Por Ana Inés Dobal
Una de tantas historias creadas para la contratapa del mítico semanario "La Tribuna", por Hugo Basso se volvió noticia y despertó todo tipo de reacciones alocadas por considerarse cierta. De la ficción a la realidad a través del tiempo, el boca a boca y el poder de las palabras: el diablo habita las profundidades del pueblo más austral de la provincia de Santa Fe.
Por Ana Inés Dobal
La presencia de un inframundo del que aflora Lucifer cuando logra escapar de su prisión terrena en las penumbras oscuras de las profundidades en Rufino, le pone los pelos de punta a cualquiera, incluso a los más incrédulos lectores. "Las puertas del infierno", así se llamó esta historia de ficción creada para las conocidas, esperadas, famosas y ya reunidas contratapas del Diario "La Tribuna del Sur”, en un libro que las junta para regocijo de seguidores de antaño y descubridores de nuevos tesoros, formando parte del compilado literario que Hugo Basso publicó el 2022 a través de la Editorial Verde llanura.
Cada historia es descrita con lujo de detalles y una cuota ilustrativa de impecable precisión a través de las palabras danzantes que Basso amalgama en cada relato. Habilidad que ha dibujado en la mente del lector un escenario de imágenes casi cinematográficas que, indiscutiblemente, han creado realidades, puesto nombres y amplificando datos, hasta perpetrar en la comunidad historias vívidas que han vuelto posible lo imposible.
Se trata de un punto exacto de la Plaza Sarmiento, que se usaba para actos oficiales: su monolito y una historia que inquieta. La “versión oficial” dice que ese lugar fue el elegido para señalar la altitud de la ciudad sobre el nivel del mar. Pero el relato popular cuenta otra cosa.
"Según el creador de esta historia, una de las bocas del Infierno se encuentra en la Plaza. Para sellar y evitar la fuga descontrolada de espíritus malignos, se fraguó una pestaña destinada a engañar a posibles violadores del secreto precinto", expresa el relato sobre el monolito.
"Se montó la parodia del centro geográfico del país. Y se construyó un monolito que finge ser un mojón del Instituto Geográfico Militar. En verdad es un gigantesco tapón. Construido con toneladas de cemento y hierro, con el único objetivo de evitar la catastrófica estampida de subterráneos demonios", continúa, permitiéndonos comprender la seriedad del caso y la fuerza del relato
"Un brujo vino y me dijo que yo tenía razón, que el diablo estaba en la iglesia y me obsequió una piedra negra para que me proteja", aseguró Basso. Y agregó: "El Intendente de aquella época me llamó para preguntarme, ¿Hugo qué escribiste, que la gente no va más a la iglesia?".
"La otra puerta del infierno está ubicada, casualmente, justo debajo de la iglesia. La entrada hacia el averno precede al edificio del templo, que fue construido justamente allí para contrarrestar las posibles diabólicas escaramuzas. Allá por el año 30 del siglo pasado la boca que subyace bajo la Santísima Trinidad se abrió sorpresivamente. Y estuvo a punto de tragarse un cura y un par de monjas del convento de Castellanos", relató.
"Había muerto Don Antonio, casi un prócer de este pueblo y para sus exequias llegaron pobladores de la zona y el cortejo lentamente enfiló por el pasillo central hacia la salida. Fue allí cuando el piso del templo cedió, abriéndose un profundo agujero en el que cayeron el ataúd, las monjas y el cura. Mientras el féretro era tiroteado y no había caído al pozo, una nube blanca invadió el interior de la iglesia. Cuenta que un fuerte olor a azufre quemó las narices de los feligreses y los deudos terminaron el sepelio acelerado con el espanto dibujado en sus rostros", detalla con impecabilidad Basso en su relato.
El autor recordó que la iglesia fue clausurada y al otro día llego el obispo. Varias reuniones se sucedieron antes de que se diera a conocer la versión oficial. Un pozo de cal, que databa de la época en que se construyó el templo, había cedido bajo el peso del cortejo fúnebre. En aras del sentido común, todos prefirieron creer o hacer como que creían la dudosa explicación.
