Lucía Dozo | [email protected]
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"El patrimonio histórico, además de ser un bien cultural, es un derecho fundamental de cada pueblo, prioritario en la vida de un individuo y base de su identidad cultural", escribía en los años 50 el especialista en derechos culturales Hedwin Harvey. Rosario intensifica año a año las Áreas de Protección Histórica (APH), en las cuales se reconoce una calidad urbana y arquitectónica significativa porque contienen edificios de valor cultural e histórico, caracterizados por las particulares condiciones de su construcción. Actualmente, cuenta con más de 40 de ellas.
Estos sectores se protegen a través de normas que encuadran las modificaciones edilicias y funcionales, y que a su vez contemplan la posibilidad de incorporar nuevas construcciones.
El proceso de relevamiento, catalogación y confección del inventario de inmuebles fue llevado a cabo por la Municipalidad y la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario a través de diversos convenios en los que participaron docentes, investigadores y estudiantes de esa casa de estudios. Asimismo, asistieron en las etapas de rehabilitación de edificios de valor patrimonial -tanto en inmuebles públicos como privados- mediante una importante tarea de asesoramiento técnico y de gestión.
Las áreas delimitadas representan diferentes momentos históricos y de desarrollo de múltiples actividades: por un lado, están aquellas que se definen en torno a un edificio o grupo de edificios de fuerte carácter institucional: iglesias, centros educativos, sedes gubernamentales o enclaves productivos (industriales, portuarios y ferroviarios). Otras son las que se diferencian dentro del tejido por presentar una conformación morfológica homogénea, ya sea aditiva (por la sumatoria de unidades que se construyen en el tiempo) o por ser parte de un proyecto general (financiamiento bancario, iniciativa pública o privada).
Por otro lado, están aquellas que reconocen la existencia de trazas urbanas que denotan los orígenes de la ciudad: bajadas portuarias, entorno fundacional, barrios históricos, etc. Y, finalmente, las que, con alguna o varias de las características anteriores, se determinan dentro de un área de reserva o integran proyectos estratégicos.
Por ejemplo, en la zona de Pichincha se protege un tramo homogéneo de residencias de dos plantas en donde se encuentra la Casa del Estudiante, que fue la primera institución del país en albergar a estudiantes universitarios.
Otro caso es el conjunto Barrio Parque, proyectado entre 1924 y 1929 para la familia obrera. Este testimonia una búsqueda tipológica, incidiendo en la transformación de la vivienda colectiva con diversas variantes pero en armonía de conjunto. Por su carácter y resolución arquitectónica, se destaca entre otras experiencias de la época.
Solo en el área central (Bulevar Oroño, Avenida Pellegrini y el río Paraná) se encuentran localizadas once APH. En esta zona y en el primer anillo perimetral (Avenida 27 de Febrero, Vera Mujica y Avenida del Valle) ya existen 1300 edificios protegidos de la demolición. Algunos de ellos son:
- El bulevar Oroño formó parte, junto al Parque Independencia, del programa de embellecimiento urbano de fines del siglo XIX. Aún conserva su impronta junto a magníficas mansiones en lotes amplios y ajardinados. Se busca preservar la identidad del paseo, desalentando la sustitución edilicia que se produjo en las últimas décadas y la consecuente subdivisión en parcelas.
- El sector toma como eje el Teatro La Ópera (actual El Círculo), diseñado especialmente para brindar espectáculos líricos e inaugurado en 1904. Se restauró en 2004 para ser escenario del III Congreso de la Lengua Española, simultáneamente a la rehabilitación del entorno alcanzando una nueva significación en el imaginario colectivo que se pretende mantener y potenciar.
- El Paseo de los Orígenes: la ciudad creció en torno a plaza y capilla levantadas en terrenos de S. Montenegro a mediados del siglo XVIII. Escenario de manifestaciones ciudadanas, reúne el Palacio Municipal, la Catedral, el Correo y residencias de familia. La apertura del Pasaje Juramento encuadra la visión del Monumento a la Bandera y el río Paraná, armonizando la obra contemporánea con las preexistentes.
- La calle Córdoba (que es peatonal desde los años 70) tiene una animación urbana particular que proviene del movimiento diario alrededor de bancos, comercios, clubes, bares, grandes tiendas y galerías comerciales. Los edificios creados para la actividad comercial y social (Jockey Club, Gath & Chaves, Bolsa de Comercio, entre otros) plasman las formas históricas que construyeron la ciudad.
- La plaza San Martín con los antiguos Palacio de los Tribunales y la Jefatura de Policía (esta última, actual sede del gobierno de la provincia de Santa Fe) sobre sus bordes muestra, con el Paseo del Siglo, un período de extrema bonanza donde se asentaron magníficas mansiones y emblemáticos edificios. Se busca mantener la resignificación otorgada a calle Córdoba hasta el bulevar Oroño como escenario del paseo de compras y la movida nocturna.
- En Sargento Cabral y el río se forma un interesante conjunto urbanístico que salva los desniveles del terreno frente al río Paraná. Una sucesión de viviendas sobre la bajada de la calle Maipú preservan sus características originales. Modernas residencias en altura contrastan con el marco histórico del edificio de la antigua Aduana (hoy sede de oficinas municipales) y los antiguos Almacenes Rosenthal. Es un recorrido por edificios de los grupos sociales característicos de la ciudad a principios de siglo XX: el Diario La Capital, fundado en 1867 por Ovidio Lagos y construido en 1899, que revela la puja de la época entre Rosario y Buenos Aires por ser la capital del país; el Club Español (a cargo del arquitecto Francisco Roca, 1915); el Palacio Fuentes (del arquitecto Juan B. Durand, 1922); la Tienda La Favorita (proyectado por los arquitectos Arman y Presas, 1926), entre otros.
- En el centro, por calle Entre Ríos al 400, hay un sector que adquirió mayor notoriedad por la conmemoración del nacimiento de Ernesto "Che" Guevara, ocurrido en 1928, en el edificio de rentas y sede de la compañía de seguros del Consorcio La Rosario. El edificio fue proyectado en 1925 por Alejandro Bustillo según las reglas distributivas y compositivas del neoclasicismo francés, y enmarcado por otras construcciones unitarias de dos pisos.
Por fuera del centro de la ciudad, los distritos que registran una mayor presencia de inmuebles de valor patrimonial son el norte y el sur. Debido a ello, también se elaboró un catálogo de 1000 construcciones que esperan ingresar en el sistema de protección y están ubicadas en al segundo anillo perimetral (Bulevar Seguí, vías del Ferrocarril Belgrano y Marull) y los cordones perimetrales Norte, Noroeste, Oeste y Sur-Suroeste.
Esta revisión integral urbanística "se hizo necesaria ante la contradicción del Plan Regulador Rosario (que permitía construir edificios de altura en las parcelas donde se ubicaban edificios de valor patrimonial) y las políticas de preservación que comenzaron a vislumbrarse en los años 80", expresó la coordinadora del Programa de Preservación de la Universidad de Rosario, Bibiana Cicutti.
En tanto, desde la cátedra "Historia de la arquitectura" se explicó que el trabajo desde la Facultad consistió el identificar lote por lote, definir los índices de edificabilidad y altura, los grados de protección de los inmuebles, proponer nuevas áreas de desarrollo donde se pueda canalizar la inversión, y promover usos y actividades que garanticen la permanencia de los bienes de valor patrimonial. Al tratarse de un patrimonio muy heterogéneo –se aclaró–, lo que se intenta es armonizarlo y preservarlo, sin que esto signifique congelarlo sino, por el contrario, permitir que se reutilice o cambie de función.