Por Agustín Peanovich
Por Agustín Peanovich
A cuarenta años, en dialogo con El Litoral nos cuenta la guerra en primera persona. Él estaba ahí en la Isla Soledad, donde se dio la batalla. ¿Sabés lo que es? Durante un mes y medio le caían las bombas. ¿Qué pasaba en sus cabezas? Los sentimientos encontrados de conservar la vida y defender La Patria.
-¿Cuál fue tu posición en la guerra?
-Nuestra misión era cubrir el posible desembarco inglés en la zona de Sapper Hill (a 4 kilómetros de Puerto Argentino), porque teníamos misiles anti tanque y contra vehículos de desembarco. Nos pasamos a adherir al Batallón de Infantería de Marina N° 5 porque ellos no tenían este tipo de misiles que teníamos nosotros, misiles Vantan filoguiados. La misión era esa, que los ingleses no desembarcaran ahí. De hecho no usaron tanques ni desembarcaron ahí, desembarcaron en el estrecho de San Carlos, en el puerto de San Carlos, del otro lado de donde estábamos nosotros.
Después del 1 de mayo casi todas las noches ellos bombardean distintos lugares. Llegaba la noche y empezaban bummm bummm bumm shiijjjjss shiijjjss entraban a caer las bombas ahí donde estábamos. De día se alejaban porque le tenían mucho miedo a nuestros aviones, de noche se acercaban, nuestros aviones actuaban de día. El bombardeo naval siguió hasta el último día.
-Cuando se declara la guerra: ¿sentiste fe o asedio de muerte, o saltabas de un estado a otro por momentos?
-Mi pensamiento era que no íbamos a ir, que iban a ir los otros y teníamos fe de que la guerra no iba a terminar como terminó, que iba a ser una escaramuza, una recuperación de Malvinas y que después iba a haber una mediación diplomática sin que se alcance la guerra. Nosotros nos enteramos que se declara la guerra por televisión. A medida que pasó el tiempo, llegó el momento de ese 9 de abril. Primero se prepararon los otros muchachos con los cañones que al final no fueron, y cuando nos dimos cuenta, estábamos nosotros arriba del avión. Llegamos de noche, dormimos en un hangar, y después nos fuimos a Puerto Argentino, ahí estuvimos unos días y después nos llevaron a la zona de combate en Sapper Hill (Cerro Zapador).
Los ingleses a partir del 2 de abril empezaron a preparar su flota, más de cien buques.
El 1 de mayo fueron los primeros bombardeos ingleses, navales, desde el 2 de abril hasta acá la idea era de que no iba a haber conflicto bélico, y que se iba a resolver de alguna manera diplomática. El aeropuerto de Puerto Argentino (ellos llaman Port Stanley) sufre un ataque de aviones Vulcan con bombas de 500 libras, y también bombardean la zona de Ganso Verde. Después a la noche pegan una bomba a las carpas donde nosotros queríamos ir a dormir pero habíamos recibido la orden de meternos en los pozos. Había un camión con equipo de radio, era de la fuerza aérea, le pegaron quedó hecho chatarra, y después había un generador del radar que también le pegan. La misión de los ingleses era desembarcar, porque hasta el momento estaban sus barcos rodeando la isla, y llegaba la noche y nos tiraban con los cañones desde 15 o 20 kilómetros.
El 2 de mayo ellos hunden al Belgrano, o sea que la guerra ya no tenía vuelta atrás. Al otro día, Argentina le hunde con un misil Exocet el barco Shefield que era un barco de la Otan, uno de los barcos insignia de los ingleses, o sea ellos nunca se lo esperaron que Argentina en represalia de que ellos nos habían hundido el Belgrano, nosotros le hubiéramos podido hundir semejante barco inglés.
El desembarco recién lo pueden hacer el 21 de mayo en la zona de San Carlos, a partir de ahí hacen cabecera de playa. El estrecho de San Carlos es el que divide las dos islas, ellos lo llamaron el callejón de las bombas, porque los barcos ingleses fueron atacados por nuestros aviones, y sufrieron muchas pérdidas ahí; pero logran hacer cabecera de playa, justamente ahí no hubo mucha resistencia argentina. Ellos elijen ese lugar porque se dan cuenta de que no hay muchos soldados argentinos, unos 60. Después de hacer cabecera de playa, usan la zona como terminal y se empiezan a transportar por tierra. El 8 de junio hay un desembarco en Bahía Agradable, donde ahí sufren, el día más negro de la flota inglesa, fueron atacados por aviones. Fue de día, Bahía Agradable está por acá –mientras Ricardo con una lapicera, sobre un mapa de las Malvinas de papel, indica donde fueron los combates-. Después vienen por acá, donde está la mayor cantidad de combates, son en todas estas montañitas: Monte London, Monte Tumbledown, Monte Dos Hermanas… Hasta llegar a Sapper Hill lo que te conté hoy, que el día 13 de junio ellos nos tiraban de todos lados.
