Por Rodrigo Pretto
En la ciudad de Frontera se encaminaron con un proyecto creativo e innovador. El objetivo tiene una doble vía: promover la lectura y cuidar el medioambiente. Lo llaman “Biblio-heladeras”.
Por Rodrigo Pretto
El Municipio de Frontera se puso al hombro un innovador y creativo proyecto. Reconvierten heladeras en desuso en bibliotecas, las intervienen artísticamente y luego las distribuyen en diferentes espacios de la ciudad. Entre la bibliografía se encuentran libros de cuentos, novelas para adultos, colecciones de enciclopedia y hasta revistas para llevar
“Buscamos fomentar la lectura”, contó en diálogo con este medio Sonia Aguirre, del Área de Cultura. Además, colateralmente, la iniciativa tiene impacto ambiental al reutilizar artefactos sin utilidad. “Consideramos que es un espacio de recreación y educación”, deslizaron.
Desde Cultura venían impulsando un proyecto orientado a la promoción y desarrollo de lectura. En ese marco, las “Biblio-heladeras” persiguen el objetivo de llevar saberes a diferentes puntos de la localidad limítrofe con la provincia de Córdoba. Así, le dieron una vuelta de rosca al programa y se las ingeniaron para desarrollar un creativo e innovador plan. A través de la donación de heladeras en desuso por parte de la ciudadanía, apostaron por la intervención artística de las mismas para reconvertirlas en bibliotecas didácticas de lectura.
“Una vez terminadas, las distribuimos en instituciones rellenas de material bibliográfico para toda la familia. La idea es que niños, adolescentes y adultos lleven los libros a sus hogares, los devuelvan e intercambien”, explicó Aguirre.
La iniciativa tuvo su origen en momentos previos a la pandemia, aunque por razones sanitarias debió esperar para salir a la luz. La apertura de los establecimientos educativos y las flexibilizaciones de los protocolos Covid fueron claves para que los productos ya terminados puedan llegar a destino final. Hasta el momento, fueron seis las que ya se encuentran funcionando en diversas instituciones locales.
“Entregamos tres ‘Biblio-heladeras’ en el Anexo de la Escuela Secundaria Orientada en Informática. Otra la llevamos al Club Atlético de Estación Frontera, otro ámbito donde frecuentan chicos del deporte pero también funciona un taller de arte. Y las restantes fueron a Villa Josefina -un poblado que pertenece a la ciudad- a un merendero para que los chicos y madres que asisten tengan acceso”.
En tanto, el material para completar las estanterías es producto de la compra de bibliografía que desde hace años viene realizando el Municipio para la Biblioteca pública que funciona en la ciudad, aunque también fue la propia ciudadanía quien donó desinteresadamente colecciones de enciclopedias completas. “En general, es todo obra de los vecinos. Nosotros nos encargamos de buscar los libros, seleccionarlos y luego reubicarlos”, explicaron.
La movida generó un fuerte interés en la localidad y ya son muchas las instituciones que se sumaron al pedido para contar con una Biblio-heladera. Por eso, ahora desde el Área de Cultura se encuentran en un período de reconstrucción y adaptación de las mismas para luego continuar con las entregas. “Estamos muy contentos porque nuestro objetivo es fomentar la lectura en diferentes sectores de la ciudad. Tenemos previsto, más adelante, colocar algunas en espacios públicos y desarrollar algunas actividades”, contaron desde Cultura.
Las intervenciones fueron realizadas por una profesora de arte del Área de Cultura. Sin embargo, tras la gran repercusión y el alto pedido, se sumarán para esta próxima etapa profesores de talleres municipales y hasta un grupo de mujeres que asisten a los mismos que ya mostraron el interés de trabajar sobre las mismas.
A su vez, desde el Municipio agradecieron la solidaridad de la ciudadanía por las donaciones realizadas para el proyecto. Aseguraron, además, que no fue tarea difícil obtener heladeras y son reiterados los llamados de quienes desean acercar alguna de ellas para que sean intervenidas. “Cuando hay un proyecto como este, de lectura para la familia y los niños, la gente siempre colabora”, destacó Aguirre.
Por otro lado, además de fomentar la lectura y educación con el flamante programa, el proyecto tiene su costado medio ambiental. “Estos artefactos son reutilizados, refaccionados. Se les da una nueva funcionalidad a algo que está en algún lugar en desuso. Hay un mensaje detrás de esto, también, que es el cuidado del planeta”, concluyó Aguirre.
El programa no deja de sorprender por la creatividad. No es cosa de todos los días observar la transformación de una heladera en biblioteca. Por eso, Aguirre recordó el origen de la iniciativa. Contó que desde el Área de Cultura participan constantemente de encuentros provinciales. Y en una de esas recorridas, conocieron que la idea ya se estaba aplicando a nivel internacional en varios países del mundo. “Nos sorprendimos, al igual que muchos. Por eso apostamos por intentar y replicar la idea. Lo consultamos con la intendente de la localidad y la aceptación fue automática”.