Patricio Dobal
La firma del oeste provincial transforma el residuo lácteo en un material que ya está en condiciones de vender a plantas inyectoras.
Patricio Dobal
Si bien la provincia ya está sembrada de startups de base biotecnológica que experimentan con métodos que permiten reutilizar residuos, no son tantas las que a esta altura son capaces de migrar a un modelo comercial. Justo en ese umbral del laboratorio hacia el mercado está Embio SA, una compañía incubada en la estación experimental Rafaela del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) que recibió fondeo estratégico que le permitirá dar el tan ansiado salto.
Sobre la Ruta Nacional 34, en la sede local de la dependencia nacional se encuentra la base de Embio en donde se trabaja fuerte para tener listos los primeros lotes destinados a ser ubicados en empresas que se dedican a la inyección de plástico y que está vez emplearán un insumo de origen biológico. El modelo inicial comienza con una pequeña escala, aunque la apuesta a futuro es grande.
“En los próximos meses estaremos ya con una capacidad de proveer 200 toneladas anuales de bioplástico. Una escala menor frente a lo que pueden distribuir otros productores de plástico tradicional pero que nos posiciona en un lugar atractivo para conseguir socios capitalistas que permitan profundizar la tarea de investigación y desarrollo para certificar un proceso que sea competitivo en costos con respecto a la fabricación del material sintético que es el que se vende hoy a las plantas inyectoras”, precisó Martha Mirassou, física recibida de la UBA y una de las socias de la startup.
Justamente la estrategia es la de generar los primeros negocios para interesar nuevos inversores que puedan con sus aportes darle mayor envergadura a la iniciativa. Existe un claro propósito que es el de construir una planta industrial que reemplace al laboratorio que funciona hoy día en el Inta Rafaela. “El objetivo es montar una planta que pueda abastecer hasta 4 toneladas al año y que se supone también estará instalada en la cuenca lechera santafesina. Es que partiendo del propósito de producir bioplástico empleando la menor huella de carbono posible no sería sustentable trasladar el residuo láctico que procesamos a un establecimiento fabril en Buenos Aires, cuando en la misma provincia de Santa Fe hay mercado para colocar la producción del material”, mencionó Mirassou.
La Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación (Asactei), en el marco del programa Emprende EBT, acaba de adjudicar a Embio capital clave para encarar la fase final del escalado que posibilita comercializar las primeras 200 toneladas de material. El subsidio también implica un desembolso similar por parte de los emprendedores privados y da un año de plazo para lograr el tan mentado escalado. “Es un hito importante para nosotros ya que sostenemos que nuestro producto es comercializable”, acotó la socia.
Cómo se elabora el bioplástico
Mientras desde Embio aseguran que a partir de noviembre estarán en condiciones de iniciar un proceso de producción más o menos estable, aseguran que el proceso de fabricación del material se basa en un técnica muy conocida en la industria biotecnológica. “Lo que hacemos es modificar bacterias mediante procesos genéticos para que produzcan el bioplástico en su interior como reserva energética”, explicó Mirassou.
Puntualmente hacen crecer esas cepas de bacterias que se reproducen bajo sistemas de fermentación con el lactosuero como elemento que les asegura alimentación. Una vez que la fermentación está terminada sobreviene la separación que es ni más ni menos que la rotura de la pared celular que permite que se libere el plástico y se separe del resto de la materia orgánica. “El resultado final es un polvo purificado que se peletiza y se puede luego inyectar en las máquinas tradicionales de la industria del plástico. Ese es ahora el objetivo”, puntualizó.