En Ceres, casi en el límite con Santiago del Estero, sigue la intranquilidad, que por momentos es sinónimo de miedo. Y aunque muchos prefieran la indiferencia, muchos hablan hoy de lo que muchos prefirieron callar durante años. El despertar de la comunidad ceresina recién parece haber comenzado. El tema de la contaminación con plomo generado en las fábricas de baterías, como dicen muchos, comenzó hace varios años aunque hoy vuelve a estar en las portadas de los periódicos o en los comentarios radiales y televisivos. Lamentablemente debió ocurrir la muerte de una niña para que quienes tienen la responsabilidad frente a las causas también entiendan que hay consecuencias que atender.
Como se sabe, Xiomara Crespín, de dos años, falleció en los primeros días de este año en el Hospital de Niños “Dr. Orlando Alassia” de Santa Fe, intoxicada por el plomo en su sangre en el lugar que -por razones propias de la situación social- su familia ocupaba en una exfábrica de baterías para automóviles de aquel distrito.
Tenés que leerLos daños que recién ahora preocupanLa realidad indica que este no es un caso nuevo de contaminación con plomo del ambiente, el suelo y de las napas freáticas. Sólo despierta el interés de los gobernantes porque fue fatal. Habría que entender cuántos murieron sin tener un diagnóstico preciso. Y cuántos están enfermos y quizá no reciben el tratamiento correspondiente.
Las justificaciones afloran a cada instante: “Nosotros siempre estuvimos al tanto de la situación y empezamos a trabajar para coordinar con el Hospital de Ceres un trabajo de estudio médico para poder saber en qué situación se encuentran los niños que habitan el lugar y las personas mayores”, comentó Carina Dutto, directora de Salud de la Secretaría de Desarrollo Humano del municipio ceresino. Para la funcionaria, “esto sucede porque acá no hay viviendas. Este problema de familias que se instalaron en la exfábrica Cerplac (luego Nesaglo), es un problema de todos, no solo del gobierno de la ciudad”.
El caso tuvo mayor alcance porque allí también residían otras 2 familias. Todos los niños -6 en total- evidenciaron síntomas -en dos de ellos alarmantes- de contaminación con plomo en sus cuerpos. Los dos más delicados fueron internados en el Alassia y están en proceso de recuperación. Los restantes están siendo tratados en la misma ciudad de origen.
El barrio Las Américas, donde está el inmueble de la exfábrica Nesaglo (antes Cer-Plac) se encuentra a la vera de la Ruta Nacional 34, unas pocas cuadras al norte del acceso principal a Ceres. Cesó actividades en 2017 tras 41 años de presencia en esa ciudad. Pero, peor aún para Ceres, hay otra fábrica de similares características, Baterías Morbi, ahora radicada también a la vera de la Ruta 34 (antes funcionó en el macrocentro de esa ciudad), a pocas cuadras de la anterior y con sucursal de ventas en Santa Fe capital. A metros del lugar hay unas 30 viviendas. Y en cada una de ellas surgen interrogantes vacíos de respuestas. Ahora, la justicia federal buscará establecer la probable comisión de ilícitos relacionados con una supuesta infracción a la Ley de Residuos Peligrosos por parte de quienes eran los responsables de esa fábrica. También saldrá a la luz el informe de Medio Ambiente provincial que realizó un estudio de campo a fines de enero.
Tenés que leerCeres: niños que viven en terrenos de la ex firma Nesaglo, serán tratados por plomo en sangreEl inmueble que ocupaban las familias contaminadas con plomo es un edificio abandonado, a la vera de la Ruta Nacional 34, a unos 500 metros al norte del acceso a la ciudad, de 20 mil habitantes, prácticamente en el límite con Santiago del Estero. El agua que consumen es extraída de las napas freáticas, contaminadas por plomo y arsénico, según los informes oficiales.
Los padres y hermanos de la niña fallecida reconocieron que en los últimos meses presentaron algunos síntomas leves tras haber bebido agua del mismo lugar.
Al momento de ser internada, el Ministerio Público de la Acusación (MPA) realizó una investigación para conocer las causas de la intoxicación, ante la posibilidad de que la niña hubiese consumido estupefacientes, hipótesis que quedó rápidamente descartada con un análisis de sangre, que detectó la presencia de metales similares a los que se utilizan para la fabricación de baterías.
Tenés que leerDesalojo y clausura del predio en el que los niños se intoxicaron con plomoLa cuestión mencionada puede tener un mayor alcance si se tiene en cuenta que en un predio vecino al centro de la verificación oficial (Nesaglo) funcionaba Lingotes, una empresa subsidiaria de la anterior, dedicada a la recuperación de los residuos que desechaba la fábrica de placas.
