Hagar Blau Makaroff / Jesica Gindin
La cineasta Betania Cappato nació en Colastiné en 1984, y estudió en el Instituto Superior de Cine y Artes Audiovisuales de Santa Fe, orgullosa de formar parte de la primera cohorte de recibidos. ‘Una escuela en Cerro Hueso’ es su ópera prima de ficción, y como el tono de su universo fílmico siempre fue en busca del realismo, la historia es narrada desde una cámara cercana emulando el estilo documental a los tres miembros de una familia que deberá desaprender sus costumbres.
Hagar Blau Makaroff / Jesica Gindin
El pasado miércoles su film ‘Una escuela en Cerro Hueso’ tuvo su proyección en sala el 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata –participa en la Competencia argentina-, y en diálogo con Mirador, Betania se mostró exultante, ya que es la primera vez que participa con un film propio, y es un festival al que fue “desde los 19 años como espectadora”.
Arribada hace unos días al festival, desde allí aseguró que “éste es especial para nosotros, es la familia del cine, nos encontramos con colegas como Martin Solá, otro santafesino que estrena ‘Metok’ (un film sobre una monje tibetana que realiza un viaje en territorio de conflicto) en la misma competencia que mi película. Celebramos el hacer con quienes uno admira”.
Betania participó como guionista, productora, asistente de dirección y directora artística de numerosas películas y programas de televisión, y considera clave en su formación las veces que colaboró en proyectos del santafesino Fernando Birri, ya que justamente busca en sus proyectos fílmicos la transformación social. Su documental y primer largometraje ‘Frankie’ fue estrenado en DOCBSAS en el 2018, y actualmente se encuentra en plena filmación de su próxima película en codirección con Adrián Suárez ‘La mujer hormiga’, con locaciones en Santa Fe.
En la película de Betania Cappato, que ya dijimos es una ficción que emula al documental, Julia y Antonio son una pareja de biólogos de clase media de Santa Fe, cuyas vidas dan un vuelco importante con el diagnóstico de su hija Ema dentro del espectro autista. El ingreso de la niña a la etapa escolar fue complejo, tras el intento en 17 instituciones educativas, y finalmente fue bienvenida en un único lugar, donde la familia deberá reacomodar su vida en una humilde localidad costera a unos kilómetros de la gran ciudad, ya que fue aceptada en la pequeña escuela de ese pueblito a la orilla del Paraná llamado Cerro Hueso.
Esta escuela y Cerro Hueso existen, y la historia tiene en origen la inspiración de su directora en la historia de su familia, ya que su pequeño hermano tiene el diagnóstico de espectro autista como el personaje de la niña. Y sobre eso, Cappato precisa: “Esta ficción usa un dispositivo cercano al documental por la forma en la búsqueda de imágenes, cierta búsqueda de verdad en el momento de filmar. Y todo lo demás es montaje. Me interesaba trabajar con actores e híbridamente con los vecinos y la escuela de Colastiné en la que mi hermano asiste”.
En las actuaciones de la pequeña Clementina Folmer, Mara Bestelli y Pablo Ruíz Seijo, la cámara de Betania tomó la historia como en una crónica, acompañando a la familia “a contar la historia en capas construyendo un universo propio y particular, y desde una mirada emocional sobre cómo empiezan una suerte de desadaptación a lo conocido para integrarse al lugar de una forma despojada y genuina para reconectarse con quiénes son ellos”, a través de los vecinos y de su hija, quien responde de a poco y se conecta con sus nuevos vínculos escolares, con sus amistades y con un caballo.
Una vez filmadas las tomas, recordó que reescribió el guión junto a Iván Fund y Mariano Luque “en un caluroso verano pre pandémico”. Y luego la intervención musical de la banda sonora, que “aportó otra dimensión, donde jugaron los elementos cinematográficos en su máxima potencia”. La posproducción de sonido no era solo retocar o nivelar, sino “un trabajo muy sutil y preciso, donde el proyecto pasó de ser un material más urgente a una película para una sala de cine. El trabajo de color fue fundamental también para aportar al intimismo”, aseguró.
La ficción a Betania Cappato le encanta: “Pensar las historias como excusa para indagar en los temas que a mí me interesan para explorar geografías más emocionales y humanas, es un aspecto que más me importa del cine. Es el compartir y conocer de verdad a otras personas y descubrir con todo el equipo todos juntos, es lo que más me estimula”.
Este primer largometraje de ficción de la santafesina Cappato tuvo el honor de ser estrenado en el mundo en el Festival Internacional de Cine de Berlín, y luego en otros festivales y ahora en el país, en el Festival de Mar del Plata. Sobre esto aseguró: “Cuando nos enteramos que quedó seleccionada en la Berlinale fue una noticia buenísima, no es algo que esperaba, y en la Competencia Generation, en ese festival era un lugar muy apropiado para estrenar este tipo de película, por el interés y cuidado que ellos tienen con algunas temáticas, y porque ellos acercan a nuevas generaciones al cine. La protagonista es una nena de 10 años y era el mejor lugar que podían recibir y entender el film en toda su dimensión. Esa fue la mejor de las
noticias”.
Recordó que el año pasado en el Festival de Mar del Plata ya ‘Una escuela en Cerro Hueso’ fue parte de la competencia En tránsito, por lo que “volver ahora para presentarla acá mismo y por primera vez en sala es una alegría enorme. Vengo desde mis 19 años y es un sueño cumplido, festejamos que se presente acá finalmente”.
