Esteban Laureano Maradona fue homenajeado por la vecinal que lleva su nombre y la Municipalidad de Rosario. Ejemplo de vida, pasó sus últimos nueve años en una casa de barrio Agote.
Tres jornadas después del Día del Médico Rural se homenajeó al grandioso Esteban Laureano Maradona. Cada 4 de julio se recuerda (por Maradona que nació el 4 de julio de 1895 en Esperanza) a aquellos doctores que con gran vocación de servicio y amor al prójimo curan a los pobladores de las zonas alejadas de los núcleos urbanos. Este jueves el acto fue en la casa de calle Castellanos 321 donde Laureano vivió sus últimos nueve años ya de muy mayor. Falleció allí el 14 de enero de 1995 a los 99 años.
En el homenaje, estuvo presente el intendente de Rosario, Pablo Javkin, junto a Dante Taparelli, secretario de Cultura local, Víctor De Batista, presidente de la vecinal, y otras autoridades. El acto fue convocado por la organización barrial que lleva el nombre del médico ejemplar. Allí se descubrió una placa en donde se transcribe una frase de Maradona: “No he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático de hacer el bien a mis semejantes”.
Asistieron además representantes de los pueblos originarios. Laureano Maradona vivió durante décadas en un pueblo llamado Estanislao del Campo, en el sur de la provincia de Formosa. Allí ayudó de muchas maneras posibles y curó a los pobladores que tenían raíces de nuestra tierra. Los más postergados entre los postergados.
“El acto fue muy lindo. El reconocimiento de mi tío, el doctor Maradona. Desde el cielo él estará tan agradecido por el reconocimiento que tiene con este acto”, dijo a El Litoral Dolores Maradona, sobrina nieta del médico. “Él era muy sencillo, simple, práctico y muy estudioso. Dedicado a sus manuscritos los últimos tiempos que estuve con él que fue un verano”, agregó. “Tenía amor a la patria y amor a los demás”. “Pasó su vejez con todos nosotros. Con el cariño de todos nosotros que éramos 10 hermanos”. Sobre el legado del esperancino, aseguró: “Él nos dejó como herencia el amor al prójimo. Fue un dedicado ejemplo”.
Dolores relató el último día de su tío: “El 14 de enero de 1995, en un verano caluroso, a las 7 de la mañana se levantó como todas las mañanas y tomó su desayuno de mate cocido con tostadas. Se quedó como dormido. La noche anterior habíamos hablado sobre historia argentina, sobre el Virreinato del Río de la Plata”. En la casa todavía quedan recuerdos del paso del excelentísimo médico. Como un cuadro con su rostro que cuelga en una de sus paredes.