Ese lugar fue clausurado días atrás. “Esta acción forma parte de un proceso que incluyó además inspecciones, toma de muestras de agua, sólido y polvo. Además, se intimó a la firma a que adopte medidas de seguridad en el inmueble a fin de prohibir el ingreso de la población al mismo y, que presente el plan de cierre correspondiente. Nesaglo SA era una empresa que se dedicaba a la fabricación de baterías”, sostuvo un comunicado del gobierno santafesino.
“El informe elaborado por el Ministerio de Ambiente y Cambio Climático determina acciones susceptibles de causar daño ambiental y ausencia de plan de cierre de la firma Nesaglo SA. Sumado a esto, del resultado de las muestras se desprende que el polvo colectado es un residuo peligroso según las normativas vigentes”, agregó.
No obstante, tampoco se modificó el escenario por todos conocidos. En Lingote, hoy un predio privado, se sabe que vive otra familia con 2 niños, de 4 y 12 años. El lugar fue clausurado pero ninguna dependencia oficial se hizo cargo de intentar evacuar el predio, supuestamente con altos niveles de contaminación con plomo en suelo, aire y agua. Como dijo una concejala vecinalista, “allí está la peor escoria contaminante”. Lo peor es que cuando a Ceres arribó un grupo de médicos del Centro Nacional de Intoxicaciones del Hospital Posadas, de Buenos Aires, para realizar un estudio integral de las afectaciones, este no pudo ingresar a Lingotes por tratarse de un inmueble privado, según les explicaron funcionarios municipales.
Tenés que leerUn estudio privado reveló hace 12 años altos niveles de plomo, en agua, tierra y aireComo se dijo, el caso no es nuevo para una ciudad que recién hace menos de dos décadas posee un servicio de agua potable mínimo en el macrocentro.
En 2008, ciudadanos y empresas de la ciudad contrataron diversos estudios científicos para constatar el nivel de contaminación por plomo a la que estaba expuesta la ciudadanía. Sobre el tema, la ONG “Amigos de la Vida”, de Rafaela, denunció oportunamente la grave situación de contaminación ambiental que afecta a la población de Ceres, con altos contenidos de plomo en el aire, en los suelos y el agua de las napas de esa ciudad, como consecuencia de los trabajos relacionados con la fabricación de baterías para automóviles.
Pero el plomo no es lo único que contamina históricamente a Ceres y la zona. Un estudio del Laboratorio Integral de Servicios Analíticos (Lisa) y la Escuela Familiar Agrícola (EFA) de Colonia Alpina (Santiago del Estero), reveló que existen elevados niveles de arsénico en el agua, de acuerdo con las muestras extraídas de napas subterráneas en la zona acuífera, entre el noroeste de la provincia de Santa Fe y sur de Santiago del Estero. El informe se refirió a los “resultados sorprendentes” de un estudio en esta zona donde observó gran variabilidad de arsénico.
Según se informó, "se encontraron niveles muy preocupantes en las aguas subterráneas de la zona. El estudio descubrió, un promedio de sólidos disueltos que se ubicó en los 9.819 mg/l, sulfato 2.250 mg/l, nitrato 51 mg/l, nitrito 0.05 mg/l, dureza total 628 mg/l y arsénico 0.090 mg/l (según la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, el límite de tolerancia biológica establecido para el agua de consumo humano es de 0,05 mg/l.).
La OMS estimó que “hasta 2017 la exposición al plomo causó 1,06 millones de defunciones y la pérdida de 24,4 millones de años de vida ajustados en función de la discapacidad debido a sus efectos en la salud a largo plazo”.
Guirado: “Jamás se entendió la gravedad del problema”
La concejala por el Bloque Vecinal, Soledad Guirado (41 años, dos hijos, periodista), admitió ante una consulta de este medio que “hablar de plomo en Ceres era como hablar de algo sabido. Jamás se entendió la gravedad y creo que (el problema) no fue visibilizado o naturalizado, quizá a propósito. El 18 de noviembre del año pasado, junto con el concejal (Miguel Ángel) Rafael (PJ) fuimos hasta la exfábrica Nesaglo y nos encontramos que allí se había asentado una familia que pocos días antes había estado en el Concejo solicitando ayuda porque no podía abonar un alquiler. Entendí que era gravísimo que alguien viviera allí”, añadió.
