Por Juan Chiummiento
El municipio puso sobre la mesa su paquete de propuestas, que incluye flexibilización de normativas constructivas. Los cambios que se vienen.
Por Juan Chiummiento
En medio de la tormenta perfecta que atraviesa al centro de Rosario, la Intendencia ensaya un plan con el que aspira a darle una nueva vida, cuyos ejes son la flexibilización de las normas constructivas y proyectos que buscan reforzar la experiencia del “aquí y ahora”. Algunas iniciativas ya son parte del debate legislativo y otras están por salir, aunque ya vienen siendo conversadas con los principales actores implicados, entre ellos comerciantes, constructores y arquitectos.
Una parte importante del paquete de reformas viene siendo estudiado por la secretaria de Planeamiento, Agustina González Cid, quien incluso desde antes de la pandemia tenía en vista realizar modificaciones al Código Urbano. “No es que el centro tenga que morir. Tiene que cambiar a los momentos en los que estamos viviendo”, dice ahora la joven arquitecta, que intentará plasmar aquello que ya se intentó en gestiones anteriores: revivir el área histórica de la ciudad.
La exintendenta Mónica Fein lanzó en su momento el plan “Rosario Más Linda”, que entre otros aspectos incluyó pequeñas intervenciones que buscaban generar un andar más placentero del centro: veredas más anchas, calles históricas adoquinadas y al mismo nivel que la vereda y mejoras en los espacios verdes, entre otras. Las obras avanzaron, pero no terminaron de lograr su cometido. Los comerciantes se enfurecieron por la lentitud de los trabajos y pidieron generar mayor tráfico de gente a la zona.
Es que, de fondo, se trata de un problema que va mucho más allá de la pandemia, aunque lo que viene sucediendo desde marzo de 2020 funcionó como una suerte de golpe de gracia. La masividad del teletrabajo, la disminución en el uso y la frecuencia del transporte público, y la explosión del e-commerce impactaron de lleno en la actividad comercial tradicional, los servicios y la gastronomía, rubros que marcaron el pulso vital del centro. El Covid-19 aceleró el punto de inflexión: o se reconvierte para volver a ser atractivo para el público, o corre serio riesgo de convertirse en zona fantasma.
Posibles soluciones
Frente a este panorama, desde el municipio plantean un paquete de soluciones, que incluya cuestiones de normativa, movilidad, patrimonio, producción y cultura. “La venta sucede cuando la gente se junta”, reflexiona Dante Taparelli, quien desde su rol como secretario de Cultura busca “sacar el arte a la calle” para revivir las peatonales. Por ahora, sus intenciones no pasan de allí: la saturación del sistema sanitario plantea otras prioridades.
El especialista en desarrollo territorial Fabio Quetglas le da la derecha a la estrategia oficial: “La clave es que las personas no se queden en la casa viendo Netflix y que vayan al centro para hacer algo. El público joven pareciera ser el más indicado, porque dentro de una apatía general por el consumo del espacio público que se verifica en todo el mundo, son los que más lo habitan. En el fondo, la gente quiere ver gente”, afirma.
Las reformas
Los referentes técnicos del intendente Pablo Javkin explicaron en varias ocasiones que lo que se busca es atraer público joven al centro. Esa idea fuerza se trasladó a tres proyectos de ordenanza que fueron recientemente girados al Concejo, para “otorgarle más dinamismo”, según el comunicado oficial del municipio, lo que se traduce en la flexibilización de las normativas urbanas.
“Desde la Municipalidad se busca generar espacios habitables para tentar a los más jóvenes a vivir en el centro de una nueva manera. Las normativas apuntan a promover lugares en los que además de viviendas y oficinas también haya negocios y espacios que garanticen el movimiento de vecinos y vecinas tanto de día como de noche, para convertirse en zonas que puedan ser habitadas y transitadas las 24 horas del día”, explicaron.
Dos de los tres textos que ya debaten los ediles buscan darle nueva vida a las calles Maipú (desde Pellegrini a Urquiza) y San Juan (desde Maipú a Entre Ríos). De aprobarse, se podrán construir edificios de mayor altura y con menos restricciones en relación a la construcción de cocheras, lo que supone una mejor ecuación económica para los desarrolladores inmobiliarios. Además se plantean veredas más verdes, para aquellos emprendimientos donde se gane espacio público por un mayor retiro.
El tercero busca un mejor aprovechamiento de los lotes actualmente destinados a playas de estacionamiento. La tesis oficial es que estos espacios están subtutilizados, por lo que vale la pena aplicarles un régimen especial donde se permitirán edificios de hasta 60 metros de altura y hasta un 10% más de edificabilidad.
El proyecto de ordenanza establece un área determinada (Mendoza, Urquiza, Paraguay y Laprida) y una superficie de parcela mínima por 1.000 m2. La finalidad es "generar nuevos paseos comerciales de alto impacto urbanístico e intervenciones urbanísticas innovadoras que induzcan la construcción de nuevos espacios públicos".
Área clave
Por estas semanas, la titular de Planeamiento está terminando de armar una cuarta propuesta que girará al Legislativo, que afectará directamente a las arterias más tradicionales del comercio rosarino: las peatonales Córdoba y San Martín. Allí se propondrán nuevos cambios al Código Urbano: edificios de hasta diez pisos (hoy el límite es ocho), plantas bajas más altas y punto final a la obligatoriedad de incluir cocheras.
“Pretendemos que en algunos puntos, el basamento copie la altura del edificio patrimonial para conservar la fachada y después se recedan cinco metros, lo que permitirá generar terrazas a media altura, donde pueda funcionar un área gastronómica o un gimnasio, por ejemplo”, ejemplifica González Cid, quien sostiene que los rosarinos podrán re descubrir sus edificios históricos, que hoy solo ven a ras del suelo. Con el mismo espíritu, se buscará extender una cuadra hacia el norte la peatonal San Martín, para conectarla con el hotel Savoy.
A pedido de los privados, también se incluirá la posibilidad de sumar playas privadas de estacionamiento para bicicletas, promoviendo más lugares para guardar este tipo de vehículos. Hoy la normativa contempla la obligatoriedad de construir estos espacios pero para uso exclusivo de sus residentes: la idea es que ahora puedan ser utilizados por terceros.
A propósito del tema movilidad, otra de las aristas del plan oficial es generar un tránsito más calmo en la zona central, disminuyendo las velocidades máximas y expandiendo las arterias con veredas más anchas.