Sábado 14.8.2021
/Última actualización 19:17
En Rosario, las restricciones impuestas por la pandemia por el covid-19 que comenzaron el 20 de marzo de 2020 marcaron cambios en los hábitos de la gente. El otoño e invierno del año pasado se recordará como aquel en donde el espacio público quedó prácticamente desierto. El acatamiento a las normas del aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) fue casi unánime y se notó muy fuertemente en la calle. La primavera de 2020 fue más laxa en ese sentido, pero las restricciones volvieron con más fuerza a partir de mayo de este año con la llamada segunda ola.
Lo que más se restringió fue la vida de noche en el espacio público en la Cuna de la Bandera. Es decir, en el horario de 20 a 6. Eso llevó a una configuración distinta del paisaje nocturno de la ciudad en su conjunto. Tanto en los barrios como en el centro. La cantidad de peatones y vehículos en circulación cayó drásticamente. Este panorama hizo parecerse al de otros países con climas más fríos y vida nocturna más reducida. María José Chena, socióloga, docente de Teoría Social de Comunicación Periodística de la UCA, aseguró: “Al iniciar la pandemia, cuando la cuarentena era cerrada, me refiero al ASPO, uno podía ver el retiro total de los ciudadanos del espacio público, durante todo el día. Vida diurna y nocturna. Se veía muy poca gente por las calles y quien se encontraba transitando, lo hacía obligado por la necesidad de ir de un lugar a otro. Es decir, el espacio público no era un lugar en el cual estar, quedarse, disfrutar. Sin embargo, a medida que las regulaciones se fueron flexibilizando esto cambió, sobre todo en la vida diurna. Con ciertos cuidados que antes no existían y que todos conocemos, la población volvió a apropiarse del espacio público durante el día”.
La menor circulación a partir del atardecer es evidente y configura un mapa nuevo dentro de la nocturnidad de Rosario. “El impacto se ve en el flujo vehicular -comentó a Mirador Provincial Carolina Labayru, secretaria de Control y Convivencia local-. La reducción es significativa. Incluso los siniestros viales se han reducido significativamente. Todo el tema de la restricción vehicular se hizo en función de poder liberar camas que no sean covid y la verdad es que resultó”. La secretaria también remarcó la inactividad de las discotecas, factor que se manifiesta en menor circulación en el espacio público. “Se acortan los tiempos de salida. No más de las 12 de la noche o no más de la 1. Entonces uno no ve gente dando vueltas porque no tiene lugar donde ir, salvo que se junte en la clandestinidad en algún domicilio particular”, afirmó Labayru. Por su parte, Chena sostuvo: “La vida nocturna de la ciudad no parece haber recobrado su antigua vitalidad. Ya no vemos la ebullición que había antes, salvo por casos excepcionales. Hoy sí podemos notar con claridad dos fenómenos en el espacio público durante la noche: una disminución de gente transitando y circulando y mayores controles viales. Esto probablemente se deba a las restricciones que aún pesan sobre la vida nocturna y, quizás, a cierto miedo de la gente a salir por una ciudad que de noche se encuentra más desolada. Si los boliches o confiterías bailables ya hace tiempo que están cerrados, habría que analizar cómo afecta esto a los adolescentes y jóvenes. Y si han reemplazado los encuentros en estos boliches por encuentros en sus casas”.
El cambio en los horarios de los negocios también influyó. Previamente, muchos comercios atendían al público con un corte entre las 13 o 14 y las 16 o 17. En la actualidad, la mayoría abre de corrido hasta las 18 o 19. “Todo tiene un impacto. Desde el comercio minorista que acorta sus horarios hasta el sector gastronómico todo impacta en el movimiento de la gente”, dijo Carolina Labayru. La funcionaria también remarcó la cuestión del auge de los locales de cercanía: “Cobró importancia el negocio de barrio”.
La alteración a la mayor quietud nocturna se vio en la noche del sábado 10 de julio, cuando la selección argentina de fútbol logró la Copa América. “Fue a nivel país. Eso fue totalmente una excepción y las ganas contenidas que tenía la gente de festejar algo hizo que nadie se quiera quedar en su casa y lo primero que hizo fue ir a festejar”, consignó Carolina.
Esta menor cantidad de vehículos en la calle llevó a la reducción de tests positivos de alcoholemia y narcolemia en la ciudad. “Los números han bajado -aseveró la secretaria de Control-. No podemos compararlo con otros años porque tenemos distintas variables. No solamente la restricción vehicular, sino también el cierre más temprano del sector gastronómico y también la implementación de (la ley de) alcohol cero”.
Nadie está en condiciones de asegurar cómo será la vida nocturna en Rosario en los próximos años cuando las restricciones estén totalmente levantadas. “Es difícil predecir sobre las consecuencias de la pandemia, sobre todo porque es un proceso que no se terminó -dijo María José Chena-. Es un proceso que estamos atravesando. Podemos decir, sin temor a equivocarnos que cuando este proceso culmine, la vida social se va a haber transformado, aunque aventurarse a cuáles serán esos cambios, es muy arriesgado. Uno de ellos será, sin duda alguna, la virtualización de ciertas instancias de la vida. Pero, a decir verdad, esto que solo fue acelerado drásticamente por la pandemia, ya se estaba dando”. En tanto, Labayru aseveró: “Todavía la pandemia no terminó. Estamos viendo si hay otra ola o no. Cómo nos impacta con ya un esquema de vacunación. Volver a la normalidad que teníamos antes yo creo que no vamos a volver. Va a ser una nueva normalidad que se va a adaptar a la gente. No me quiero aventurar a decir algo. No lo sé. En esta pandemia todo el mundo fue aprendiendo un montón de cosas. Es día a día viendo cómo transcurre todo”.