Sabido es la buena relación que el senador Osvaldo Sosa tiene con las distintas iglesias evangélicas a las que habitualmente les satisface sus pedidos, que siempre se han traducido en ayuda económica.
“Pero cuando fui médico en el hospital y había un chico grave, cuando salía de la habitación me encontraba con los padres llorando pero siempre los acompañaba un pastor, siempre había un evangelista al lado del que estaba sufriendo, eso me hizo cambiar de idea y hoy les tengo que perdir perdón”, manifestó el legislador.
Sabido es la buena relación que el senador Osvaldo Sosa tiene con las distintas iglesias evangélicas a las que habitualmente les satisface sus pedidos, que siempre se han traducido en ayuda económica.
Pero esta vez el hecho fue diferente, porque en un encuentro que el senador tuvo con el pastor Fabián Alvarenga de la iglesia “Familia de Dios”, el pedido no fue dinero sino Biblias.
El grupo se reúne todos los martes en el Club Estudiantes, a cuya presidente Betina Guzman, Alvarenga agradeció porque “esta Iglesia nació en este salón donde éramos cuatro y hoy es un lugar colmado de hermanos que vienen a escuchar la palabra de Dios”.
Hasta allí, llegó el senador con el precandidato a concejal Mario Souilhé quien expresó que “la biblia es como el pan que alimenta la fe y lo necesitamos porque nos da la fuerza necesaria para ser mejores personas”
Por su parte, el senador Sosa realizó una confesión porque “en mi juventud combatí a los evangelistas porque los creía una secta”.
“Pero cuando fui médico en el hospital y había un chico grave, cuando salía de la habitación me encontraba con los padres llorando pero siempre los acompañaba un pastor, siempre había un evangelista al lado del que estaba sufriendo, eso me hizo cambiar de idea y hoy les tengo que perdir perdón”, agregó.
Destacó que “más allá de los matices de cada una, las iglesias están hermanadas, construyen, trabajan y hasta se reúnen para orar juntas”.
Luego, los visitantes procedieron a entregar las 20 Biblias solicitadas en función de un listado elaborado previamente por la misma Iglesia, lo que constituyó un acto tan emotivo como novedoso.
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