Ignacio Pellizzón
Ignacio Pellizzón
La crisis de la agroexportadora defaulteada y concursada, Vicentin Saic, está arrastrando a otra firma aceitera de renombre y emblema a nivel país: Buyatti. Es una de las pioneras en operar con cereales en la Argentina y está ubicada en el cordón industrial de Puerto General San Martín.
Más de cien empleados están en estado de alerta desde que la cerealera decidió a principios de diciembre no abrir sus portones e impedir el acceso de todo el personal. Este fue el puntapié inicial de un conflicto que lejos de resolverse, parece agravarse aún más.
Según confirmaron a Mirador desde el Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros (SOEA) del departamento de San Lorenzo, “Buyatti tiene convenio pactado con el Ministerio de Trabajo de la Provincia hasta febrero, con lo cual después no sabemos qué sucederá”, con la empresa ni con los trabajadores.
Por eso, “estamos en asamblea, junto con el resto de los delegados gremiales, para dialogar con los dirigentes de la compañía y tratar de entender qué es lo que está pasando o, más bien, para saber cuál es el rumbo que tomarán frente a esta situación”, explicaron.
Cuando se refieren a “esta situación”, hacen mención a que Buyatti venía operando a un 60% de su capacidad. El escenario se deterioró cuando en noviembre del año pasado la cerealera concluyó su último de contrato de fasón con la defaulteada Vicentin SAIC.
Buyatti en los últimos tres años trabajó nueve meses “únicamente” y, durante el 2020, solamente hubo operación durante 45 días, con lo cual “la crisis no es de ahora”, sino que viene desde “hace tiempo”, informaron a este medio desde SOEA.
Según se supo, el cierre de una de sus plantas dejó en jaque a más de 80 empleados, obligando a que los gremios tomen cartas en el asunto, habida cuenta de que desde la empresa dejaron en claro que “no quieren más convenios, ni reuniones”, adelantaron a Mirador.
Cronología del conflicto
Buyatti, si bien no es acreedora de Vicentin SAIC, sí sostiene un contrato de fasón, el cual estiman distintas fuentes que se caerá dada las circunstancias de ambas compañías.
Tras el estallido del conflicto, tanto el sindicato como los trabajadores se reunieron a finales del año pasado en el Ministerio de Trabajo de la Provincia para tratar de llegar a un acuerdo. En primera instancia, la cerealera proponía sostener solamente un 30% de la plantilla total de los empleados, dándole retiros voluntarios al resto. Esto fue rechazado por todos los sectores, inclusive por aquellos que tenían contratos temporales.
“En la cerealera hay gente con más de 30 años de trabajo. Si la empresa no encuentra un socio estratégico con el que se pueda reactivar, va a ser muy difícil de remontar la situación. Los compañeros cobraron un monto mínimo en diciembre, pero hace meses que no vienen obteniendo la remuneración correspondiente”, afirmó a este medio en su momento el dirigente de SOEA, Pablo Reguera.
Tras casi 20 días consecutivos de discusión salarial, acompañada de medidas gremiales por parte de los operarios de las empresas aceiteras, la situación de Buyatti sigue, aún hoy, en el ojo de la tormenta y sin solución definitiva. Por eso, el 25 de enero pasado volvieron a reunirse en el ministerio para tratar de encontrar una salida saludable y ver cuáles eran las perspectivas de cara al futuro, pero no llegaron a ningún acuerdo.
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Historia
La planta Buyatti comenzó a operar en la provincia de Santa Fe en 1985. Actualmente tiene una capacidad de molienda de 3.399 toneladas diarias de semillas de soja. Cuenta con más de 70 años de historia y es una de las pioneras del país en irrumpir en el mercado agroindustrial desde la localidad de Puerto General San Martín.
Con más de 100 empleados en su plantilla, Buyatti procesa principalmente porotos para obtener, como productos finales, aceite crudo desgomado de soja y harina o granulado de soja, que se exportan y tienen como destino el consumo alimenticio y animal.
Buyatti también tiene una historia con Vicentin. Es que Daniel, hijo de Néstor Buyatti, formó parte del directorio de la agroexportadora concursada hasta octubre de 2019. Además, está casado con una de las hijas de los dueños de la agroexportadora con base en la ciudad de Avellaneda, en el noreste provincial.