“Is this the real life?, Is this just fantasy?”
Fue el 6 de marzo de 1981 en el estadio “Gigante de Arroyito” de Rosario Central. La banda de rock llenó la cancha y dejó una huella en la historia de los espectáculos en el país. Cuatro décadas después usarán una foto de ese día para un libro inédito del grupo. El relato de tres amigos que estuvieron esa noche.
“Is this the real life?, Is this just fantasy?”
La voz de Farrokh Bulsara mundialmente conocido como Freddy Mercury retumba por los cuatro costados del Gigante de Arroyito. El calendario marca viernes 6 de marzo de 1981 y en el escenario está Queen. Miles de almas viajaron a Rosario desde distintos puntos de la provincia de Santa Fe y del país para escuchar a una de las mejores bandas de rock. Se cumplen 40 años de aquel mítico recital.
El verano del ‘81 fue el elegido por los organizadores para traer al grupo británico a la Argentina. Queen estaba de gira por el mundo para presentar “The Game” (El juego), su octavo álbum en estudio que fue lanzado el 30 de junio de 1980. Según recuerdan las crónicas de la época, una semana antes de la llegada de los artistas, comenzaron a armar los escenarios. La logística para traer al país los equipos que formaban parte del show también fue otro dato que impresionó a los productores locales: desde Japón salieron en dos Boeing 707 que trajeron siete grúas para ocho parrillas lumínicas de 80 reflectores cada una, 125 bafles columnas de sonido, mientras que desde Los Ángeles se mandaron por barco ocho columnas para sostén de techo con peso de 30.000 kilos.
Los lugares elegidos fueron los estadios de Vélez, el mundialista de Mar del Plata y el de Rosario Central. El arribo triunfal, con fanáticos y todo, fue en el aeropuerto de Ezeiza el 27 de febrero. Los dos días que siguieron fueron los show en la ciudad de Buenos Aires, luego fueron a “La Feliz” y el 6 de marzo desembarcaron en la provincia de Santa Fe. "Supimos que iba a ser muy excitante desde que aterrizamos. En el aeropuerto no pudimos creer lo que escuchaban nuestros oídos, porque estaban pasando nuestra música por los altavoces", afirmó Freddie a The Sun en una entrevista de aquellos días.
Semejante evento no podía ser desaprovechado, mucho menos para los jóvenes de aquella época, que vivían tiempos de dictadura y libertades recortadas. La historia que se cuenta a continuación es de un grupo de santafesinos que logró ir, que juntaron el dinero, hicieron los arreglos necesarios y dijeron presente esa noche de marzo.
Rosario siempre estuvo cerca, reza un viejo refrán local. Y así fue que pusieron manos a la obra para averiguar cómo conseguir los tickets de acceso. “Hace 40 años atrás no había ni Internet ni redes sociales, la información era escasa. Por eso llamamos a radio LT9 y dejamos un mensaje en el contestador preguntando si quedaban localidades para comprar en las boleterías de la cancha”, contó a El Litoral José Oscar, integrante de ese afortunado grupo de amigos.
“La respuesta llegó un rato más tarde y, afortunadamente, fue positiva. Nos dijeron que quedaban entradas a la venta en el estadio. No dudamos, fuimos a la terminal de ómnibus y compramos los pasajes y nos embarcamos a Rosario”, agregó.
“Me viene a la memoria estar en la tribuna y escuchar a Juan Alberto Badía que anunciaba el comienzo del show. Se hizo un silencio y tras unos minutos el juego de luces se posó sobre Freddy y arrancó la magia”, recordó José Oscar.
Are you ready? Hey, are you ready for this? Are you hanging on the edge of your seat?
Quienes partieron de la ciudad capital tenían como destino la casa alquilada por otros santafesinos que comenzaban sus estudios universitarios en la Cuna de la Bandera. “El primer mega recital de una mega banda de rock que se hizo en mega estadios de la Argentina me agarró viviendo no muy lejos de donde tocaban uno de los cinco shows programados, la cancha de Rosario Central. Suerte que se dice”, señaló José Sylvestre (uno de los inquilinos de esa vivienda) en una entrevista que gentilmente concedió a este diario.
— ¿Qué recuerdos tenés de esa noche?
— Si bien todos éramos del palo de la música, no me consideraba ni me considero un fanático de Queen, pero jamás dude en ir. Es más, ese disco era considerado “por los verdaderos fanáticos” como una traición al estilo, abandonando la onda más rockera (heavy metal y progresiva) de los siete anteriores por una más pop, melosa y fundamentalmente comercial. Muchos estaban enojados (con algo de razón por eso), y tengo ejemplos de amigos que no fueron de bronca. Todavía siguen llorando.
Tengo en mente esa caravana de amigos que salimos para el estadio, la mayoría con entrada para “gallinero” y alguno con platea o campo (los más privilegiados). Nos dispersamos al llegar al estadio para vivir distintas odiseas. Cada uno de los que estuvimos ahí debemos tener algún flash que, después de 40 años, nos pegó más. El mío fue el del sonido, yo pensaba, “estoy lejos, ¿se escuchará bien?” ¡Nos volaron la peluca! El recuerdo que tengo así de claro, es el de un sonido impresionante, que se escuchaba nítido aún estando bien del otro lado del escenario en la segunda bandeja.
— Particularmente de Queen, ¿Qué te quedó grabado?
