nuestro expertise en la metodología, además de contar la colaboración de una empresa internacional que es pionera en el desarrollo de reactivos para PCR en tiempo real. Se trata entonces de un mecanismo clave para asegurar el éxito de los procedimientos", explicó Chouhy.