Por Ignacio Pellizzón
La mayoría se encuentran expectantes de poder trabajar, pero dejan en claro que no será la panacea, ni mucho menos. El entusiasmo se apodera del sector, aunque reina la incertidumbre de qué impacto tendrán. Cifras duras que esbozan un contexto muy delicado para el turismo santafesino.
Por Ignacio Pellizzón
Sin dudas que la pandemia es un dolor de cabeza para todos los sectores, pero el turismo en particular es una de las actividades que no terminó de hacer pie nunca. Con aperturas y cierres constantes, por las distintas olas de covid, muchas pymes santafesinas tuvieron que bajar las persianas y tantas otras se encuentran al borde del abismo.
Es por eso que la presunta flexibilización por las vacaciones de invierno que propone el gobierno de Omer Perotti, en pos de reactivar la actividad, mantiene con buenas expectativas a algunos referentes turísticos de la provincia, aunque son cautos y señalan que no es la “salvación”.
En el caso de los cabañeros, que tuvieron su “veranito” en la última temporada, cuando la segunda ola no había ni siquiera asomado por tierras santafesinas, repuntaron en sus ocupaciones. Parecía que, de a poco y con protocolos, se renacía.
La realidad es que tuvieron un punto clave a su favor: con pandemia mediante, muchas personas se volcaron a realizar turismo de cercanía en localidades como Andino, Carcarañá, Monje, entre otras.
Así fue que se disparó la demanda de las cabañas gracias a todas aquellas personas que buscaban salir de sus casas tras un año de encierro y lograr encontrarse con la naturaleza, pero a pocos kilómetros de sus hogares por si un boom de contagios resurgía.
Finalmente, la indeseable segunda ola llegó y la disminución turística volvió a sentirse fuerte en el sector. “Después de Semana Santa y hasta hoy, la merma ha sido casi de un 100% en cuanto a la ocupación en nuestros complejos”, contó a Mirador Provincial Graciela Recchia, la responsable de Cabañas Amanecer en Andino, y miembro de la Cámara de Cabañeros y Servicios Turísticos de la provincia de Santa Fe (Cabasetur).
“Quedó claro que la población -ante el pedido de los gobernantes de no circular- caló hondo y generó temor con esta nueva ola. Por ende, se vio reflejado en la caída de la demanda para nosotros”, agregó.
Por eso, ahora que se inaugura la posibilidad de una reapertura que impulse el turismo invernal, donde el mensaje gubernamental es “evitar ir a Córdoba” por el alto grado de contagios que está habiendo, los espacios de cercanía -como las cabañas- se entusiasman con un repunte en la demanda.
“Estamos todos preparados para turistas tal y como lo hicimos en el verano pasado; con protocolos aprobados, con las burbujas familiares listas para estas vacaciones de invierno. Así lo venimos trabajando y promulgando desde Cabasetur”, indicó Recchia con mucho entusiasmo, pero con prudencia también.
Los cabañeros “confían” en tener unas hermosas vacaciones de invierno y que la ilusión de compartirlas en familia se haga realidad, sobre todo porque “el turismo no contagia” y trabajaron mucho para ofrecer la seguridad necesaria con la idea de que “las familias disfruten de cada rincón de la provincia para tomarse unos días de descanso frente a tantas presiones diarias”.
Sin embargo, saben que puede tratarse solamente de un respiro. “Necesitamos generar un ingreso genuino, queremos trabajar y las autoridades lo han comprendido más allá de las ayudas ofrecidas, que agradecemos mucho, pero que solo ayudan en un pequeño porcentaje”, explicó la referente de la cámara, señalando que los subsidios son paliativos, pero no una solución a largo plazo si no no se puede operar con normalidad.
Holeteros: 17 meses sin facturar
Los hoteles de la ciudad de Rosario, sobre todo las pymes de tres o menos estrellas, vienen padeciendo la pandemia de un modo contundente. Según datos proporcionados desde la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica local (Aehgar) hay cerca de 30 hoteles que permanecen cerrados por el covid.
Prácticamente hace 17 meses que el sector hotelero “no factura”. Es una actividad que está en “terapia intensiva”. La mayoría se encuentran en estado crítico. Es que la ecuación económica para un hotel cierra “con gente”, porque son negocios que sin ocupación terminan siendo “inviables”, precisó a Mirador Provincial el referente de (Aehgar), Ariel Fernández.
Más allá de las quejas, los hoteleros comprenden el contexto de pandemia, entienden las medidas, pero hay un hecho irrefutable y es que “pasa el tiempo y van cerrando cada vez más hoteles” en Rosario, y la actividad se va a achicando.
“Los que están logrando resistir abiertos es porque tienen dos o tres habitaciones ocupadas”, lo cual, en un análisis amplio, es mejor eso a “no tener ninguna ocupación”. Actualmente, en base a estimaciones de Aehgar, los establecimientos hoteleros en la ciudad tienen una demanda que ronda entre el “5% y 10%” únicamente, puntualizó.
Por supuesto que, ante una eventual apertura invernal, "la tomamos con los brazos abiertos”, pero es importante señalar que hay “mucho que invertir”. Son demasiados los hoteles que estuvieron muchos meses cerrados sin trabajar con gente. Por eso, al reabrirlos de golpe se encuentran con infinidad de problemas a resolver como, por ejemplo, un calefón que no funciona, cuestiones eléctricas, de gas, entre tantas otras. Es decir, abrir implica invertir.
Ante este escenario, Fernández aclaró que “hay entusiasmo” en el sector por poder trabajar, pero no esperan un turismo “masivo”, es decir, esto “no es la salvación”. Sino que implica poder empezar a operar, aunque la mayoría no sepa “cuánto tiempo va a durar”, contemplando los antecedentes recientes de aperturas y cierres por covid.
A modo de referencia, Ariel Fernández contó que un hotel promedio en Rosario “necesita un 40% de ocupación” solamente para hacerle frente a los “gastos corrientes” que debe enfrentar mensualmente. Así esboza un panorama de cómo se encuentra la actividad desde que comenzó la pandemia.
En concreto, la mayoría de los sectores vinculados al turismo se encuentran expectantes de poder trabajar. Pero dejan en claro que no será la panacea, ni mucho menos. Saben que muchas personas aprovecharán para disfrutar de las vacaciones, pero muchas otras seguirán en la postura de quedarse y resguardarse en sus hogares, con lo cual determinar cuánta gente moverá el receso invernal es una incógnita, la misma que mantiene en vilo al turismo desde que estalló la pandemia del coronavirus.