"Quienes construyeron la iglesia, mezquinaron cemento en el lugar menos indicado, donde solía manifestarse el maligno con pavorosas bocanadas de su fétido aliento. Aquel pozo que se abrió en el 30 y pico fue secretamente rellenado”, señaló. "Los enigmáticos monjes se encargaron de inspeccionar hasta el último rincón del templo. Y bajo una baldosa de la sacristía, encontraron un manuscrito redactado en latín. El amarillento papel contenía una advertencia. Cada cien años, meses más meses menos, el furor de Lucifer no se detendría ante nada", añadió.
La historia del agujero en la tierra, cubierto de concreto en Plaza Sarmiento del que cada vez que pudo, asomó el mismísimo diablo, no sólo se convirtió en una verdad inclaudicable para tantos locales convencidos de la fidelidad del evento, sino que aún hoy despierta todo tipo de emociones y conclusiones que siguen dando que hablar. Sin embargo y a pesar de la fuerza con la que se instala ésta historia en el imaginario de los vecinos de Rufino, no puede evitar rendirse ante la cuota de realidad y crudeza, propios de la contundencia despojada de decoros, de su único autor, quién invitado por Sur24 a compartir su testimonio, alza la voz de la verdad.
Basso y la naturaleza de lo ineludible de las cosas, de lo mirado a los ojos sin máscaras, de lo indecoroso de la verdad desnuda, llegan juntos. Todo en un combo compacto: su libro bajo el brazo y la cantidad de ropa necesaria para soportar los 35 grados que ya hacen a la sombra a las once de la mañana de un día cualquiera de enero. Acepta un mate e ingresa a la improvisada entrevista.
Contar y mostrar la evidencia para que la ficción no se devore de un bocado a la realidad: Hugo llega sin aviso con su libro de contratapas en mano y una sonrisa que pronto deviene en risas sutilmente manifiestas, mientras abordamos de lleno el punto. Al recibir el primer mate subraya convencido: "Lo de las puertas del Infierno en la plaza y en la iglesia local, no es una leyenda ni forma parte de una tradición oral heredada de generaciones de antaño. Es una historia que inventé yo allá por los años 90 en una contratapa a partir de un hecho real", aseguró.
Resulta que algunos de los escritos que lo divertían y entretenían, mientras los creaba en tiempos en los que el Semanario "La Tribuna" era su trabajo, se volvieron historias reales para muchísima gente del pago y la zona. "Se dice que la contraportada de un periódico es un espacio límite, un umbral, el pasaje entre el texto y el mundo, entre la lectura y la vida cotidiana. Umbrales que con el tiempo, dejaron de ser en ‘La Tribuna’ la puerta de salida del diario para convertirse en la de entrada, ya que los lectores empezaban la lectura por la página final, entrando en este juego divertido que semana a semana proponía el autor", describe acerca de su libro.
Los relatos que hoy conforman un legado numeroso de tesoros de la literatura local empuñados por la pluma lúdica y punzante de su expansiva creatividad, híbridas narraciones que versan desde el costumbrismo y la fantasía, constituyéndose en género en sí mismo, pelean hoy por permanecer instaladas, y no por deseo suyo, en el podio de la autenticidad.
Difíciles de definir, clasificar o categorías, se convirtieron simplemente en "las contratapas de Hugo", y eran esperadas, semana a semana, para sumar un poco de ficción a la rutina, y un poco de realidad a lo inverosímil del cotidiano en el pueblo. Las mismas se han reunido en el libro por dos motivos: para divertimento de los nuevos lectores y para su autor, quién sigue jugando con los textos mientras selecciona, elige, pule y clasifica
Hugo Basso
Redactor del renombrado Semanario “La Tribuna”, que pintó de blanco, amarillo y negro las mesas de cada rufinense por años coleccionando seguidores de la última página en la que daba vida a historias inigualables, con su testimonio sin vueltas, desactiva la noticia que "le quitó el sueño" al pueblo por años.
No es la única buena historia que mezcla la realidad y la ficción con tanta chispa: que eriza la piel e inmediatamente después regala una carcajada o rompe el clima con un testimonio impúdico "local" al pasar. Todos esos condimentos han hecho que sus crónicas únicas trasciendan a través del tiempo y el espacio.
Las memorias que se anclan en el pago a través de su chispa y conexión con algún hecho de la realidad, se reproducen por montones, y seremos en adelante, amplificadores de las mismas, para deleite del lector.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.