No es fácil encontrar en nuestro país (principalmente por las recurrentes crisis económicas) comercios, industrias o pymes con más de 100 años de actividad ininterrumpida. Pero en una ciudad del departamento Las Colonias, el proyecto de un italiano llegado de la región de Piamonte hace más de 150 años logró superar los obstáculos que toda empresa tiene.
Se trata de Tomás Brussini, un joven italiano nacido en 1841 en Carignano, provincia de Turín, quien en el año 1871 fundaba la panadería “La Italiana”, y que más de un siglo y medio después se transformó en un ícono de San Jerónimo Norte y en una de las panaderías más antiguas del centro santafesino.
Hoy Mariela, tataranieta de Tomás, es la quinta generación de la familia Brussini a cargo de la empresa. Habló con El Litoral y contó sus sensaciones, vivencias y el legado de una familia que tiene una página grande en la historia de la segunda colonia agrícola de la provincia.
“Desde chiquita vivíamos en la panadería. Mi casa estaba dentro de la panadería, íbamos y veníamos con mi hermana. La casa estaba dividida en dos: en una parte estaba mi familia y en la otra mis dos tías abuelas con las que nos criamos. Ellas siempre nos contaban historias de cuando estuvieron a cargo de la panadería en los primeros años”, arrancó la entrevistada.
Mariela contó que en los primeros años tenían unas 20 volantas con las que se salía a vender a los pueblos vecinos. “Inclusive llegaban a diferentes explotaciones rurales donde se hacía el cambio de caballos, porque las distancias eran enormes. Siempre hay gente mayor que llega a la panadería y me cuenta anécdotas de cuando mi abuelo llegaba con la carreta a traer el pan, los alfajores y las masitas”, dijo.
Un Piamontes emprendedor
“Primero llegó de Italia mi tatarabuelo Tomás. Luego mi bisabuelo Miguel se casó y tuvo 10 hijos, mi abuelo era el anteúltimo quien continúo con el legado de Tomás, que luego pasó a mi papá Daris y que hoy continúo yo”, recordó Mariela.
José Luis Eggel, historiador de la localidad, precisó que la panadería Brussini originalmente estuvo ubicada 100 metros hacia el oeste de su actual emplazamiento (calle Sarmiento y Sargento Cabral).
“De la antigua panadería me acuerdo cuando era chico y vivíamos en el campo esperar a las volantas con los productos. Se colgaba una bolsa de hilo de portland en la puerta contra el camino. Allí el panadero dejaba la cantidad de pan de acuerdo al dinero que había en la bolsa. Antes venía el pan de kilo, redondo. Los panes de barrilla eran más caros por el manejo que se debía hacerse, todo en horno de leña”, aclaró.
En tanto Marcelo Urba, esposo de Mariela y Jefe de Producción habló del significado que tiene para su familia seguir con la tradición del primer Brussini que llegó a la Argentina. “Tomar la posta de Tomás significa muchísimo. Ambos somos Analistas de Sistema, yo soy de Diamante (Entre Ríos) y en mi familia nadie fue panadero. Si bien me gusta mucho cocinar y brindarme y volcar momentos a mi familia, de lo que uno siente a través de la comida. Cuando se dio esta posibilidad nos gustó. Fue una apuesta muy fuerte”.
Continuar el legado
“La idea de continuar con el legado familiar llegó por una necesidad que teníamos de venir a vivir a San Jerónimo por una cuestión de tranquilidad para nuestros hijos más chicos. Mi papá siempre me decía que alguien tenía que seguir con la panadería, con el oficio y la tradición familiar. Lo pensamos con Marcelo y al poco tiempo nació nuestro primer hijo. Todo se iba dando para que llegáramos a vivir a San Jerónimo. A mi esposo le gusta mucho el tema de la cocina y sabíamos que se iba a enganchar. Mi papá le fue enseñando los secretos del oficio y las recetas tradicionales para continuar elaborando los productos que desde hace 150 años se hacen en nuestra panadería”, manifestó Mariela quien recordó que cuando ella nació se cumplieron 100 años de la llegada de su tatarabuelo.
“Es algo que siempre me marcó. Una señal que me marcaba que yo debía continuar con el legado de Tomás. Estamos muy contentos de haber seguido con el negocio familiar y más porque este año cumplimos el 150° aniversario. Es un gran orgullo que con el tiempo la panadería se haya convertido en un emblema de la localidad. Día a día estamos pensando en cómo mejorar, hacer las cosas mejores y a pesar de la situación económica del país siempre pensamos en innovar y crecer. s una alegría haberlo logrado y cumplir con estos primeros 150 años”.
Por su parte Marcelo precisó que las recetas y la producción artesanal siguen los mismos pasos desde 1871. “Por ejemplo la torta alemana la elaboramos con la misma receta que inició Tomás hace 150 años. Las recetas y secretos de la producción se transmitieron de generación en generación”
En cuanto a la producción actual, Urba destacó que el público hoy en día opta por productos chicos.
“Fuimos adaptando las recetas para adecuarnos al paladar y a los requerimientos de esta nueva época. El lemon pie se sigue haciendo con la receta original, pero hoy en tamaño más chico o individuales.
En relación a los años que tiene la panadería en San Jerónimo es muy poco los años que hace que nos hicimos cargo, pero fue una apuesta nuestra. Hace tiempo que el país no presta las condiciones para arrancar un emprendimiento de cero, entonces teníamos que decidir que hacer: si seguíamos apostando a la mejor calidad posible de los productos y hacer producciones chicas o pasar a una producción mucho más grande y perder calidad. Hoy estamos muy contentos de continuar lo artesanal. Todo requiere una materia prima indispensable que es la dedicación. El secreto es hacer todo como si uno lo estuviera habiéndolo para nuestro hijos. Hay muy poco margen de error. La gente nos acompaña muchísimo, no solo de San Jerónimo Norte sino de Santa Fe y de una amplia región, quienes llegan a la ciudad a comprar nuestros productos artesanales. Nos da un poco de orgullo, hay mucha gente que en sus localidades tiene muchas opciones pero nos elige a nosotros”.
La patria nunca se olvida
“La primera panadería se llamó “La Italiana” -por el origen de Tomás - , luego es Miguel Brusisni quien continúa y en el año 1936 anexan masitería y repostería. Es un hecho necesario de destacar. Que una panadería que tenga una continuidad familiar de 150 años acá en San Jerónimo Norte no es común. Hubo otros emprendimientos como por ejemplo el de la familia Tehiler en Las Tunas, que era una panadería de época y se mantuvo durante muchos años. Uno de los Tehiler le vendía al abuelo de Mariela otros productos (azúcar negra)”, apuntó José Luis Eggel quien añadió que es digno de reconocer, que gente joven continúe el legado familiar y apuesta a nuevas iniciativas. “Quien no dice que el día de mañana sus hijos sigan con este rubro”.