Francisco Díaz de Azevedo | [email protected]
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Cuando a las 18 y 30 horas algunos truenos se escuchaban en el ambiente, nadie presagiaba lo que finalmente ocurriría.
Unos minutos después, las primeras gotas en El Trébol, anunciaban la llegada del "alivio" de las temperaturas elevadas de los últimos días.
Sin embargo, algo indicaba que lo peor aún no había llegado. Los mapas satelitales indicaban la presencia de un frente de tormenta muy amenazador. "Se ve en rojo, lo que no es bueno", le dijo un bombero a este medio.
Minutos después, empezó lo que sería una hora de furia, viento, lluvia y rayos. La ciudad de El Trébol, fue el epicentro de un fenómeno meteorológico de los que no abundan en la ciudad.
En 30 minutos cayeron los primeros 50 milímetros en ráfagas violentas. Finalmente, cayeron 123 milímetros hasta las 9 de la mañana del lunes.
El suministro eléctrico se cortó durante la noche, pero la ciudad siempre estuvo iluminada por la dantesca tormenta eléctrica.
Rápidamente comenzaron los reclamos de las familias. En diferentes barrios, los coletazos del fenómeno meteorológico, se hicieron sentir.
Primero fueron árboles caídos, luego postes y finalmente llegó la voladura del primer techo. Luego otro, y otro hasta contabilizar en la madrugada "unas 17 o 20 casas sin techos", le dijo el Sub jefe de Bomberos Voluntarios, Danilo Viskovic a este medio.
Desde protección civil, se coordinó el trabajo con Bomberos Voluntarios, la policía, los empleados de maestranza y el mismo gabinete del municipio, supervisado en persona por el intendente Natalia Sanchez.
Se trabajó hasta la madrugada desobstruyendo arterias, socorriendo a familias y quitando árboles caídos en Ruta 13.
Los clubes abrieron sus albergues ante la posibilidad de evacuados, pero aquellas personas que requirieron ayuda, finalmente pidieron ser trasladadas de algún pariente. El suministro eléctrico, volvió en casi toda la ciudad a la madrugada.
Minutos antes del comienzo de la tormenta, en la parroquia San Lorenzo Mártir, comenzó a realizarse la santa misa de los domingos.
De repente, en el interior de la iglesia se escuchó un estampido. El viento había arrancado la base y la cruz con pararrayos de la cúpula del edificio. Cayó a la vereda, provocando un estruendo.
Pudo ser una tragedia. Una cruz de hierro, con un pararrayos y la base de hierro y bronce, de 9 metros de alto, que históricamente se lució en lo más alto del templo de la ciudad, se desplomó sobre la calle, pegando primero en el techo de la antesala de la iglesia.
Afuera de la parroquia, un pino se desplomó sobre un vehículo produciéndole un daño total. De milagro, no hubo heridos en la ciudad.