Llegó Ómicron. Una variante muy contagiosa del famosísimo covid-19, pero menos letal. Tras la explosión de casos positivos de esta mutación del coronavirus parece llegar la tranquilidad en el mundo. Al menos en cuanto a esta enfermedad se refiere. A dos años de las primeras medidas de aislamiento adoptadas en la República Argentina, ¿qué cambió y qué permaneció igual en nuestro país y en nuestra provincia? Esteban Iglesias, investigador del Conicet, doctor en Ciencia Política y director del Centro de Estudios Comparados de la Universidad Nacional de Rosario, habló con EL Litoral sobre este tema.
-Internacionalmente está totalmente terminado el coronavirus como tema dominante. En la actualidad, hay un conflicto importante en una zona clave del mundo como es Ucrania. ¿Lo ves así o quizás el coronavirus pueda volver a ser la temática principal?
-La situación del coronavirus en este momento está muy matizada, no sólo por la situación internacional, sino por la cantidad de muertos, que desde hace algunos meses ha bajado mucho. No es la situación del año pasado. Es algo que iba a ocurrir. No va a estar primero en las noticias, pero va a tener algún remanente en torno al control de las enfermedades. Tenemos un remanente que tiene que ver con el control de la vacunación y de la población en torno a eso.
Cuando se generó esta pandemia había dos visiones. Una visión tenía que ver con que esto podría generar un terreno fértil para nuevas experiencias. Sociológicas, políticas, en el medio de la sociedad. Había otra visión que decía que esta situación podía enfatizar o agravar situaciones existentes. Creo que se fue más por esta segunda opción. Todo lo que es inequidad, desigualdad fue lo que se vio y se agravó. Las desigualdades entre ricos y pobres, entre trabajadores formales e informales. Entre gente que tiene acceso a la comunicación y gente que no. Gente con acceso a la salud y gente que no. Todo eso fue agravado. Y ha generado pocas situaciones novedosas. Más que nuevas experiencias hubo una exacerbación de situaciones existentes. En sociedades donde había mucha protesta se protestó más. En sociedades donde existía la polarización social, esa polarización también se agravó. Tenemos una pérdida de centralidad del coronavirus como pandemia, pero tenemos situaciones sociales que han sido enfatizadas y agravadas en muchos sentidos.
-Esto de la nueva normalidad que parecía algo que se iba a quedar muchos años se fue desvaneciendo con los meses. El barbijo, por ejemplo, que es un símbolo, se usa mucho menos.
-El barbijo que fue al comienzo lo más resistido y que hoy lo seguimos usando probablemente el año que viene o en unos meses ya no se use más. Durante 2020 se habló de una nueva normalidad o nueva habitualidad. Esa nueva normalidad, con el avance de la vacunación masiva a nivel mundial que fue muy despareja, quedó restringida a muy pocas áreas. En el área laboral, quedó circunscripta a lo que es el trabajo en el hogar. La nueva normalidad fue una experiencia que quedó muy circunscripta.
-Hay casos de gente que cambiaron al teletrabajo y van mucho menos a su oficina. Eso parece que va a quedar instalado en el tiempo.
-Sí. Va a quedar instalado, pero va a quedar reducido a pocas actividades. Por ejemplo, en la actividad de enseñanza obligatoria, eso no va a ocurrir. En la enseñanza, uno transmite el conocimiento desde el afecto. Entonces, la virtualidad constituye un obstáculo para transmitir esa afectividad que es necesaria en una conexión con el alumno. Algunas profesiones sí permiten lo del teletrabajo, pero son profesiones en donde los empleados también tienen mucha calificación. Para un obrero de la construcción eso es imposible. Un empleado público puede trabajar desde la casa, pero en un momento va a tener que ir a la dependencia pública.
-En la primera entrevista que nos diste en julio de 2020, habías enfatizado que por la pandemia en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) había más problemas que en el resto del país. Dos años después, ¿cuál es tu visión?
-Finalmente quedó claro que la decisión no fue una decisión sanitaria, sino una decisión política. En el interior del país, había muy pocos casos y se respetó el ASPO (aislamiento social preventivo y obligatorio) como si hubiera una cantidad innumerable de casos. Era una situación que se originaba en ciudad de Buenos Aires y después irradiaba hacia todo el país. Todo el país se llenaba de casos, iba cayendo y después volvía al AMBA. Fue una decisión política que por algún motivo muchos gobernadores aceptaron esa situación. En términos generales, no había un criterio sanitario para decir “en la ciudad de Santa Fe o en Rosario cumplimos el ASPO a pesar de tener cero casos”. En el interior, durante seis meses hubo muy poca cantidad de casos. En el AMBA, aumentaban de manera significativa. No era una cuestión técnica. Fue una cuestión que afectó a toda la población y que después le vino de rebote al gobierno (nacional) porque en muchos lugares del interior durante tres meses estuvo la gente sin poder salir con cero cantidad de casos. Después la gente se dio cuenta de que estuvo innecesariamente encerrada. Eso también limitó la tolerancia a las medidas políticas que vinieron posteriormente. Eso fue beneficioso en algún momento para el gobierno nacional y después se le vino en contra porque tampoco el gobierno tenía una clara idea de cuánto iba a durar esto. Se tomó una medida muy consensuada que después le vino como un bumerang de forma negativa.
-¿Cómo quedan Alberto Fernández, Omar Perotti y Pablo Javkin al salir de estos 24 meses distintos a lo normal?
-Más allá de lo nacional, provincial o municipal, todos los gobiernos perdieron. En todo el mundo. Cuando se presentaron a elecciones en un contexto de pandemia, todos perdieron. Desde Angela Merkel que era la canciller de la mayor potencia en Europa (Alemania). Angela Merkel se retiró. Y no es casual que se haya retirado de su partido perdiendo. Si Angela Merkel pierde en un estado poderosísimo, que puede hacer lo que quiera, ¿por qué no va a perder Alberto Fernández? Era algo cantado de que Alberto Fernández iba a perder. Perotti también. ¿Qué puede decir uno de la gestión de Perotti? Que sacó el boleto gratuito. Mucho no se puede decir de la gestión de Perotti. Ha sido una gestión lenta y ha sido una gestión con mucha interna. Javkin por muy poquito salva las papas. Y ese muy poquito generó un festejo enorme porque todos los oficialismos perdieron.
También perdieron porque era en una elección legislativa (la de 2021). En una elección legislativa, la ciudadanía vota con mayor soltura, un poquito más de libertad. No está en juego la vida cotidiana de cada uno, quién va a dirigir el país. Entonces hay como un mayor margen de error. Más allá de los resultados electorales, las tres gestiones han sido problemáticas. No ha sido fácil para ninguno. Tampoco fue fácil para la sociedad.