—El espectáculo fue tan novedoso, tan ordenado, tan poderoso que esos 150 o 200 metros que me separaban del escenario desaparecieron por arte de magia. Ver ese personaje (N. del R: hace referencia a Freddy Mercury), como un punto blanco, permanentemente móvil, con ese maravilloso estilo de agarrar el micrófono, esa elegancia, la capa, la corona, la camiseta de Argentina y el dominio del escenario y la hipnosis que ejercía sobre nosotros, era mágico. ¡Y esa voz! Tremenda.
Pablo me hizo recordar que en un momento (Mercury) arrojó su pandereta al público! Y de ahí hasta el final del show esa pobre instrumento fue pasando de manos en mano, con corridas y pogos incluidos de aquellos que se apoderaban (aunque sea por un instante) de esa reliquia. Calculamos que cada uno se habrá llevado un pedacito, entera no quedó seguro.
También se me viene la imagen de la melena de May, y las ganas de ver de cerca cómo movía esos dedos sobre el mástil de la viola, la postura de Deacon, fría, impávida. No entendía como podía sacar ese sonido tan groso de ese instrumento... sin moverse. Y Taylor, un animal feroz detrás de esa inmensidad de batería. Cuatro demonios se habían apoderado de nuestras almas.
—¿Qué canción destacás de aquel show?
— Una de mis incógnitas era qué iban a hacer en Rapsodia Bohemia (Bohemian Rhapsody); cómo se arreglaba el tema de las voces; qué harían ellos y cómo se escuchará. Recuerdo que ellos desaparecieron, se apagaron las luces, se armó el play back con los coros e imagenes y cuando vuelve la banda, el corazón nos dió un vuelco. Puro poder. No sé cuánta gente habrá ido, 40.000 ponele (N. del R: según las noticias del momento fueron 20 mil espectadores), ese fue otro espectáculo imponente, el primero de los que por suerte pude ver. Impactante el público argentino. Por eso enamora.
—Queen pasó y después...
— A la salida, con Queen retumbando todavía en nuestros oídos, volvimos a encontrarnos en casa, compartimos emociones, relatos, risas, gritos. No dimensionamos, creo, que fuimos testigos de una gira con cinco recitales inéditos en el país, únicos, históricos por el contexto en que se daban y que marcarían el inicio de una serie de grandes espectáculos que luego pudimos ver. La Reina había dejado sus huevos en Argentina.
Open up your mind and let me step inside. Rest your weary head and let your heart decide
Con la melodía de Queen guardada en su cabeza, Pablo Parajón, otro de los santafesinos que fue al espectáculo, le contó a El Litoral una anécdota posterior al recital. “El fin de semana siguiente, cuando todo el mundo hablaba del show, escucho por Radio 2 que iban a repetir el recital porque había sido transmitido en vivo por esa emisora”, arrancó.
“Tenía la oportunidad mágica de revivir los momentos pasados hacía días nada más, entonces en un radio grabador Winco, esos que tenían un micrófono y grababan con dos enormes rodetes con cinta marrón, haciendo gala de toda la tecnología que tenía mi alcance, inmortalice el show grabado con un micrófono apoyado en el parlante”, agregó.
Por último, el entrevistado contó que “además de tener un sonido regular se escuchaba con cierta descarga y pérdida de la onda”; sin embargo resaltó: “La felicidad y lo que disfrutamos ese primer gran show fue lo que me dejó la semilla y energía para estar presente en la gran cantidad de conciertos de grandes músicos y bandas que fueron llegando a nuestro país para cumplir un sueño que parecía imposible, pero Queen fue el primero y nadie podrá robármelo”.
Crazy little thing called love!!!
Como era dable esperar, el centenario diario de Santa Fe tuvo su cobertura del mega recital de Queen. La nota salió publicada el domingo 8 de marzo con el título “En una noche de sonido y furia, ‘la reina’ conquistó al ‘gigante’”.
“En un pasaje del recital se detuvo para tomar un vaso de gaseosa, entró luego en un singular contrapunto con la popular -un contrapunto hecho de "yees" y de "ooh"- para continuar finalmente con un rock vibrante. Tiene plasticidad, vigor, seducción pero —a diferencia del Mick Jagger de hace unos años, por ejemplo, no deja toda el alma en cada actuación. Su entrega es dosificada. Al verlo desplazarse frenéticamente sobre un frente de más de cuarenta metros, como si nada, uno no puede dejar de pensar en aquellos cantantes que hacen ‘playback’ en un reducto de dos por dos, y la comparación da pena”, describió con lujos de detalles quien firmó la crónica, Daniel Briguet.
Maradona
En Buenos Aires, Queen se reunió con Diego Maradona y el encuentro quedó plasmado en la participación del 10 en el último recital de la banda en el país. En medio del show, Freddie se puso la camiseta de fútbol de Argentina y lanzó en inglés: "Quiero presentarles a un amigo de ustedes: Maradona". La gente estalló con el ya mítico canto "Maradooo, Maradooo". Diego le habló a los presentes: "Le quiero agradecer a Freddie y a los Queen por hacerme tan feliz. Y ahora “Otro muerde el polvo" (Another One Bites the Dust).
Córdoba
El cuarto recital de Queen en la Argentina estaba previsto para el jueves 5 de marzo en Córdoba. Pero, para lamento de miles de cordobeses, la banda británica nunca pisó el suelo de La Docta.”Los gastos determinarían pérdidas" detalló el empresario que estaba al frente de la producción en la provincia mediterránea. “Aun cuando se vendiera cada localidad a 60.000 pesos y se lograra un lleno en el estadio el show daría pérdida", remarcaron.