Miércoles 31.1.2024
/Última actualización 21:04
A comienzos de esta semana sorprendió la presencia en Venado Tuerto de decenas de jóvenes -la mayoría de ellos desconocidos para el vecindario- en las inmediaciones de emblemáticas escuelas locales: la Escuela N° 789 “Almafuerte”, en el barrio Santa Rosa, y la Escuela N° 969 “Joaquín V. González”, en el barrio Norte. Y el misterio enseguida se develó: son 55 jóvenes, de entre 16 y 35 años, que pertenecen a la Iglesia Evangélica Cristiana y cada año dedican una semana de sus vacaciones a brindar un servicio solidario a la comunidad.
En el marco del programa Hacia los Pueblos (HLP), la Congregación sostiene varias iniciativas en distintos puntos del país y, en este caso, una de las localidades seleccionadas es Venado Tuerto. Y uno de los coordinadores locales, Andrés Roganovich, contó los detalles: “Es un llamado de las iglesias evangélicas a los jóvenes para que destinen una semana de sus vacaciones a servir a una comunidad que necesita de su ayuda”.
Después del trabajoso proceso de descascarado y limpieza de muros, entrarán en escena los rodillos y pinceles.“En esta oportunidad, llegaron 55 personas desde distintas provincias, como Buenos Aires (José Mármol), Córdoba, La Pampa (Castex) y Río Negro, que están alojados en carpas, en el mismo ámbito donde se estableció nuestra comunidad, en el barrio Santa Rosa. Precisamente, en ese sector de la ciudad estrechamos lazos con la comunidad educativa de la Escuela ‘Almafuerte” y entonces surgió la idea de planificar una ayuda anual, en este caso para pintar las instalaciones”, describió el joven venadense, quien forma parte de una veintena de fieles que se integran a los visitantes para el desarrollo de estas tareas.
En este sentido, reforzó que “los 'locales' no oficiamos de meros anfitriones u organizadores, sino que todos constituimos los equipos y se distribuye la totalidad de los quehaceres, desde los trabajos específicos en las escuelas, hasta la elaboración de la comida para todo el grupo”.
Roganovich contó que años atrás constituyeron una asociación civil y, con ese marco legal, impulsan las actividades solidarias, con los seguros correspondientes, que en un principio se enfocaron a la Escuela N° 789 del barrio Santa Rosa, pero apenas enterados de la movida, desde la Escuela N° 969 consultaron si podrían incluirlos y la respuesta positiva fue inmediata, ya que, con más de 75 jóvenes dispuestos para el voluntariado, sobraba la mano de obra. Mientras tanto, las cooperadoras escolares hicieron lo suyo con la obtención de los insumos indispensables.
Voluntarios preparan el terreno para la instalación de las carpas en el predio comunitario del barrio Santa Rosa.“No se trata simplemente de un acto de caridad o solidaridad, sino que el objetivo es más trascendente, es una forma de brindar amor a través de los hechos, en la realidad cotidiana, más allá de las palabras. La idea central de este programa es que los jóvenes ofrenden ese amor en la práctica y, al mismo tiempo, demostrar que hay una generación con ganas de compartir, de servir y de ayudar, en lugar de quedarse adormecida por el individualismo que hoy reina en las sociedades”, enfatizó Andrés Roganovich. Y agregó: “Poco a poco, en el mismo desarrollo de los trabajos, van surgiendo nuevas ideas, y una de ellas es convocar a jóvenes de otras instituciones para emprender desafíos solidarios conjuntos, más ambiciosos, complementados con encuentros de confraternidad, siempre en el entendimiento de que el amor es servir y trasladar a los hechos los mejores sentimientos que anidan en nuestros corazones”.
De la mañana a la noche
La jornada de trabajo para los voluntarios aunados en el programa Hacia los Pueblos comienza bien temprano, con un desayuno; continúa con un espacio de meditación e intercambio, y luego cada grupo se dirige a la escuela asignada para cumplir con el trabajo programado. Al mediodía vuelven a reunirse para compartir el almuerzo; luego se abre un período de descanso y se sigue con las actividades por la tarde. Ya en horas de la noche, concluida la tarea diaria, se prepara la cena y se completa la jornada con mateadas y juntadas, matizadas con pegadizas canciones al son de las guitarras.
El servicio de peluquería y barbería sin costos fue aprovechado por los vecinos del Santa Rosa. Además, brindan sus servicios para el vecindario -sin ningún costo- un barbero y una peluquera, que incluye no sólo corte de pelo, sino también tinturas.
Vivir en comunidad
Comunidad Cristiana está compuesta por una veintena de jóvenes que confluye en las creencias evangélicas cristianas y están establecidos en un predio del barrio Santa Rosa -donde los 55 visitantes distribuyeron sus carpas-, sobre el cual también trabajan en estos días para introducir algunas mejoras.
En el fondo, el espacio dedicado a los talleres en el Santa Rosa; en primer plano, la obra en construcción.“En este lugar ya está funcionando el Centro Residencial, donde hay niños alojados, y pronto abriremos el Centro de Día. También contamos con diversas actividades a las que concurren los chicos del barrio, como carpintería, tela, arte, lectura, inglés y taller ecuestre, y para prestar estos servicios, y otros nuevos, siempre convocamos a los jóvenes a sumarse”, señaló Roganovich.