Los abusos ocurrieron en la parroquia María Madre de Dios, de la que era párroco. Las denuncias eclesiásticas –es un procedimiento judicial interno de la Iglesia Católica– se hicieron a los pocos días de la primera denuncia en la Justicia santafesina. Esto significó que la familia de las víctimas debieron volver a declarar los hechos frente a miembros de la Iglesia.
En abril de 2016 se le aplicó la suspensión de ejercer el sacerdocio a Monzón y se elevó el juicio a Roma. Ese mismo año fue el escándalo que en los pasillos tribunalicios se conoció como la del "borre todo". En esos momentos aparecieron escuchas de la abogada del obispado, Gabriela Contepomi, en las que le recomendaba al sacerdote que eliminara todas las pruebas que pudieran incriminarlo.
"Borre todo lo que tiene, borre los mensajes, borre los WhatsApp, borre todo lo que pueda vincularlo con familiares, con laicos, incluso hasta con su confesor. Yo ya lo hice y haga lo mismo con las comunicaciones que tiene conmigo y las comunicaciones que tiene con el obispo", le habría dicho. Además, le advirtió que las instrucciones eran del obispo. Fue acusada de encubrimiento agravado pero resultó sobreseída en dos instancias.
Durante el juicio penal en Reconquista, en los últimos días de 2019, eclesiásticos de alto rango revelaron que la resolución del juicio canónico fue, de manera unánime, que se dictaminó la culpabilidad de Monzón. Ahora, con la dimisión del estado clerical de Néstor Fabián Monzón de parte de la Iglesia Católica comunicada, se aclaró además que la resolución corresponde a la primera instancia, por lo que está sujeta a apelaciones previstas por el derecho canónico.
Dimisión del estado clerical
Según la Agencia Católica de Informaciones, indica que la dimisión o expulsión del estado clerical es la pena máxima que puede recibir en el ámbito eclesial un sacerdote cuando es declarado culpable de abusos sexuales. También se le conoce como "laicización" o "reducción al estado laical", pero esta forma dejó de usarse hace algún tiempo para no expresarse de modo despectivo de los laicos ya que su estado de vida no es inferior, solo distinto al del clero.
En la práctica, la expulsión del estado clerical significa que se prohíbe de modo permanente el ejercicio de los derechos propios del estado clerical como celebrar misa, oír confesiones y administrar los demás sacramentos. También queda exento de sus obligaciones como el rezo de la liturgia de las horas y la obediencia al obispo.
Sin embargo, la dimisión del estado clerical no significa, en estricto, que el sacerdote ya no sea sacerdote, puesto que el sacramento del orden imprime en el varón que lo recibe un sello ontológico que nunca perderá y que la Iglesia no puede retirar ni revertir.