Justicia en el caso Klotzman: la causa donde un desaparecido une a Venado Tuerto con Elortondo
Fueron juzgados tres ex policías y un ex militar por los delitos cometidos contra militantes del PRT-ERP en 1976. Por primera vez en esa ciudad también fue condenada una apropiación. La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación fue querellante. Es la única causa en el interior del país donde estuvo procesado el dictador Jorge Rafael Videla.
El jueves 29 de julio, en Rosario se hizo justicia. Pasaron 45 años, pero las penas llegaron. Fue perpetua para un ex capitán de inteligencia y tres ex integrantes de la Policía Federal Argentina (PFA) por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra 29 víctimas durante la última dictadura militar. Entre esas personas, está Ricardo Horacio Klotzman, uno de los máximos referentes del Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) en Rosario.
Conocido como “César”, “Hugo”, “Juan de Dios Pérez” y “Patón”, nació el 24 de mayo de 1951 en Venado Tuerto. Era el mayor de dos hermanos. Luego del colegio secundario, se instaló en Rosario para estudiar Ciencias Económicas en la UNR. En 1972 abandonó y se metió de lleno en la militancia. El 21 de junio de 1973 se casó con la joven de Elortondo, Liliana Bojanich, y el 10 de noviembre de 1974 tuvieron una hija, a la que llamaron Ana Lina.
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Foto: Gentileza
Al poco tiempo, la pareja se separó y el 8 de junio de 1976, Liliana fue secuestrada en Capital Federal. Desde entonces, no hay registros conocidos de ella, ni siquiera hay datos de su paso por un centro de detención. Se supo que Ana Lina –en ese entonces tenía un año y medio- fue “auxiliada” por un grupo de tareas que “casualmente” la encontró en la calle. Enseguida, su abuelo Francisco Bojanich viajó a Buenos Aires donde le entregaron a la nena y regresaron juntos a Elortondo, lugar donde Ana se crió.
Luego, el 2 de agosto de 1976, Ricardo Klotzman (25) fue secuestrado en una vivienda de calle Necochea 2050 en Rosario, junto a su nueva pareja, Cecilia Beatriz Barral (25), también militante, en la vivienda que ambos compartían. En el operativo fueron asesinados Juan Tumbetta y Edgardo Silva, que se encontraban en la casa con ellos.
Una lucha de 45 años
Hoy con 46 años, Ana Lina se encuentra radicada en Rosario, donde ejerce como arquitecta. Tiene dos hijas y está casada. “Todavía no caigo. Para mi se cierra una etapa que empezó hace años. Es una causa que tenía muchos imputados producto de que la justica es lenta y todo lleva demasiado tiempo. Es la primera vez que se comprueba la participación de la PFA en una instancia de este tipo y tres personas recibieron perpetua”, dijo a Sur 24.
Klotzman, reconoció que queda pendiente saber dónde están los cuerpos y que hicieron con ellos, para cerrar el círculo. “Uno quiere saber dónde están sus familiares y que pasó. Eso es un pacto que tienen entre ellos y nunca lo van a decir porque no tienen el coraje para hacerlo. Fueron tan brabucones para hacer ciertas cosas, pero para afrontar los hechos e ir de frente diciendo lo que hicieron no. Es su último bastión de indignidad”, sostuvo.
Gustavo Frittegotto Ana Lina, hoy.
Ana Lina, hoy.Foto: Gustavo Frittegotto
Para Ana Lina, lo que se vivió días atrás, es una sentencia de un juicio, con jueces, abogados de partes, tiempos, etcétera, algo que ni su padre ni ninguna otra persona tuvo oportunidad: “En los casos de las familias de las víctimas de la dictadura nunca hubo un caso de justicia por mano propia. Sin embargo, desaparecieron Julio López y Silvia Suppo. Es decir, ellos siguen haciendo de las suyas y nosotros esperando los juicios”.
Asimismo, aclaró: “En mi caso particular, son 45 años del hecho. Esto no te devuelve nada, pero te deja un espacio para otras cosas. Sentí que me saqué un gran peso de encima. Después de la sentencia lo único que pude hacer es irme a mi casa a dormir. Me queda pendiente saber dónde están”.
En esta línea, reconoció que no esperaba una pena de este calibre. “Entendíamos que iba a haber condena, pero fue realmente contundente. El tribunal consideró que todos los crímenes eran de lesa humanidad y que aplicaba la perpetua. Tiene un valor porque la justicia consideró que lo que se dijo en el juicio y desde hace 45 años sostenemos, era verdad”.
E indicó: “Hay responsables, pero no son los únicos. Quedaron muchos afuera de la causa porque hay cosas que no se pueden probar. De ahora en más, en todos los juicios, a la Federal le va a caber un lugar además de a los militares”.
Ana Lina se enteró de chica, en edad de escuela primaria, la historia de sus padres. Sospechaba que algo raro había pasado. Lloró mucho y después comenzó a preguntar, también a sanar. Entiende que había algo que la estaba ahogando y que siempre estaba pendiente. La angustia siempre fue grande.
“Tenía necesidad de saber. Fui formando mi historia de a pedazos. Es un rompecabezas, le faltan partes y algunas no van a estar nunca. No se por ejemplo como era la voz de ellos y nunca lo voy a saber porque no hay ningún registro. Tampoco tengo recuerdos táctiles porque era chica. Trato de armar imágenes, o recuerdos de otros pasan a ser míos. Me imagino la risa de mi viejo porque me la describieron”.
Pone en valor lo que transmiten los amigos de su padre y la coincidencia de todos: Klotzman era buen tipo. “Hay quienes me decían que los mantenía vivos, les daba de comer y les daba esperanzas, aún en el cautiverio. Siempre con una sonrisa, positivo, haciendo chistes. Fue el guía de muchos chicos jóvenes, que era una generación solidaria, siendo él también un jovencito. Los lindos recuerdos borran cualquier otra cosa”.
Sobre su mamá, remarca que es otra materia a saldar: “No hay rastros ni una punta donde empezar. En este caso no hay nada. Fue en Buenos Aires y se complica tener datos. Ahora me voy a enfocar un poco más en eso, para meterlo en alguna instancia judicial y tener más información de la que tengo. No avanzó porque no había con qué”.
Finalmente, reflexionó: “Los familiares buscamos justicia. Fue una sentencia en un juicio. Fue justicia real. Fue como tienen que ser las cosas en un país. No desaparecer gente y no decir nunca más donde están. Un Estado no puede hacer eso, con todo el poder que tiene, debe actuar de otra manera, dentro de la legalidad y no esconder sus actos debajo de la alfombra. Actuaron como si fueran delincuentes. Así fueron juzgados. Así, condenados”.
Hermana
Al momento de ser secuestrada, Cecilia Barral –la pareja del papá de Ana Lina-, estaba embarazada de nueve meses y la fecha médica de parto era para los primeros días de agosto de 1976. Si bien se desconoce el lugar exacto donde se produjo el nacimiento, la pequeña recién nacida fue entregada en adopción, en términos poco normales, días más tarde por el juez Luis Vera Candiotti. Ese magistrado luego fue procesado por la supresión de identidad de otra joven localizada, María Carolina Guallane, que vive en Venado Tuerto.
En 2011, un análisis de ADN reveló la identidad de la nieta recuperada 103, confirmado el 5 de abril de 2011. Es decir que Ana Lina tiene una hermana por parte de su padre.