Una bestial patada lo convirtió en emprendedor: la increíble historia del rosarino que es un golazo
Tomás Machuca tiene 22 años y, una infracción en un “picadito” lo dejó sin canilleras. Gambeteó el mal trago y de esa jugada hizo un proyecto de vida inclusivo y sustentable con el medioambiente. Fabrica los elementos de protección con tapitas plásticas, visita clubes y por cada par que vende dona otro para quienes no pueden adquirirlo.
Hoy fabrica los elementos de protección con tapitas de plástico colaborando con el medioambiente, recorre clubes donde centra puntos de recolección y por cada producto vendido dona otro para los chicos que no pueden acceder a ellos. Actualmente trabaja con clubes de Primera de AFA.
Foto: EL LITORAL
La historia de Tomás Machuca es un claro ejemplo del emprendedorismo y superación personal. Un partido de fútbol como el de todos los fines de semana le terminó transformando la vida. Una fuerte patada que recibió y le rompió las canilleras fue el disparador para abrir la cabeza, buscar una solución al paso y proyectar un negocio para jugar en las grandes ligas. Hoy fabrica los elementos de protección con tapitas de plástico colaborando con el medioambiente, recorre clubes donde centra puntos de recolección y por cada producto vendido dona otro para los chicos que no pueden acceder a ellos. Actualmente trabaja con clubes de Primera de AFA.
Todo comenzó cuando el joven tenía 17 años. Una infracción en pleno partido de fútbol fue el disparador de una idea brillante. Lo que en ese momento se transformó en un problema, el ingenio de ese adolescente lo convirtió en una gran oportunidad. “Jugando a la pelota me dieron una patada que me rompió la canillera. Como en mi casa no sobraba dinero para comprar unas nuevas, fabriqué un par con un balde que había tirado en el patio. Corté el plástico, lo moldee con un secador de pelos, hice un diseño en Paint, lo imprimí y lo pegué. Cuando llegué al club mis amigos me decían que estaban buenísimas y preguntaban de dónde las había sacado. Para no contarles que no tenía plata para adquirir otras, por vergüenza, les dije que me las había dado un tío mío que vivía en Buenos Aires”, recordó Machuca sobre el origen de Fenikks, el emprendimiento que hoy trabaja con clubes argentinos como San Lorenzo, Argentinos Juniors, Estudiantes y Gimnasia de la Plata y Newell´s, llegó a la Asociación del Fútbol Argentino y del cual se hicieron eco el Kun Agüero y Bizarrap.
Foto: EL LITORAL
Lo que para algunos hubiese sido un problema, para el joven rosarino del barrio “República de la Sexta” fue una proyecto. Con una simple gambeta Machuca transformó la realidad para crear desde el deporte una forma de vida que fusiona el cuidado del planeta, la inclusión y el fortalecimiento de valores. “Si hay algo que tiene Argentina es potrero, es fútbol y chicos que se reúnen todos los días a jugar en el campito. Donde rueda una pelota hay una oportunidad. Este deporte nos da cosas que duran para toda la vida”.
Hace cinco años atrás, todo nació en su pieza con un amigo. Juntos recolectaban baldes y tubos de PVC de obras en construcción. Terminada la buena voluntad de los albañiles, los jóvenes debieron buscar una alternativa a la materia prima principal para su naciente negocio. “Empezamos a buscar la solución para recuperar plástico. Encontramos como recurso las tapitas. Decidimos empezar por los clubes de barrio, donde hay puntos de recolección, se comparte la importancia del reciclaje y la separación en origen”, rememoró y agregó: “Por cada par de canilleras que vendemos entregamos otro sin costo para que los chicos tengan en cuenta que pueden cuidar su barrio y mejorar la calidad de vida”, contó el emprendedor.
El proyecto, sustentable para el medioambiente, también tiene su costado inclusivo. El elemento, de uso obligatorio por reglamento, protege de los golpes y además evita que el jugador sea amonestado. Y la consecuencia es sencilla: el joven continúa jugando y no está en la calle. “Nosotros pensamos en regalar un par por cada uno que se compre porque no todos tienen la posibilidad de acceder a las canilleras. Lo vemos todo el tiempo en cada club que recorremos. Lo que me pasó a mí, no quiero que le pase a otro”, remarcó.
Hoy, en el equipo de trabajo son seis personas que se empelan más otras cuatro que trabajan de manera indirecta: diseñadores industriales, ingenieros ambientales y diseñadores gráficos.
En el corto plazo, el objetivo apunta a un nuevo producto. La intención es la confección de remeras hechas con botellas plásticas y algodón reciclado. Pero el foco va un poco más allá. “Nuestra visión máxima es hacer botines. Nos pasa que vamos a clubes y hay chicos con canilleras que juegan descalzos porque no tienen calzado. Entonces ese trabajo inclusivo también es súper importante para poder continuar con este modelo que tenemos de donar por cada venta que hacemos para que todos tengan accesibilidad y condiciones a la hora jugar”, cerró.
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