-O sea ustedes pensaron que ellos iban a desembarcar por Sapper Hill y sin embargo se metieron por atrás, por el estrecho de San Carlos. ¿Esos 60 argentinos mueren todos?
-No, son tomados prisioneros, creo que hubo algún muerto. Ellos van haciendo combates en distintos lugares y van tomando prisioneros. Los prisioneros una vez que los agarran, los llevan en el buque de la cruz roja y los sacan a Montevideo, y después vuelven al país.
-¿Vos estabas en una de las cuevas? ¿Bombardeaban fuerte?
-Nosotros vivíamos en el pozo, que lo habíamos hecho nosotros, arriba de la montaña.
Bombardeos había todas las noches, después del 1 de mayo, todas las noches. Era una manera de volverte locos si se puede decir, de joderte y de tenerte dentro de los pozos. Ese día muere un compañero, el soldado Cavigioli que era de San Lorenzo, le cae la bomba adentro del pozo, él muere cerquita mío.
El día que más bombardean que nos tocó a nosotros fue el 13 de junio, el día que empezó el mundial de España, debutaba Maradona, como habíamos ganado el mundial del 78’. Argentina jugaba el partido de inauguración, perdimos 1 a 0 con Bélgica, el 13 de junio. Nosotros ese día no pudimos salir de los pozos en todo el día porque nos caían bombas desde mar, desde tierra, desde los aviones, ya los ingleses estaban ahí, al otro lado de la colina. Nos tiraban de todos lados.
Al otro día nos ordenan que íbamos a hacer un contragolpe, los misiles ya quedaron ahí en posiciones, no los tocamos, ya no los podíamos usar, no había tanques. Nos ordenaron juntar las municiones y preparar los fusiles, íbamos a hacer un contragolpe el día 14.
Cuando amanece el 14, a media mañana, se ordena la rendición. Argentina se rinde. Tiramos unas granadas donde teníamos los misiles, destruimos todo lo que teníamos menos los fusiles. Nos fuimos para Puerto Argentino. Nos ordenan romper los fusiles y ya aparecen los ingleses, nos revisan todo, nos encañonan, cargan sus fusiles y nos empiezan a llevar para distinto lugares a trabajar, a hacer distintas tareas, unos van a enterrar a los compañeros, a otros les ordenan limpiar el pueblo. Después nos llevan para el aeropuerto y estuvimos hasta el 20 de junio, el día de la bandera. Subimos al rompehielos Irízar, de ahí nos vamos hasta Ushuaia, y de Ushuaia vamos creo que era Río Gallegos, en un avión, y después en otro vuelo íbamos todos sentados en el suelo, el avión era sin asiento, hasta el aeropuerto Espora que está cerca de bahía blanca.
-Tenías diecinueve años antes de que se declare la guerra pensabas que ibas a estudiar, que ibas a terminar la colimba: ¿cómo pensabas respecto a tu futuro? ¿Tenías novia?
-No, novia no tenía en ese momento. Quería estudiar. A mí me gustó siempre la parte contable, siempre le decía a mi vieja “yo si estudio algo, voy a estudiar contador”. Pero después de Malvinas intenté y ya era complicado ponerte a estudiar. Así que me anoté en Entel que estaban tomando veteranos de guerra.
-Disculpame Ricardo que te haga regresar a esto: cuando vos estabas en los pozos, le escribías cartas a tu familia. Había una desinformación adrede por parte de los rangos superiores, son los secretos de guerra que se tienen por miedo de que se filtre alguna información favorable al enemigo. Vos estabas ahí donde te caían las bombas, estabas en el núcleo del quilombo ¿Qué ponías en las cartas? ¿Qué sentías realmente?
Ricardo: -Nosotros éramos compañía Antitanque - Batallón Comando, pero fuimos a Malvinas y nos adherimos a la compañía Mar, del Bin 5, otro batallón, entonces dijeron que las cartas tenían que enviarlas a la compañía Mar del Bin 5 a mi nombre. Como yo no era nativo de ese batallón, estábamos prestados ahí, entonces a las cartas las mandaban de vuelta.
