Ignacio Pellizzón | [email protected]
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Los usos y costumbres de las rosarinas y rosarinos se ven trastocados por la pandemia del coronavirus. Una profunda introspección está provocando nuevos planteos sobre una “nueva vida” de cara al futuro. El aire y el espacio verde tomaron de pronto una relevancia superior a la ubicación, qué solía ser lo más preciado en las grandes urbes como Rosario.
Desde que salió el primer programa Procrear en 2011, la tendencia de mudarse a los nuevos barrios abiertos en localidades como Funes y Roldán lejos de apaciguarse, se incrementó. De hecho, está a la vista de todos cómo los lotes se fueron copando e incrementando a raíz de la gran masa de personas que se están instalando.
Esta migración pretende volver a ser tendencia en medio de la pandemia, sobre todo gracias al nuevo Procrear que lanzó el gobierno nacional. Es que apuesta a la compra de lotes con servicios y construcción de viviendas en terrenos que se ubican a varios minutos del centro. Las posibilidades que ofrecen las localidades vecinas, son inmejorables en comparación con lo que se puede encontrar en Rosario en cuanto a metros cuadrados y costos.
Ciudad cara
El reconocido portal Zonaprop suele realizar informes sobre el costo del metro cuadrado en distintas ciudades del país. Según su último informe, los costos de los departamentos en Rosario disminuyeron hasta 1, 2%.
Pese a esto, un departamento de un dormitorio o dos ambientes de unos 50 metros cuadrados, en Rosario, ronda en unos 86 mil dólares, mientras que uno de tres ambientes de 70 metros se ubica en torno a los 130 mil dólares.
Zonaprop señala, a través de este informe, que la zona de Alberdi es la más costosa de la ciudad con un costo de 2.536 dólares el metro cuadrado y el barrio José Ignacio Rucci, es el más económico con un valor promedio de 586 dólares el metro cuadrado.
Los mismos operadores inmobiliarios consultados por este medio, señalaron que los departamentos están sobrevaluados con relación a las casas. Un departamento de dos dormitorios en la zona central de la ciudad cuesta lo mismo que una casa con patio, cochera y cuatro o más ambientes, en un barrio más alejado del centro.
Pero hay un dato más: con el mismo dinero con el que se compra un departamento de dos dormitorios en el centro rosarino, se puede construir o, inclusive, comprar una casa con el triple de metros cuadrados en Fúnes o Roldán, según se puede constatar en Argenprop, otro portal referencia en el sector.
Lejos del ruido y del encierro
“La realidad es que actualmente hay consultas al respecto. Se dan dos factores: con Procrear ampliación de vivienda empezaron a consultar para refacciones en las casas. Después hubo consultas de comprar casa en las afueras de Rosario, como Funes, Roldan, Ibarlucea; sobre todo la gente que vive en departamentos. Hay más consultas. No se concretaron operaciones, pero hay movimiento en este sentido”, contó a El Litoral uno de los referentes del Observatorio Inmobiliario local, Leonardo Beltramone.
El hecho de poder tomar esa decisión no es para cualquiera, sino para un grupo de personas que transitan la pandemia con cierta comodidad y pueden volcarse a buscar nuevos horizontes por fuera de los edificios con departamentos de un dormitorio o monoambientes. Un cambio de paradigma.
El Procrear “está bien orientado para poder edificar, construir”, señala el referente del Observatorio. No pretende afirmar que vaya a ser el “gran repunte” en la economía, pero sí reconoce que es una oportunidad para poder alcanzar la vivienda propia acorde a las nuevas demandas sociales: más metros cuadrados.
“Se nota” que hay un cambio de paradigma por la pandemia. “Hay muchas tasaciones de departamentos, porque se especula con que, si lo pueden entregar como parte de pago, para buscar más aire, terrenos con piletas”.
El fuerte confinamiento entre fines de marzo, abril y mayo, hizo un click en un gran sector de la sociedad. Ya no interesa tanto la ubicación o estar cerca del río; importan los metros cuadrados, el espacio. Aquellas personas, de sectores medios y altos, que se encontraron apretadas en sus hogares, hoy son las que más consultas hacen porque pretenden mudarse a viviendas mucho más amplias y cómodas.
En Primera Persona
Pablo (29) cuenta que cuando empezó a trabajar en el local de ropa se fue a vivir a un monoambiente “muy cómodo” en la zona de Pichincha, porque su trabajo estaba en pleno centro de la ciudad. El hecho de poder ir y volver caminando, fue lo que lo motivó a elegir ese departamento.
Lucía (28), cuando se fue de la casa de su familia, optó por buscar un departamento de un dormitorio en barrio Martin. Es la zona que más le gusta –según relata a El Litoral-, porque “tenés toda la conectividad del mundo y el parque Urquiza a dos pasos”.
