Ángel Belisario Fíz falleció repentinamente el 13 de mayo de 2003, a los 48 años y cuando aún tenía muchos sueños por cumplir.
A 20 años de su fallecimiento, familiares y amigos descubrieron una placa y rezaron un responso en el Cementerio Municipal.
Ángel Belisario Fíz falleció repentinamente el 13 de mayo de 2003, a los 48 años y cuando aún tenía muchos sueños por cumplir.
En su corta pero intensa vida, su inquietud por las letras lo llevó a participar de diversas publicaciones surgidas en el seno de las instituciones, habiendo sido autor de iniciativas en formato revista como Transformación, Gente Joven y Perfil, escribió dos libros: “A la Vera de la historia” y “La Casa de los Recuerdos” desde los que intentó rescatar los valores más genuinos de una comunidad a la que se brindó siempre con generosidad.
Instituciones como el Club de Amigos en cuyo seno creó el “Premio Estímulo”, la Asociación Verense de Artesanos, la Sociedad Rural de Vera, los establecimientos educativos de todos los niveles supieron de su prudencia, creatividad y talento.
Fue precursor de la radiodifusión local con Radio Vera, por circuito cerrado en 1986, junto a Patricia Tizziani y otros; como preludio de lo que luego sería FM Universal, desde la que impuso un estilo propio con una apertura sin límites y un criterio ejemplar.
La muerte lo sorprendió en la plenitud de su infatigable capacidad, participando en la Comisión Parroquial de Medios “Padre Héctor Finós”, integrando el Consejo Directivo del Semanario Parroquial “El Heraldo”, conduciendo sus programas en FM Ciudad y organizando una nueva campaña para la donación de órganos...
Fue distinto, en una sociedad con valores trastocados él supo mantener viva la esperanza de que “algún día esta comunidad tendrá que darse cuenta de qué lado están los buenos, mientras tanto yo voy a seguir trabajando para demostrar dónde está la diferencia...”
Ese fue su legado que hoy, a 20 años de su partida, sigue teniendo vigencia.
Las personas mueren definitivamente cuando pasan al olvido pero hay quienes, como Ángel Fíz, están destinadas a ser eternas, al menos en la memoria y el corazón de quienes compartieron parte de su vida tejiendo sueños, recibiendo su afecto sincero y disfrutando de su incondicional amistad.