Yo en las cartas no ponía lo que sentía, más que nada para no preocupar a mi vieja. El miedo lo teníamos todos los días. Cuando llegaba la noche y empezaban a bombardear, los que éramos católicos, rezábamos, le pedíamos a dios ver el sol al otro día, lo único que queríamos.
Vos imagínate ésta situación, estábamos arriba de una montaña, adentro de un pozo, no había luz, no había agua, tomábamos el agua de los charcos, lluvia y llovizna permanentemente, sin comida, con poca ropa. ¿Qué es lo que podés llegar a sentir? Encima llegaba un momento de esa situación que vos empezabas a sentir en el fondo del mar bummm bummm bumm, y después sshiijjjjsss sshiijjjsss. Nosotros después le habíamos tomado el tiempo a las bombas, porque los ingleses movían todos los cañones juntos, te tiraba el primero y vos sentías bumm shiijjss puumm que la bomba caía allá, entonces después sabías que las otras iban allá, y cuando las sentías cerca del mar, veías que las otras caían ahí, pero cuando vos sentías shiijsspummm rápido ahí cerca, después sabías que las otras 10 te venían ahí, y ahí rezá más porque pum pum pum -Ricardo golpea la mesa para graficar- te caían ahí.
Eso era tremendo, el ruido ese de la bomba cuando allá en plena soledad, en plena noche, porque a la noche nos distraían los satélites, porque no había otra cosa, los días que no estaba nublado, de noche limpia, sin una luz (después dijeron que había muchos satélites norteamericanos que pasaban información, hubo mucha entrega), y ya te digo, esa noche cuando en soledad te empezaban a caer las bombas, y allá en el horizonte que a veces veíamos el resplandor de la bomba que salía y después sentíamos el silbido, al sonido que ya le habíamos tomado el tiempo. Hoy en día te puedo escuchar cien cuetes, pero vos me hacés una bomba de esas, y te voy a decir “esa es la bomba”. Ese sonido me quedó tan grabado porque fueron tantas las bombas que tiraron, fue terrible, ese sonido me acompaña el resto de mi vida, los tipos sabían que nos estaban torturando. Llegó un momento que nosotros dijimos “loco que vengan los ingleses de una vez, caguémosnos a tiros de una vez, esto no se soporta”. Encima cada vez más flacos, más cagados de frío, más mojados.
-¿Qué considerás sobre la dictadura? Es como que siempre los llevaban engañados, hasta inmiscuirlos en el combate. Que sentimiento contradictorio, si bien es un sentimiento de orgullo haber estado en Malvinas, pero a la vez dirigidos por la dictadura…
-¿En qué sentido? Que es una mierda. Tengo jefes que reivindican a Videla. Mi jefe de Malvinas, que después de muchos nos encontramos, empezamos a hablar de nuevo, porque le llevé una carta que en Sspper Hill, él me pidió que la lleve a Puerto Argentino, para la hermana. Como al otro día nos empezaron a cagar a tiro, la carta me quedó en el bolsillo del overol y me la traje a Venado. Así que lo ubiqué después de muchos años para darle la carta. Y una vez dijo “mi general Videla” y le digo “disculpá Domingo, no pienso lo mismo que vos” Medio que nos agarramos, pero él después se dio cuenta que a mi ese tema no me gustaba, y no hablamos más.
En este sentido uno a veces las ideas en la cabeza no las tiene del todo claro. El día que nos rendimos fueron sentimientos encontrados, porque más allá de todo lo que yo te pueda decir, teníamos orgullo de estar defendiendo nuestro país. Por otro lado, cuando nos rendimos sentíamos que habíamos vuelto a la vida. Yo me preguntaba “¿mi familia como debe estar?” Si yo me quedaba acá mi vieja perdía un hijo. Los ingleses nos decían: “que suerte que en dos días íbamos a estar con nuestras madres”, ellos se tenían que quedar ahí. Los ingleses no podían entender que nosotros peleábamos con el corazón, por la patria, y ellos decían “no, nosotros cobramos” you crazy nos decían, “nosotros estamos trabajando”. Nos guste o no nos guste, no era nuestra vocación y estábamos voluntariamente defendiendo a la patria, y lo estábamos haciendo sin cobrar.