Esta película ya estuvo girando por los festivales de cine como el de Estonia, el Olympia de Grecia, Huelva España, Tulum, Alemania, y sobre esto, Betania destacó que “lo que más estimula es compartir la película con el público, y está sucediendo de una forma muy sorprendente y vuelve mucho cariño. Es increíble la cantidad de gente que se contacta por este film que genera empatía, me dicen que la vieron en algún festival, diciendo que se identificaron... el cine puede entrar de una forma tan cotidiana de forma simple a la vida de las personas”.
Por tratarse de una historia inspirada en la familia de la propia realizadora audiovisual, ésta ahondó: “Cuando mi pequeño hermano cumplió dos años comenzó a manifestar fuertes cambios en su personalidad. Poco a poco se volvió más distante, más silencioso. Hasta que un día dejó de mirarnos a los ojos y perdió contacto con la realidad. ‘Una escuela en Cerro Hueso’ es una película inspirada en la historia de mi hermano y de familia. Y seguramente también la historia de muchas otras familias quedando afuera de un sistema que continúa siendo intolerante, destructor de lo diferente”.
En semejanza a su propia historia, los protagonistas son “personas que luchan por sobrevivir en un mundo que parece avanzar en una dimensión siempre ajena. Personajes con fuertes convicciones, que por una situación particular se ven obligados a abandonar un estilo de vida acomodado, mudándose a la periferia y entrando en contacto con un universo desconocido”.
En este escenario, la precaria escuela en las orillas del río Paraná es un verdadero refugio en la historia: “El lugar donde Ema encontrará por primera vez un sentido de pertenencia. Ese espacio donde las diferencias parecen no existir. Algunos de los conflictos que me interesaba abordar tienen que ver con la confrontación que aparece entre la idea de sociedad y el acecho de lo primitivo, las relaciones interculturales o interclasistas y el descubrimiento de un orden subyacente bajo las apariencias”.
Betania Cappato recordó que en 2018 dirigió su primer largo metraje ‘Frankie’, como resultado del Laboratorio de documental de creación del Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia, y al poco tiempo, para finales de ese año ya estaba filmando ‘Una escuela en Cerro Hueso’. “Llegar a esta película fue un movimiento natural, tenía muchas ganas de escribir ficción, pero siempre me gusta trabajar desde dispositivos documentales, sobre todo es mi formación de recursos estéticos y formales de mi obra. Y ‘..Cerro hueso’ es una película muy pequeña, de producción artesanal, la filmé con amigos con los que vengo trabajando desde antes. Es un equipo que nos conocemos un montón, son aliados ideales para trabajar en confianza para esta, que es mi primera película ficcional”, precisó.
La joven cineasta recapituló su trabajo junto a su colega Iván Fund, cuyo film ‘Piedra Noche’ también estrenó el pasado miércoles en el Festival de Mar del Plata. “Hemos trabajado en sus films ‘Toublanc’, ‘Vendrán lluvias suaves’, ‘Frankie’, ‘Piedra noche’ y ‘Cerro hueso’, y ahora estamos por rodar mi película ‘La mujer Hormiga’. Es una alegría infinita”, aseguró ella, y destacó que también disfrutaron de “contar con la actuación de Mara Bestelli, una de las protagonistas de su film Piedra Noche, también actuando como la madre en ‘Cerro hueso’”.
Consultada sobre la actualidad de las producciones de la bota santafesina, Betiana puntualizó: “Yo me formé en el Instituto Superior del Cine y Artes audiovisuales de Santa Fe, y de allí vengo, soy de la primera promoción. En la provincia se está produciendo cada vez más, y salen del circuito territorial y se ven en lugares del mundo de mucho prestigio. Uno se siente parte de una nueva camada de cineastas que nace con esta nueva versión”.
Recordó que en lo personal tuvo “la suerte de compartir trabajo y vida con Fernando Birri, aprendí mucho a hacer cine con él, sobre todo de cómo producir, de cómo debía aprender a apropiarme de los medios de producción que tenía y salir a filmar como sea. Es una mirada afín a la de Birri y no por nada él filmó las películas en Santa Fe”.
Luego mencionó a Milton Cecchi como gran amigo y compañero con quien trabaja los films además de Fund. “Trabajo sobre todo con amigos, eso aprendí del hacer cinematográfico, que hay que sentirse afín, tirar todos para el mismo lado. Aunque muchos somos santafesinos, es un equipo federal. Hay entrerrianos, cordobeses, porteños. Me encanta pensar al cine como un puente y el rodaje ser una excusa para conocerse con la gente. Siempre pienso según el proyecto, sumar nueva gente al equipo que vayan en sintonía a la búsqueda de imágenes de una”.
Muy en sintonía con Betania, el propio Iván Fund se mostró contento de compartir proyectos con ella y de presentarlos juntos en Mar del Plata: “Es un privilegio compartir con amigos y colegas que estrenan también sus películas acá. Es celebrar que persisten estos espacios y hablar de cine un rato”.
Para él hay cineastas y colaboradores admirables en la región, como Lorena Moriconi, de Casilda, montajista de la mayoría de sus películas, y Martín Solá también es de Casilda, documentalista que con ‘Metok’ termina una trilogía que empezó hace 10 años con filmes de viajes en territorios en conflicto. “Todos ellos representan de forma patente el potencial del cine santafesino”, aseguró el autor de ‘Piedra noche’.
Finalmente aseguró que después de terminado el Festival, ambos volverán a Santa Fe porque la semana que viene inicia el rodaje de Betania y Adrián Suarez de ‘La mujer hormiga’, donde el mismo Fund es productor: “Y eso es lo que más nos gusta hacer, estar filmando películas”.