Brunella Rufino nunca imaginó empezar su vida otra vez casi de cero. A caminar, hablar, escribir o gesticular, como le está sucediendo. A inicios de la primavera, tuvo un ACV (accidente cerebrovascular), su estado de salud fue crítico y hoy cuenta su testimonio para generar conciencia y darle mayor relevancia a la enfermedad.
¿Por qué? Porque está convencida que estos ataques son considerados más comunes entre personas mucho más grandes que ella. “Espero que la sociedad tenga más información y se hable del tema ya que no sólo afecta a gente mayor. Me gustaría que se tenga más presente para poder evitarlo”, asegura.
Todo empezó el 22 de septiembre último, cuando almorzaba junto a su familia en Elortondo, localidad del sur provincial en donde vive. Mientras compartían la mesa, empezó a darse cuenta de que hablaba y no modulaba bien. Se sentía mal y quería acostarse. No podía caminar.
Las alarmas se encendieron en su casa y enseguida la trasladaron a la guardia del Hospital del pueblo. De allí, la derivaron de urgencia a Rosario, donde llegó en estado crítico. “Me acuerdo que estaba Eneas (el hermano) y que le decía a mi mamá que no entre porque es paciente de riesgo. Después ya no me acuerdo más nada”.
Ingresó derecho a terapia intensiva y permaneció ahí bajo cuidados especiales. El 25 de septiembre la pasaron a una sala común donde se quedó hasta el 3 de octubre. Desde entonces, se alojó en un Centro de Rehabilitación y el jueves 12 de noviembre se mudó con su hermano.
Le quedan días de trabajo para volver a su hogar. "El próximo fin de semana me vuelvo porque quiero ir al pueblo. Extraño mucho a mi familia. Son 15 días para asistir al ambulatorio".
Si bien no hubo antecedentes similares en su familia, los médicos entienden que pueden haber sido varios los causantes del ACV. Por eso ahora le están prohibiendo tomar anticonceptivos (por la cantidad de hormonas), fumar o beber alcohol.
“Creen que esa suma puede haber sido la causante del ACV, acompañado de poco descanso o stress. Quiero hacer hincapié en esto y sobre todo en el tema de los anticonceptivos, para que las mujeres consulten a sus ginecólogos”, remarca.
De hecho, profesionales de la salud consultados por este medio, aseguran que la combinación entre tabaco y anticonceptivas es “explosiva” y que es importante la prescripción por un especialista de estas pastillas. “A cada mujer le corresponde una anticonceptiva diferente”, afirman.
Brunella perdió el control de esfínteres en un primer momento (luego de abandonar el quirófano) y luego el habla por varios días. En esto último, todavía está trabajando porque le cuesta volver a esa normalidad. Pero no afloja. Dentro de lo malo, es positiva y rescata lo bueno. Evoluciona favorablemente y vive el día a día a buen ritmo.
Le toca rehabilitar la pierna derecha y el brazo del mismo lado. Caminar le resulta una dificultad y está a la espera de una órtesis para facilitar el desplazamiento. Además, se encuentra aprendiendo a escribir con la mano izquierda.
“El último mes, la pasé rodeada de especialistas en kinesiología, fonoaudiología, psicología, enfermeras y terapistas ocupacionales. Me trataron muy bien. Hice muchas compañeras y amigas. Ahora solo debo ir tres horas por día de lunes a viernes por la mañana y el resto del día seguir haciendo ejercicios en mi casa”, cuenta.
Dice que le cuesta teclear mucho con el celular y hacer un uso intensivo de la mano. “Estoy intentando (escribir) en el pizarrón con letra cursiva porque estudio profesorado de Educación Primaria. Estoy en el último año, me faltan 3 materias para recibirme y es lo que más deseo”, agrega.
Y valora: “Le doy muchas gracias a la gente que se contactó con mi familia y conmigo, que fue mucha. Que todos se queden tranquilos que todo pasa, todo fluye y que sean siempre muy felices, que disfruten de sus familias y amistades. A nunca bajar los brazos que todo es posible”.
La detección temprana salva vidas
La Sociedad Neurológica Argentina, reúne estadísticas fuertes: un ACV ocurre en algún lugar del mundo cada dos segundos y en Argentina, cada 9 minutos. Asimismo, en el país se producen 80000 al año y las mujeres son las que más lo padecen, entre el 52 y el 55%. Dentro de ese grupo aparecen también los pacientes considerados “jóvenes”, cuyas edades van de los 15 a los 45 años.
Además de la prevención, los especialistas promueven la conciencia de cómo detectar y responder correctamente en una emergencia. Los expertos creen que casi el 70% de los pacientes no identifican los ataques isquémicos transitorios - una interrupción temporal en el suministro de sangre del cerebro - e incluso los accidentes cerebrovasculares leves.
Aun cuando los síntomas son identificables, casi una de cada tres personas no buscan ayuda inmediata. Por esto, reducir la cantidad de tiempo que transcurre entre la aparición de los síntomas iniciales y el momento de la atención es un factor central en la mejora de los resultados del tratamiento, y puede salvar a muchos enfermos de toda una vida de discapacidad severa.
Para ayudar a las personas con antecedentes no médicos a identificar la amplia gama de síntomas diferentes, ya menudo poco claros, se describen algunas pautas sencillas para proporcionar claridad en caso de sospecha de ACV:
F (Face) para la cara que se cae: pedir a la persona que sonría. ¿Se cae un lado de la cara?
A (Arm) para la debilidad del brazo: pedir a la persona que levante ambos brazos. ¿Hay un brazo entumecido y se desvía hacia abajo?
S (Speech) para la dificultad del habla: pedir a la persona que repita una oración simple. ¿Es su discurso mal articulado o arrastrado? ¿Son capaces de repetir correctamente las palabras, o son difíciles de entender?
T (Time) por el tiempo para llamar a una ambulancia: si alguien muestra alguno de estos síntomas, el tiempo es crucial. Llame a una ambulancia o ayude a llevar a la persona al hospital inmediatamente.