Aún la ciudad no ha adoptado su figura con la misma fuerza y sentido de pertenencia como sí lo ha hecho San Antonio de Areco, quizás porque aquí en Coronda no había un Ricardo Güiraldes que lo pudiera inmortalizar.
Se hizo famoso gracias a Ricardo Güiraldes, en San Antonio de Areco donde incluso sus restos descansan. Sin embargo, la génesis de su vida estuvo bañada por el Río Coronda en una humilde casilla donde hoy funciona la cooperativa de agua potable.
Aún la ciudad no ha adoptado su figura con la misma fuerza y sentido de pertenencia como sí lo ha hecho San Antonio de Areco, quizás porque aquí en Coronda no había un Ricardo Güiraldes que lo pudiera inmortalizar.
De todos modos, con el paso de los años, Coronda ha justificado su relación con Segundo Ramírez, más conocido como Don Segundo Sombra. La historiadora local, Prof. Alcira Marioni Berra, lo describió como “nacido un 2 de Junio o Julio de 1853 en el solar de los Ramírez, hoy predio de la cooperativa de agua”, y el resero fue descrito así: “Morocho, 1.90 m de altura, largo de talle, corto de piernas, fuerte, con ropas humildes, despreocupado por el dinero, cortés, generoso, sencillo y con la mancha de una muerte en un duelo” según indica el libro “Nombres en el Recuerdo” de “Tila” como la conocían todos a la docente.
“Se fue de Coronda y recayó en San Antonio de Areco, donde lo albergó la familia Güiraldes, siendo su patrón Ricardo, quien inspirándose en él escribió «Don Segundo Sombra». Es más, la admiración y el amor filial que se prodigaron hizo que Ramírez, luego de morir el 20 de agosto de 1936 fuera enterrado junto a su patrón, en esos vistosos pagos bonaerenses”.
Precisamente, la Municipalidad de San Antonio de Areco, en la provincia de Buenos Aires, posteó: “Hoy recordamos con respeto y admiración a Don Segundo Sombra, un personaje inmortalizado en la literatura argentina que representa la esencia del gaucho y la vida en la pampa. Su legado sigue vivo, evocando la libertad, la valentía y la conexión profunda con nuestra tierra”. “A través de las palabras de Ricardo Güiraldes, Don Segundo nos enseña que la vida es un viaje, donde el coraje y la humildad son nuestros mejores compañeros. En este aniversario de su partida, celebramos su memoria y todo lo que simboliza para nuestra cultura”.
En la madurez de su existir, Don Segundo Sombra, vivía en el Puesto La Lechuza de la Estancia La Porteña, con Doña Petrona Cárdenas, hasta que estando su compañera mal de salud y en el último tramo de su vida, decidieron casarse. Su enlace matrimonial quedó asentado en la Parroquia de San Antonio de Padua, dando una de las pautas de que Sombra nació en Coronda, esto citado por medios de San Antonio de Areco y luego ratificado con el documento que obra en poder del Museo Municipal José Manuel Maciel.
El Acta dice: “Folio 224- Año 1934- Libro de Matrimonios de la Parroquia de San Antonio de Areco. En Areco del mes de Mayo… del año mil novecientos treinta y cuatro autoricé por el Pbro. Eloi Olasagarre Goñi, Teniente Cura, el matrimonio de Don Segundo R. Sombra de ochenta y cuatro años, natural del país (Coronda) de estado viudo, hijo legítimo de Don Nicolás R. Sombra y de Doña Carmen Rodríguez domiciliado en este pueblo con Doña Petrona Cárdenas de setenta y cinco años, natural del país de estado soltera, hija legitima de Pío Cárdenas y de Doña Facunda Ortiz domiciliada en este pueblo, siendo testigos Don José Nicolás Dalguisio y Doña Marcelina Cárdenas en representación de la Srta. Basilia Oberti. (Firma) Juan C. Duque, El Cura de la Parroquia. Expediente Matrimonial N° 26”.
Don Segundo se acercaba a los cincuenta años de edad en el momento de su llegada a la estancia de los Güiraldes. Fueron sus padres Patricio y Carmen, esclavos manumisos que estuvieron al servicio de don Santiago Ramírez, cuyo apellido adoptó don Segundo. Su madre era india auténtica. De muchacho, llevó don Segundo una vida bastante dura, sobre todo mientras trabajaba en las estancias de los Núñez. Desde que se hizo resero, viajó continuamente, tanto que desde Coronda fue rumbeando el Arroyo Colastiné, las cañadas del Carrizal, el Carcarañá a través de Santa Teresa de Totoras, vadeó el Arroyo del Medio, terminó en San Pedro y luego hizo patria en San Antonio de Areco, hasta su muerte.
En 2016 un grupo de jinetes corondinos y cordobeses, viajaron a Areco para llevar el acta y homenajear a Segundo Sombra en el cementerio. Además, en los ’80 el artista local Agustín Cisneros esculpió al “gaucho real más famoso” a tamaño real, en la cortada que lleva su nombre y que da al Río Coronda. Asimismo, el Centro Tradicionalista de larga trayectoria local, se llama Don Segundo Sombra.
Un 20 de agosto de 1936 se iba para siempre el gaucho con perfil de centauro, con la libertad de andar por donde huella y vida son la misma cosa, hecho libro sacramental de la literatura gauchesca en 1926 por su patrón y amigo, Ricardo Güiraldes, y trasladado a película en 1969 a través de Manuel Antín. Una figura simbólica del ser nacional, que sigue apegada a las tradiciones de San Antonio de Areco, en Buenos Aires, y de Coronda, en Santa Fe.
Según el aporte que hizo el director musical corondino Juan José Aneiros, cita la revista Folclore, que el eximio músico Ariel Ramírez -cuyo primer piano guarda la Escuela Nro. 290 de Gálvez, ciudad en la que residió varios años en su niñez- habló sobre su parentesco con Don Segundo...: "Entre los muchachos que solían jugar con mi padre (Zenón Ramírez, quien fuera funcionario de la Escuela Normal de Coronda y de la 290 de Gálvez) cuando el viejo era chico, había uno, Segundo Ramírez, de quien se decía que era un hijo de mi abuelo Valeriano. Este Segundo Ramírez, supuesto medio hermano de mi padre, se dejó de ver cuando se hizo muchacho. Más tarde se convirtió en leyenda, al conjuro mágico de Ricardo Guiraldes...".
Decía ahí mismo Félix Luna: "Me seduce este parentesco de Ariel Ramírez con don Segundo Sombra. Me parece una prefiguración del destino de este lejano pariente que arrea tropas de cantares criollos por las huellas alambradas del pentagrama...".
Zenón Ramírez fue secretario de la naciente Escuela Normal, profesor y compañero de Alfonsina Storni, a quien años más tarde su hijo Ariel, junto a Luna le compusieron la inmortal obra “Alfonsina y el mar” como para cerrar este círculo mágico de aproximaciones entre personajes de las ricas historias galvenses y corondinas.
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