Patricio Dobal
Si se analiza la perspectiva de hace algunos meses, nadie anticipaba los niveles que se están midiendo ahora en los puertos de Rosario y Santa Fe. Desde la Bolsa rosarina hablan de una merma de entre 6.000 y 10.000 toneladas por buque que debe ser completada en muelles marítimos. El horizonte es aún más crítico.
Patricio Dobal
De acuerdo a lo que difundió el Instituto Nacional del Agua (INA), para este fin de mes se aguarda una medición inédita en los últimos años en el río Paraná. Para el hidrómetro a la altura del Puerto de Santa Fe se espera una profundidad de 0,25 y para el instalado en el Puerto de Rosario 0,00. Se trata de un panorama extremadamente crítico tanto para la navegación comercial como para el ecosistema en su totalidad, que hace tiempo no experimentaba una bajante tan profunda.
El horizonte es impactante sobre todo si se considera que el mismo organismo pronosticaba en abril que para el mes 7 de este año la hidrovía iba a estar en 1,38 en los muelles de Rosario. "Los hechos nos indican que estamos más de un metro abajo de lo que anticipaba el INA para estas fechas. Es una condición muy crítica la que estamos viviendo con la altura del río en el bajo Paraná", planteó Alfredo Sesé, secretario técnico de la Comisión de Transporte de la Bolsa de Comercio de Rosario, en diálogo con Mirador Provincial.
El mismo profesional había estado en contacto con este medio en abril, cuando ya preocupaban los informes que anticipan una reducción drástica en el caudal del Paraná para los meses de junio, julio y agosto, lapso de tiempo donde estacionalmente el cauce experimenta una merma en el nivel del agua.
"Estamos hablando de que ya el 1,38 al que nos referíamos en abril era una cifra muy por debajo de la media. En las últimas horas el nivel de las aguas oscila entre los 13 y los 15 centímetros en Rosario, con la posibilidad de que haya una caída todavía más abrupta", consideró Sesé, siempre siguiendo las estimaciones del INA que se actualizan día a día de acuerdo a las mediciones que se van haciendo aguas arriba.
A esta altura nadie se arriesga a definir cuándo puede plasmarse una mejora en el nivel del caudal, incluso por más que por cuestiones estacionales en primavera y en verano se produzcan mayores precipitaciones en las cuencas altas del Paraná, que son las que verdaderamente inciden en las fluctuaciones de la hidrovía.
"De detectarse una reversión no sería muy importante. Es que durante este trimestre hasta septiembre no se espera una mejora sustancial ya que no se prevén lluvias. La cuestión es cuán más compleja si tomamos dimensión de que el Paraná reacciona más lento al impacto de las lluvias en la cuenca alta, hecho que no ocurre con el río Paraguay, por caso, que recibe los cambios de forma más inmediata", analizó el referente técnico de la entidad bursátil rosarina.
Más allá que las postales que deja ver el humedal hoy sorprenden a más de uno, además de generar complicaciones directas en la actividad logística, el déficit hídrico no es nuevo. La disminución de precipitaciones se está detectando desde 2019 en Brasil, aunque se manifiesta en la zona del bajo Paraná desde el año pasado.
Son las grandes represas que tiene el río Paraná las que han retrasado la curva de descensos de las aguas y los tramos inferiores del curso, ya que los lagos de dichas obras de ingeniería han actuado como resortes para diferir la bajante. "Las grandes presas empezaron a incidir en la década del '70 sobre el curso natural del Paraná y desde entonces han contribuido a suavizar aguas abajo los picos de crecida y de bajante que ocurren de forma cíclica en la cuenca. Ahora bien este proceso sostenido de tres años con lluvias inferiores a lo normal no se va a revertir tan rápidamente en nuestra zona", planteó Sesé.
"De mediar una recomposición del régimen de lluvias en los orígenes del río, habrá que esperar a que se llenen los lagos de inundación de los diques que están en el Paraná medio", advirtió.
Respecto del impacto que tiene el escaso nivel del río, desde la Bolsa de Rosario hablan de una merma de entre 6.000 y 10.000 toneladas por buque que debe ser completada en muelles marítimos. El panorama implica un aumento en el costo de los fletes, ya que el precio que implica mover la embarcación hasta los amarraderos del Gran Rosario debe prorratearse por una menor cantidad de carga que se transporta en las bodegas.
En el 2020 ya hubo problemas con naves que no pudieron salir completas de los puertos del up river -como se denomina a los muelles fluviales de la zona de Rosario-. Durante el año pasado la Bolsa calculó que hubo sobrecostos en derredor de los 240 millones de dólares.