Lucía Dozo | [email protected]
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A principios del siglo XX Rosario miraba a París. La influencia francesa en la arquitectura era notable en todo el país, sobre todo en grandes edificios como los que debían satisfacer funciones públicas y en las mansiones y palacios de los terratenientes, que se construían en un academicismo estricto. Era la arquitectura identificada con “el buen gusto”, donde reinaban la simetría y el equilibrio de composición de las partes.
Rosario no fue la excepción, y a fines del siglo XIX se levantaron edificios academicistas para funciones públicas y empresas privadas, si bien la ciudad carecía de la oligarquía tradicional que había en Buenos Aires y que había adoptado el academicismo para levantar sus propios edificios como carta de presentación.
En ese contexto nació la tienda La Favorita, fundada por los inmigrantes asturianos Ramón y Ángel García. Con el paso del tiempo y la constante expansión del negocio, los hermanos apuntaron a construir un gran local con estilo europeo, basándose en las Galerías Lafayette y Printemps de París. En abril de 1929, inauguraron el emblemático edificio que hoy se erige en esa esquina. La obra lleva la firma de Rafael Candia, constructor que dejó un inmenso legado en Rosario. Los planos de la obra de La Favorita son atesorados como patrimonio local en el Museo de la Ciudad, y también el libro de firmas en el que los visitantes dejaron sus mensajes cuando se inauguró.
Para realizar las construcciones y ampliaciones, la tienda no cerró sus puertas ni un solo día. Se fueron realizando por sectores, primero fue por calle Sarmiento, después por Córdoba y finalmente en la esquina, por lo que cuando se hizo la modificación del edificio nuevo se decidió traer esas ideas para incorporarlas en el negocio que todavía era familiar.
“Llegarían a hacerse 4 niveles en total, cada uno marcado con una impronta diferente. Así, cada sección se destacaba en un piso: las telas, que se cortaban por metro, estaban en planta baja, con sus mostradores que las exhibían contra las vidrieras que dan a Sarmiento. Del otro lado, por Córdoba, estaba la camisería y en la parte central, la perfumería. El primer piso presentaba la juguetería, la sección zapatería y más arriba la sastrería. El subsuelo presentaba el bazar, con mercadería bellísima de primeras marcas”, cuenta a El Litoral el comunicador Julián Torrisi.
Y sigue: “En suma, las escaleras alfombradas eran un lujo, las marquesinas enriquecían el paisaje del centro y cada evento que organizaba la marca era una atracción para los ciudadanos y los turistas que se acercaban. Podemos mencionar las grandes publicidades, las campañas de fotografía con modelos de ropa, las presentaciones y los eventos que se realizaban a fin de año. Entre ellos, se destacaban los navideños, por ejemplo, trayendo a ‘Papá Noel’ desde Buenos Aires en avión y subiéndolo a un camión de bomberos en el aeropuerto para llegar desde allí al centro; toda la ciudad estaba expectante de su arribo a la tienda”.
Entre sus insignias aparecía el enorme jarrón de cerámica Tavalera de la Reina que Ramón García hizo traer de la Exposición Universal de Barcelona exclusivamente para ser exhibido en la tienda para la inauguración de 1929. En aquellos días se encontraba en la planta baja, donde era su imagen principal, pero con el tiempo dejó de estar al alcance de los visitantes, aunque siguió siendo un símbolo para la familia.
El edificio contaba con la confitería Acrópolis, un bar que se proponía como espacio para comer antes de seguir el paseo y una posibilidad de hacer una pausa dentro del horario comercial. Por su parte, en el subsuelo, durante los años 1973 a 1975 se encontraba una calesita para los más chicos, que luego fue cambiada por un toro mecánico. También tuvo su etapa de teatro de títeres, show organizado por los artistas Félix y Adela. La escalera mecánica fue toda una novedad, ya que era una de las primeras de la ciudad.
El primer trabajo de estos inmigrantes españoles que serían los fundadores de La Favorita fue como empleados en un bar de la comunidad asturiana. Con el paso del tiempo llegaron a ser empleados de la gran tienda La Buenos Aires, que se ubicaba en el edificio de la esquina de Entre Ríos y Córdoba, en la ochava sudoeste.
Unos años después lograron alquilar la esquina de Córdoba y Sarmiento, que ya se llamaba La Favorita (a fines del siglo XIX se había alzado el primer local comercial en esa ubicación, con el nombre de Puntillería La Favorita). El edificio y el solar eran propiedad -y continuarían siéndolo hasta 1921- de las hermanas María y Emma Echagüe. Se suplieron las limitaciones de espacio que provocó la rápida expansión que vivió el negocio desde un principio con el alquiler del edificio lindero por calle Sarmiento (en ese momento, calle Libertad), una casa de altos también propiedad de la familia Echagüe. A modo de ejemplo de esa expansión, en 1905 instalaron una oficina en París para traer directamente la moda francesa y europea a Rosario.
Es decir, la tienda La Favorita fue fundada por los hermanos García, quienes se establecieron en la hoy famosa esquina en 1891, primero como inquilinos y años después como propietarios.
Según decíamos, la constante expansión del emprendimiento los llevó a construir un edificio más amplio y expresamente concebido para sus necesidades. Así, refaccionaron y colmaron el edificio de detalles, como la marmolería roja de la fachada, por ejemplo, que fue importada desde Alemania, ya lista para ser colocada.
En el interior del país no había negocios como La Favorita, por lo que no solo familias acomodadas sino también afamados sastres y modistas de ciudades como Córdoba, Santa Fe, Paraná, Corrientes y San Nicolás compraban directamente allí.
En octubre de 1994 se anunció la integración de La Favorita con la cadena internacional Falabella, la tienda departamental de capitales chilenos que finalmente, en 2021, cerraría sus puertas.
No hay hasta el momento noticias confirmadas sobre el destino del emblemático espacio, que permanece cerrado. Entre las versiones que circularon desde el año pasado hasta la actualidad (algunas con gran fuerza en su momento, pero que luego se diluyeron o cancelaron) se destacaron una que anunciaba que un grupo empresario local negociaba el alquiler del inmueble con la intención de “lotearlo” y subdividirlo en locales comerciales para convertirlo en un centro comercial que incluiría no solo marcas locales sino también firmas nacionales.
Otro proyecto que circuló fue la propuesta de empresarios locales que pretendían instalar una tienda de multimarcas rosarina, según la idea de armar un proyecto de “pool” de empresas de la ciudad con reconocida trayectoria y sumar un espacio gastronómico que ocupe uno de los pisos. Pero hasta hoy, el futuro de la que fuera la Gran Tienda La Favorita es incierto.