-¿Tenés hijos, hijas? ¿Tu historia les aplasta? La importancia de poner en palabras el trauma que vivieron, que le caigan bombas durante un mes y medio…
-Sí, tengo tres hijas y un hijo.
Cuando amanece, el día de la rendición, yo pensé, y si me quedo acá ¿quién me va a recordar? ¿Valdrá la pena morir acá? Hice una promesa: si yo vuelvo voy a recordar a mis compañeros, porque mis compañeros murieron para que yo vuelva. Uno siente la culpa de ¿por qué yo volví y mi compañero no? Nos mandaron, no fuimos los culpables de cargar con esta cruz ¿por qué elegimos cargar con esta cruz durante tantos años de seguir y seguir y recordar? Porque yo hice esa promesa y es como un agradecimiento eterno a los compañeros que quedaron allá.
Mis hijos a la causa la respetan, no están tan metidos porque tienen sus cosas. Ellos no tienen la obligación de seguir con la causa, ellos no tienen la culpa. Que hagan lo que quieran, si quieren seguir con esto que sigan, sino que hagan su vida. Mis sueños es que mis hijos cumplan sus sueños. Nosotros no fuimos los culpables de esta guerra, no quiero decir la palabra víctima, pero fuimos personas obligadas a la guerra.
A mi Malvinas me tapó otros recuerdo, no te digo el nacimiento de mis hijos, pero sí fechas de cumpleaños, agarro fotos de cumpleaños para acordarme que pasó, pero en mi mente esos recuerdos no los tengo más, no me acuerdo como fueron. Antes de Malvinas hay muchas cosas del secundario que recuerdo, pero después de Malvinas hay cosas que no. Malvinas se metió en mi mente y me tapó todos los otros recuerdos.
-¿Qué herencia espiritual querés dejar?
-Nosotros volvimos de Malvinas y nos tuvimos que hacer nuestras propias leyes, porque no había una ley que amparara al veterano. Hoy en día estamos bien, tenemos una pensión nacional y una provincial, lo único que precisamos es salud.
En este sentido soy muy militante, desde el año 83’, en el primer acto, éramos 5 con una bandera que decía paz, ese fue el primer 2 de abril, después empezar a pelear por un monumento. Siempre que nos juntamos es para recordar a nuestros compañeros. Logramos en muchos lugares hacer monumentos no para nosotros, sino para nuestros compañeros. Haciendo esto el peso de la cruz se hace más liviano. La cruz de la culpa por los compañeros caídos, porque ese día del 13 de junio fue una lotería, una bomba me podría haber caído a mí, y la guerra termina cuando hay muertos, si no hubiera habido muertos todavía estaríamos en la guerra. Entonces la conclusión es que nuestros compañeros murieron para que la guerra terminara, y que yo pudiera volver a mi casa.
Todo lo que se habla de Malvinas ayuda a saber y a tomar conciencia de lo que pasó.
Hay tipos que te dicen “si ustedes fueron a las Malvinas a coger ovejas”, y después que conocen la historia de uno, te tratan de otra manera, te pasan a respetar el doble, porque no sabían lo que pasó realmente.
-Si tenés que agradecerle a una persona que te haya bancado en estos procesos ¿a quién?
-Agradecerle a la madre de mi hijo y mis hijas, me bancó treinta y pico de años esta locura de llevar una vida paralela, si se puede decir de Malvinas. Muchas veces he dejado mi familia de lado por Malvinas. Desde que nos casamos yo nunca dejé de militar la causa Malvinas, por eso le quiero agradecer a ella. A Ella le daría todas mis fuerzas.
-Si tenés que elegir a un ser que amás, que fue como un amuleto cuando vos estabas en la guerra ¿a quién elegís?
-Mi vieja. ¡La que se bancó!, ya te digo, ese día que llegué a mi casa, que la encontré a mi vieja, ella había adelgazado casi los mismos kilos que yo –Ricardo con lágrimas en los ojos. Mi señora se bancó la otra guerra que fue la posguerra, pero mi vieja se bancó como madre todos esos momentos.
- Fue la película que vieron los otros, la película en la que vos actuabas, eso te genera tristeza…
- Yo pensaba en lo que podía estar pensando mi vieja, y me decía: “¿qué le voy a poner en la carta, que nos están cagando a tiros? No sirve. Por eso escribía mucho: “estamos bien, estamos bien” porque yo imaginaba lo que ella pensaba, con un hijo de 18 años en la guerra.