Juan Carlos Scalzo
Desde el área a cargo de la administración del lugar aseguraron a Mirador que el requerimiento de lugares para la disposición de féretros se contrarresta con las reducciones planificadas para lograr un equilibrio. Además, se sigue ampliando la capacidad.
Juan Carlos Scalzo
La situación del campo santo de la ciudad de Sastre alcanzó gran repercusión al conocerse recientemente que solo le quedan 30 nichos y no tiene posibilidad de expandir su “oferta” porque el Municipio no le vende tierras, ni los construye, a la Mutual del Club Atlético que es la prestadora del servicio.
La noticia generó signos de interrogación en distintas ciudades de la provincia y los ojos de muchos ciudadanos se posaron en los cementerios locales para saber si existía la posibilidad de estar frente a tan angustiante circunstancia.
En Rafaela, la realidad es diametralmente opuesta porque la Municipalidad es la propietaria del predio y, a su vez, la prestadora del servicio. Pero también se diferencia en que la planificación está a la orden del día y desde la dirección del cementerio el objetivo es que mensualmente se libere espacio en la misma medida de la demanda que se producirá de acuerdo a la estadística.
“Lo preocupante sería no tener una proyección y en Rafaela la tenemos”, señala Franco Sanmartino, subsecretario de Servicios Públicos, área bajo cuya órbita está el cementerio municipal.
En ese sentido, el funcionario explicó que tienen “un promedio que está entre los 30 y 40 fallecidos mensualmente, a los que tenemos que conseguirles lugar y ocupan nichos principales o van a tierra. Esta demanda la compensamos con las reducciones que realizan los trabajadores del cementerio que están afectados a esa labor y están en el orden de las 25/30 en promedio por mes. Los panteones privados no se tienen en cuenta para la ocupación”.
“De todas maneras -agrega- llegado el caso que estemos exigidos con la demanda, tenemos la posibilidad de aumentar la cantidad de reducciones. Además, de presentarse la necesidad, hay que tener en cuenta que el pasado año hicimos un módulo prefabricado de 84 nichos, que se construyó en solo 15 días. Y para este año tenemos un expediente iniciado que, de no haber contratiempos, antes de finalizar o a comienzos del siguiente vamos a contar con una cantidad similar y vamos a estar totalmente cubiertos”.
“En nuestro cementerio tenemos alrededor de 30 mil espacios para disponer ataúdes y podríamos aumentar la capacidad si aceleramos el ritmo de reducciones y estaríamos ‘sobrados’, pero si no ocurre algo extraordinario estamos equilibrados con la demanda. Igualmente, estamos construyendo una sala de reducciones para que los muchachos trabajen en condiciones óptimas”, apuntó Sanmartino.
Pandemia
En otro tramo, el subsecretario se mostró satisfecho por la gestión del cementerio y destacó que “ni en el pico de decesos de la pandemia tuvimos al límite. Es más, destinamos un sector Covid, para quienes no querían cremar a sus allegados. En el peor de los días tuvimos 7 fallecidos, cuando antes comentaba que hay entre 30 y 40 por mes, y no colapsamos a pesar de que hubo que hacer contrarreloj las perforaciones a tierra en el día, algo que no se puede hacer con mucha antelación para evitar desmoronamientos. Y en esto hay que agradecer y reconocer a los empleados que en los dos meses más complicados trabajaron a full, incluso al personal de mantenimiento dio una gran mano y se los puso a cavar fosas”.
Reducciones
“Cuando pasan 35 años de la muerte, los restos se reducen y se lo pone en un cajón más chico y en el espacio que ocupa un ataúd se puede poner hasta tres. De acuerdo a las condiciones y el lugar donde están depositados, luego de ese tiempo pueden estar momificados e intactos y otros que están totalmente descompuestos. Antes de llevar adelante la reducción es obligatorio hablar con un familiar para que la autorice, si quiere presenciarla, si prefiere la cremación y qué destino desea darle. También se da la situación que cuando los cuerpos no son reclamados o se desentiende cuando se los consulta, terminan en el denominado ‘osario’, que está dispuesto en un lugar del cementerio”, contó.
Seguridad
Sanmartino señaló que siempre trabajan “con apoyo de la secretaría de Prevención en Seguridad y también contamos con seguridad privada nocturna y de la última parte de la tarde también”, pero lamentó “los hechos de robos y vandalismo que se dan por épocas y es muy difícil de anticipar debido a la cantidad de recovecos y pasillos que tiene el cementerio que imposibilitan su detección. Entonces, por más que pongamos 50 personas a custodiar, siempre van a encontrar la oportunidad de llevarse una placa de metal, porque con una pequeña palanca que se haga con un destornillador saltan y luego la esconden entre la ropa o un bolso y al salir no se pueden controlar a cada persona que sale”.
De todas maneras, adelantó que para incrementar las medidas de seguridad se está “analizando instalar cámaras de seguridad en la periferia del cementerio".