Luciana Cavanagh, conocida como la “Pintora de Humanos”, viene sorprendiendo a quienes la siguen en el día a día de sus redes sociales. Esta vez, no es por divertirse con el bodypainting, sino por emular a personajes de ficción a través del cosplay.
Inquieta y desafiante, la joven oriunda de Venado Tuerto, vuelve a romper los esquemas con una muestra distinta. De pintar a otros a “intervenirse ella misma” para seguir evolucionando.
Luciana Cavanagh, conocida como la “Pintora de Humanos”, viene sorprendiendo a quienes la siguen en el día a día de sus redes sociales. Esta vez, no es por divertirse con el bodypainting, sino por emular a personajes de ficción a través del cosplay.
La artista, había participado como jurado de maquillaje en eventos de cosplay y con la afición familiar al disfraz con fines de pura diversión, empezó a combinar maquillaje y otras cosas para recrear personajes y compartirlos en las redes. Antes, había hecho vídeos en timelapse (filmados en cámara rápida) para mostrar los procesos de transformación que permite el maquillaje y el disfraz.
Comenzó eligiendo a mujeres de la música y del cine que le resultaron apasionantes, como Debbie Harris de Blondie; Courtney Love (ex esposa de Kurt Cobain); y siguió con Lagertha de Vikingos; Leeloo de Quinto Elemento; y Cheetara de los Thundercats. El trabajo final, realmente llama la atención por la potencia de las intervenciones.
“A partir de mi próxima muestra, ‘Todo cuerpo merece ser celebrado’, me surgió esta frase en modo de interrogante: ¿Todo cuerpo merece ser celebrado? Y el dedo esta vez me señaló a mi. Nunca me había pintado a mi misma”, contó Luciana a El Litoral.
Aseguró que no le lleva mucho tiempo preparar un personaje, porque “soy bastante acelerada y me gusta sumarle cosas simples que tengo en mi casa”. De hecho, confesó: “Me pinté el pelo con tempera, usé tela de peluche para simular un tapado, papel crepe. Me gusta decirle ‘crotplay’, siempre digo que soy una crota creativa. Quiero que fluya y que sea fácil sin tanto perfeccionismo”.
Cavanagh, aclaró que permanentemente está abierta la posibilidad de pintar a otros y que esa, es su misión. “Tuve una excelente respuesta de las personas que gustan de mi trabajo, viendo como una misma persona puede transformarse en miles. Y también me genera la alegría que trae el juego y la sorpresa”, indicó.
“Mucha gente me escribe pidiéndome distintos personajes. O me ven a parecida a algún otro (hasta Susana Giménez le dijeron). Tengo varios más en mente, pero me encanta cumplir los deseos de quienes gustan de mi trabajo. Así que escucho propuestas”, añadió.
Destaca que al principio, le pasó con las redes que tenía más “me gusta” en una selfie de sus viajes que en aquellas fotografías donde mostraba una pintura corporal o alguno de sus trabajos: “Me generó desconcierto, hasta que se me ocurrió combinar mi propio ser y lo que amo hacer y el resultado fue excelente. Me escriben diciéndome cosas muy lindas y felicitándome por las transformaciones. Me gusta mucho esto, tal vez le alegro un ratito del día a alguien que está pasando un momento difícil, o inspiro a otros a animarse a jugar y probar la pintura sobre humanos”, cerró.
En los años setenta en Japón nace el cosplay, que es una contracción de las palabras en inglés “costume” y “play”, que se podría traducir al español como interpretar "disfrazado" o "jugar disfrazado". En Tokio en los ‘70 comenzaron a realizarse jornadas en donde se lucían vestuarios de personajes de ficción, por lo general de películas, cómics, videojuegos, entre otros contenidos.
En definitiva, el cosplay podría definirse como la representación realista de una idea o de un personaje de ficción, que requiere del armado de los mismos.
Uno de los puntos más interesantes del cosplay es el proceso de construcción del personaje. Muchos confeccionan sus propios trajes, buscan la peluca adecuada, el maquillaje pertinente, crean "props" (accesorios) y demás, para obtener como producto final el disfraz del personaje completo.