Ambos son pareja hace cuatro años y están construyendo su casa en uno de los barrios de Roldán. Con ayuda de sus padres compraron primero un terreno y ahora están materializando su proyecto de casa. “Poder hacer un asado e invitar a la familia y que podamos entrar sin problemas es lo que más nos motiva”, señalan.
Son unos 25 kilómetros los que separan a Rosario de Roldán. “Hicimos el viaje mil veces y demorás entre 30 y 40 minutos, según el tráfico; pero estamos dispuestos a hacerlo porque apostamos a tener una familia y queremos tener espacio y no preocuparnos tanto por la inseguridad”. Además, “con todo esto de la pandemia nos ayudó a fortalecer nuestra decisión”, se sonríen.
Un poco más crítica es la mirada que tienen Cristian (38) y Lorena (36). Ellos construyeron su casa en Funes con el plan Procrear que lanzó el gobierno de la ex presidenta Kirchner hace unos ocho años atrás. Se trató del primer plan de este tipo, en el que se accedía por sorteo.
Lorena explica que, si bien le encanta su casa y la tranquilidad de donde vive, “hay muchos servicios que no funcionan bien como internet, recolección de residuos”. Rosario proporciona en ese sentido “muchas comodidades” que uno se da cuenta “cuando las pierde”.
Piletas de lona
Con una crisis económica sin precedentes y una pandemia de por medio que provocará una caída en el éxodo turístico, las familias intentan adaptar sus hogares para pasar la temporada de la mejor manera posible.
“Sin dudas se nota un aumento de piletas prefabricadas junto con los muebles que se necesitan. Estamos notando un incremento en los pedidos respecto al mismo período del año pasado en torno a un 45% más, aproximadamente, informó a Mirador Provincial Marcelo Marieta, presidente de la Cámara de la Industria Plástica de la provincia de Santa Fe (CAIPSF).
No sólo la venta se ve demandada, sino también “la materia prima y la mano de obra”. Es que todo se va armando “para la venta de pretemporada en octubre – diciembre, pero que este año en particular se adelantó”, señaló.
Una de las casas de venta mayorista de Rosario, Comercial Cayra SRL, detecta un auge en la venta de piletas de lona. El mercado al que suele apuntar es al mayorista, ya que comercializan la marca importada Intex, que no suele ser la más económica del mercado, pero desde agosto que vienen detectando más consultas y ventas de familias particulares.
Según comentó a El Litoral uno de los representantes de la firma, Alejo Bollini, “en los últimos años se notó una merma en la demanda, pero, casualmente, como a nivel mundial, este año las piletas de lona están siendo muy requeridas, están en auge”.
De hecho, “desde el mes pasado hemos tenido muchas ventas de piletas muy grandes, que no son las que más rotación tienen. Notamos que hay una demanda extraordinaria. Y esto se debe a que muchas familias están pensando en comprar piscinas para pasar todo el verano y no únicamente para refrescarse, sino como una actividad”, apuntó.
Dentro del rubro de las piletas de lona hay dos segmentos: las de estructura, que son redondas o rectangulares (pelopincho) y las que no tienen estructura de caño, es decir, que se infla desde el borde y se denominan autoportantes, que suelen ser las más económicas, pero con menor nivel de vida útil.
Los precios varían en función a la estructura, tamaño y modelo. Hay desde 1, 80 con 60 centímetros de profundidad (las más pequeñas) hasta de siete por tres metros y 1, 22 de profundidad. Los costos van desde los 10 mil pesos hasta los 160 mil.
“Lo que más están saliendo es el rango intermedio, es decir, piletas que pueden utilizar una familia completa y que cabe en una casa estándar. Este tipo de piscinas, según sus variables, rondan entre los 40 mil y 45 mil pesos”, detalló Bollini.
También hay otras marcas más económicas. Por ejemplo, una pileta de un tamaño de 2, 70 por 0, 70 ronda los 14 mil pesos. Una con anillo superior inflable, estructura caño galvanizado, largo 440 mts, ancho 205 mts y alto 80 cm se ubica en torno a los 24 mil pesos y, de marca genérica, pero más grande: pileta de lona circular de 95 por 400 cm cuesta unos 36 mil pesos.
Con las nuevas restricciones al dólar y una inflación que no cesa, el rubro sufrió incremento en sus listas de precios. “En junio, cuando nos sentamos a planificar los precios en base a los modelos que tenemos y demás, notamos un ajuste entre un 35% y 45%, que si bien no es poco, está dentro de la inflación anual esperada. Esto también se debe al temor a no poder reponer la línea que importamos por las nuevas normativas”, concluyó Bollini.