Guirado sostuvo que su prioridad pasó a ser “retirar las familias de ese lugar contaminado. Pero a los funcionarios municipales el problema no les llegaba. Hasta que se conocieron los análisis de dos niños que vivían en ese lugar. Creo que la bomba estalló, pero muchas décadas después de que comenzó. Los sucesivos gobiernos locales no supieron resolver el valor de la autoridad pública, que está por encima de la amistad. Es una enorme autocrítica la que debemos hacer todos los ceresinos porque la real dimensión del problema es que data de décadas. Muchos tomamos el caso y comenzamos a considerar lo que estaba pasando. Mucho más con lo que sucedió con Xiomara, que es cuando se abre el panorama. Muchos años atrás, un trabajo de El Litoral volvió a colocar el tema en la consideración de los ceresinos. Conocimos el estudio del ingeniero rosarino Rubén Omar Garbellini, contratado por la Aceitera General Deheza, con planta de acopio instalada en Ceres. Debía realizar un control de calidad del agua que estaba utilizando para lavar la soja procesada. Las muestras químicas revelaron, primero, la presencia de altas concentraciones de plomo en el agua. Posteriormente, se pudo establecer que esa contaminación provenía de, por lo menos, tres fábricas de batería instaladas en el ejido urbano de Ceres. Uno de los establecimientos investigados, tomando muestras de las adyacencias, era Nesaglo, la fábrica abandonada en la que vivía Xiomara y su familia”, subrayó.
“Ahí empieza a abrirse todo un panorama de cosas oscuras, no investigadas; carpetas que se perdieron como queriendo tapar la historia. Hoy todos conocen que hay muchos abogados con cargos importantes que fueron defensores de contaminadores. Creo que hoy está latente que los ceresinos nos debemos una enorme autocrítica”, subrayó.
Denuncias que no se escucharon
Oscar Ternavasio trabajó en Lingotes, catalogada como recuperadora de plomo o fundición. Consultado por la prensa del lugar, fue preciso en sus manifestaciones. “Las chimeneas largaban continuamente el humo contaminante pero venía personal de Medio Ambiente a evaluar lo que denunciábamos y los tramites avanzaban hasta cierto punto y luego nada”.
Recordó que Lingotes se instaló en el año ‘86, al lado del predio de Cer-Plac, luego Nesaglo. “La recuperadora trabajaba a cielo abierto”, aseguró al sitio Ceres Diario.
Y amplió: “Cuando me realice los análisis, tenía plomo en sangre. Desde ahí comenzó mi lucha”.
También es conocido el relato de un exempleado del ferrocarril Nuevo Central Argentino, que trabajó 3 años en Cer-Plac. Cuando estuvo afectado por problemas en sus pulmones, se realizó estudios en la ciudad de Sunchales. Su familia -el protagonista ya falleció- comentó que “el médico le dijo que la afectación de sus pulmones no era por tabaquismo, como todos creíamos. El problema más grave es el plomo que tiene en sus pulmones, le dijo el médico. A nosotros, que hoy se hable de estos problemas, no nos resulta extraño. Hubo, hay y habrá altos niveles de contaminación por el plomo”, agregaron.
Cuando actuar tarde es actuar mal
En el caso de la contaminación con plomo en Ceres, luego de la muerte de Xiomara, aparecieron funcionarios de la Secretaría de la Niñez de la Provincia, del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático, un equipo de salud del Centro Nacional de Intoxicaciones del Hospital Posadas (Buenos Aires) y especialistas de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional del Litoral.
Pero el primero en advertir la situación fue el fiscal de la Unidad Especial de Homicidios del Ministerio Público de la Acusación (MPA), Martín Torres, que tras ser informado de la muerte de la niña inició una investigación para determinar si existió negligencia por parte de los padres. Sin embargo, con el devenir de la pesquisa, el funcionario estableció que el deceso tuvo otro trasfondo.
Es que según develó un informe realizado en un efector público de Rosario y que le fue informado, el cuerpo de la niña tenía 1,98 gramos de plomo en sangre, cuando los valores normales son de hasta 0,3 gramos.
Luego de que el caso tomó estado público, la Municipalidad de Ceres recién declaró al predio donde funcionaba la fábrica de baterías como “zona no apta para ser habitada” tras considerarla como espacio con “riesgo ambiental y peligro sanitario”.
Quien también tomó cartas al asunto fue el fiscal federal de Rafaela, Gustavo Onel, que tras conocer la situación inició de oficio una investigación con el objetivo de determinar una responsabilidad penal en quien administró la empresa que fabricaba baterías en dicho predio y que utilizó un elemento altamente contaminante como lo es el plomo.