Domingo 6.8.2023
/Última actualización 10:58
Media mañana. Día de semana en la cuadra de Salta al 2100 en Rosario. Entre Oroño y Balcarce. Un área que nunca volverá a ser igual después de aquel martes 6 de agosto de 2013. Aquel invierno fue más frío, con temperaturas propias de la época más fresca del año en la latitud 33º sur.
En este 2023, ya inmersos en el calentamiento global que acompañará este siglo la temperatura no exige estufas ni calefacción de ningún tipo. Los 23 grados disfrazan un agosto mucho más cálido que años anteriores. Más templado que aquel 2013 donde el gas era necesario para estar más confortable. Ese elemento que provocó la muerte de 22 personas en un suceso que traspasó los límites de la ciudad, la provincia y el país. Un accidente que llegó a los ojos del resto del mundo por la magnitud y la espectacularidad. No había muchos teléfonos inteligentes, ni con cámaras y no hay testimonios fílmicos del momento, pero lo impactante del hecho se llevó la atención de muchísima gente durante aquel día. No era Medio Oriente ni algún conflicto en África. Había sido acá, cerca de tu casa.
Los trabajos para el centro cultural en el espacio donde estaba el edificio que sufrió la explosión comenzaron meses atrás. Hoy, miércoles, toca la llegada de dos hormigoneras, mientras las máquinas excavadoras siguen con su trabajo. Son unos 20 obreros que han comenzado a darle forma a este lugar. Es el comienzo de un trabajo que llevará meses y que dejará un aspecto nuevo en el lugar. El tapial de ladrillos con la referencia del accidente fue sacado ya. Hoy hay un portón pesado de chapa transitorio hasta que termine la obra. No es la única edificación nueva prevista en la cuadra. Más cerca de Oroño están construyendo un edificio. La zona parece una más a los ojos del ignorante. Esconde una historia detrás.
El otro edificio que sufrió el impacto, el de Salta 2129, también fue demolido. El tapial en esa zona se mantiene. Y la leyenda "2129" en aerosol permanece. La dietética Andrés, más cercana a calle Balcarce, está abierta. Es una empresa familiar que abrió 25 años atrás en ese lugar. Andrea, su dueña, vivió el antes, durante y después de la tragedia.
Cosas del destino
"Ese 6 de agosto yo no estaba porque mi nena tenía un año -comenta-. Era muy chiquita. Mi marido llevaba al nene del medio a una excursión. Así que se demoró y llegó tarde. Y por cosas del destino, porque lo que te cuento va a ser como loco, el auto se recalentó en la avenida Alberdi. Pararon el auto, revisó el agua, lo volvieron a poner en marcha, arrancó bien y ya nunca pudieron entrar a esta parte (la cuadra afectada)".
La comerciante explica que lograron volver cuatro días después del accidente. "Fue un martes la explosión y nosotros volvimos el sábado. No pudimos entrar. Nosotros pasamos tantas horas acá adentro que hay un montón de cosas que se necesitan retirar. Después que se encontró a la última víctima, después que sacaron a Santiago (Laguia) y a Luisina (Contribunale), con gente de la Municipalidad, entramos", asegura.
Este hecho inesperado les alteró la actividad comercial. "Para nosotros era el único trabajo que teníamos -dice Andrea-. Comprábamos con cheques y recién empezaba el mes. Y habíamos tirado un tendal de cheques. Como todos los meses, se arrancaba el mes con toda la mercadería. Cristina de Kirchner, cuando vino, hizo un reparto de un dinero para todos los que estaban afectados que era de 20.000 pesos. Con eso se cubrieron. Fue una época muy complicada porque no tuvimos más trabajo".
La dueña del negocio explica que la dietética estuvo cerrada hasta las fiestas de fin de año de aquel 2013. Cuando volvieron a abrir el tránsito vehicular seguía cortado. Sólo se podía acceder a pie. "Todos los que teníamos negocio nos quedamos. Creo que fue un arraigarse más al lugar. Fue al revés. En ese momento, nos decían: 'Abrí en otro lugar'. Era decir: 'Este es el lugar'", recuerda.
Dolor por los que ya no están
Andrea conocía a todas las personas que sufrieron la tragedia. "Todos conocíamos a todos. Mi hijo más grande tiene 21 años (tenía 11) y al año ya lo traía conmigo. Así con los tres. Teresita (Teresa Babini), que fue una de las personas que falleció, le tejía cosas y se las traía. Después de tantos años son tus vecinos".
Ella sostiene que no es cualquier cuadra de la ciudad: "Al principio, mucha gente decía que no caminaba de Oroño para Balcarce. Si tenía que venir, o cruzaba de vereda, o daba la vuelta". Está a favor del centro cultural que se construye en estos meses. "Me parece genial. Está bueno porque va a ser algo que le dé vida y un sentido diferente al terreno. No estaba de acuerdo cuando se planteó lo de la plaza", opina.